Juventud
La situación de las Editoriales Independientes
Una editorial independiente es un espacio plural e inclusivo que tiene como objetivo la edición de obras literarios de escritoras y escritores que no pueden hacerlo debido a la mirada capitalista y mercantilista del mercado del libro. En general las editoriales reconocidas exigen sumas inalcanzables para aquellos artistas de la palabra de extracción trabajadora o popular. Dicha metodología tornó un monopolio de la palabra escrita, sumada a la ya existente desde los medios de comunicación. Democratizar la palabra es uno de los objetivos de las editoriales independientes. Para eso es necesario la pluralidad y un criterio autogestivo e independiente del Estado y el sistema capitalista.
El proceso más rupturista de las editoriales independientes hace su irrupción en el año 2001 acompañando el estallido de la Argentina. A partir de allí se comenzó a gestar una revolución cultural que convergiría en la Feria del Libro Independiente. En ese evento de carácter periódico se darían cita las múltiples expresiones de edición independiente de Argentina, destacándose artistas como Diego Arbit, Pablo Strucci, Diego Rojas, Dafne Mociulski, Ezequiel Abalos, Humo Suburbano, Galundia Moera, Santos Goñi y otros.
Desde principios del 2000 un grupo de escritores se agrupaban frente del predio de la Rural de Palermo, donde se realiza la Feria Internacional del Libro, evento hegemónico organizado por la Fundación del Libro, socia del grupo Clarín. Allí este grupo de escritores intentaba vender sus precarias publicaciones en forma de fanzines, fotocopias, etc, para repudiar a la Feria oficial que solo albergaba a grandes y sofisticadas editoriales y librerías.
Al poco tiempo fueron desalojados del lugar, pero el proceso siguió creciendo. Posteriormente estos escritores se nuclearon en la Feria del Libro Independiente (FLIA), en espacios recuperados de centros culturales o fábricas autogestionadas por sus trabajadores. Las Editoriales predominantes en el escenario local eran pocas, entre ellas Milena Cacerola, Eloísa Cartonera, El Asunto y algunas otras que también acompañaron el proceso de la Feria del Libro Independiente.
Desde el 2006 comenzó a realizarse y con una continuidad de varios años centralizados primero en Capital Federal y después en la provincia de Buenos Aires y las provincias. Posteriormente llegaron a articular con editoriales de países vecinos como Chile y Uruguay.
La Feria del Libro Independiente fue hija dilecta del Argentinazo y el 2001, las editoriales independientes fueron paridas en ese espíritu combativo. Sin embargo la burguesía se daría una política de cooptación como hizo con toda la efervescencia pos 2001. No obstante en sus inicios ese espacio de escritores y editoriales independientes como todo proceso contuvo múltiples matices. Al principio sostuvo una mirada anarquizante de anti-todo y “Que se vayan todos”, pero poco a poco y debido a no construir un programa claro se fue diluyendo y muchos de sus principales referentes se fueron sumando a propuestas del Estado.
El kirchnerismo tuvo una política para incorporar artistas a su cosmovisión de la sociedad, así como lo tuvo con otras áreas. Indudablemente la política cultural fue destacada. No obstante eso les restó independencia a las propuestas literarias y editoriales. Es valioso contar con espacios para poder difundir la obra propia. Sin embargo siempre fueron favorecidos aquellos espacios que exhibieran la identificación con dicho espacio político. Elegir el camino de la independencia artística y editorial no resultaba sencillo. Sin embargo muchos proyectos mantuvieron su dignidad, ergo, su independencia y su propia identidad.
En los últimos años los municipios del conurbano bonaerense comenzaron a realizar Ferias del Libro de carácter local y con el padrinazgo de la Fundación del Libro. En dichos espacios comenzaron a ser acogidas editoriales independientes de la región. En Morón, Moreno, Avellaneda, Lanús, Malvinas Argentinas y Hurlingham se viene realizando desde hace unos pocos años este evento y se les ofrece participar a estos proyectos independientes, también tienen su espacio librerías de bastante renombre zonales y los consabidos colaterales de la Fundación del Libro/Clarín como la librería “Cúspide”. Se les cobra el espacio y solicitan una serie de requerimientos de índole legal a las Editoriales Independientes para participar en las Ferias Municipales; los editores acceden para vender sus publicaciones y mostrar su trabajo.
En la zona norte y oeste las ferias se vienen realizando con bastante asistencia de lectores y lectoras. Las Editoriales participantes destacadas son Voces Suburbanas, Cantamañanas, Ombligo Cuadrado, Lo que vendrá Libros, Caballito de Ajedrez y otras también de carácter autogestiva.
A pesar de la enorme crisis económica que sacude al país la gente sigue editando con mucho esfuerzo sus escritos de la mano de estas Editoriales Independientes, que siguen creyendo en su proyecto, brindando asesoramiento, difusión y un trabajo de edición serio y transparente. Sin obtener sumas de dinero abultadas; todo lo contrario, construyendo proyectos a pulmón. Es un sueño que se moviliza sin pausa pero sin prisa.
Está pendiente la perspectiva de unificar esos proyectos editoriales en una cooperativa o algún espacio que las centralice para golpear con más fuerza a un mercado perverso y con reglas desiguales. Sin embargo la presencia de egos liberales y miradas mesiánicas, en algunos casos, no les permite unirse en pos de un proyecto liberador. Es la tarea que deben traccionar los editores independientes.
Hay proyectos incipientes de agregar contenido político a la edición de libros. Es el caso de “Ediciones Voces Suburbanas” de Malvinas Argentinas que organiza eventos de lectura de escritores y escritoras de la zona, e impulsa círculos de lectura con debate político. El mismo espacio también participa de eventos en la zona por casos de “Gatillo fácil” y Violencia de Género. El frente cultural contiene muchas aristas que deben ser exploradas para construir proyectos revolucionarios y de liberación. De ello dan fe tantas experiencias de la década del ‘70 que tenían una verdadera inserción en el pueblo y no una mirada elitista e intelectualoide como tienen muchas propuestas en la actualidad.
El arte debe ser popular, antiimperialista y revolucionario. Esa es la tarea pendiente.