Internacionales
Lamentablemente en el plebiscito de Chile ganó el rechazo
El 4 de setiembre se realizaron en Chile las elecciones decidir la aprobación o el rechazo a una nueva Constitución que debía sustituir a la de 1980, redactada durante la dictadura de Pinochet. Con una participación de más 13 millones de electores (85,81 % del padrón electoral) o sea 4,5 millones más que en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2021, la ciudadanía votó con 69,88 % a favor del Rechazo y un 38,12 % para el Apruebo.
¿Cómo se pasó en Chile de una rebelión popular en 2019 que levantaba entre sus banderas la necesidad de una nueva Constitución, a un triunfo abrumador del rechazo? Hay muchas explicaciones, desde distintos sectores. Algunos apuntan a un tema que desde el principio generó rechazo: la idea de la plurinacionalidad que incluso se expresó en zonas con presencia indígena. Apuntan estos sectores con un enfoque sociológico y cultural que la “identidad chilena” se construyó históricamente desde la idea de un mestizaje. Lo indígena se vio como algo que dejó de existir. Que hay una nueva identidad chilena, con muchos componentes racistas y xenófobos, que desprecia y mira como inferiores a quienes tienen más rasgos indígenas, como peruanos, bolivianos y ecuatorianos.
La derecha instaló una dicotomía entre chilenidad y plurinacionalidad indicando que si se votaba por ésta se le entregarían privilegios a los originarios en desmedro de los demás. Hay que señalar que muchos constituyentes contribuyeron a instalar esa idea, cuando por ejemplo no se dejó escuchar el himno nacional en la instalación de la Convención o señalaron la posibilidad de pedir visa para ingresar a territorios indígenas. La derecha instaló entonces el discurso de “somos una sola Nación, y queremos conservar nuestros símbolos nacionales”. Más allá de esas consideraciones que influyeron en la dura derrota sufrida por el gobierno de Gabriel Boric, hay razones políticas que la explican.
La derrota comenzó a gestarse el 15 de noviembre de 2019, cuando la derecha, la ex-Concertación y el Frente Amplio firmaron el Acuerdo por la Paz, para salvar al gobierno de Sebastián Piñera y desviar la fuerza de la movilización hacia el camino institucional de la Convención, con el 80 % de apoyo expresado en el primer plebiscito. Esto quebró al Frente Amplio (Coalición de izquierda creada en 2017) entre quiénes sostenían que el Acuerdo implicaba el necesario encuadramiento institucional de las luchas en curso y quienes lo vieron como una forma de desactivar esas luchas. Los hechos posteriores mostraron que era esto último. La Convención dejó gobernar tranquilamente a Piñera, no hizo nada frente a la pérdida de puestos de trabajo, el crecimiento de la pobreza. Tampoco por los presos políticos ni contra la represión, convirtiéndose así en otro Parlamento como querían la derecha, la ex-Concertación y el gobierno actual.
En la Convención la mayoría de los “independientes” cedió el control a esos partidos que dejaron fuera del texto constitucional propuesto demandas como la nacionalización de las riquezas naturales y otras que -como expresaba la campaña del Apruebo – crearían las condiciones para hacer de Chile un “Estado social y democrático, de derecho, plurinacional, intercultural, regional y ecológico”.
Lo que influyó decisivamente en el contundente triunfo del Rechazo fue la decepción con el nuevo gobierno de Boric. No ha tomado medidas sobre la inflación, los bajos salarios, la ayuda estatal directa a los sectores más vulnerables, la creación de trabajo genuino, la situación de jubilados, la mejora de la salud y educación públicas. Por el contrario sigue favoreciendo a los sectores concentrados de la economía: bancos, grandes empresarios y mineras, que desde la dictadura pinochetista mantienen sus privilegios.
Después de la derrota del Apruebo, el gobierno propone reformas dirigidas por el Parlamento para frenar el creciente descontento popular. No parece que vayan en ese sentido los cambios en el gabinete incluyendo a una representante de la Concertación y otra del Partido por la Democracia, reprimiendo la primera movilización estudiantil, militarizando el Wallmapu (región donde habitan los mapuches) y consagrando la impunidad de las Fuerzas de Seguridad al no investigar sus responsabilidades en la represión a luchadores populares, muchos de los cuales permanecen detenidos.
Por eso millones de trabajadores, estudiantes, mujeres y pueblos originarios votaron castigando la tibieza y las promesas no cumplidas de un gobierno que iba a cambiar las cosas y no cambió nada. Los viejos partidos han logrado conducir el proceso político hasta hoy porque el gobierno no ha logrado construir una alternativa política que luche por las demandas populares que se expresaron con las enormes movilizaciones de 2019.
ELENA RIVERO