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La “democracia” bipartidista en EE UU

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La carrera a la Casa Blanca, aún centrada en temas locales, afecta a todos los pueblos del mundo. Empezó el 1 de febrero en Iowa, en julio serán las convenciones partidarias y la elección el 8 de noviembre. Por su afán de dominio territorial, económico y político, Estados Unidos tiene en su presidente al comandante en jefe más poderoso del planeta y gasta en sus fuerzas armadas más que ningún otro país, controla uno de los 5 vetos en el Consejo de Seguridad de la ONU, tiene una estructura de Inteligencia y tecnológica capaz de espiar a otros gobiernos y puede fijar la agenda de política exterior de acuerdo a su conveniencia, decidiendo por ejemplo, si les importa más América Latina o el Medio Oriente.

También tiene más poder que el resto de los países desarrollados en los organismos de crédito lo que lo constituye en un factor de estabilidad económico y geopolítico, o una fuente de inestabilidad y crisis, como afirma Juan Carlos Hidalgo, analista del Instituto Cato un centro de estudios “libertarios” de Washington.

La interna comenzó con 12 candidatos republicanos (ahora quedan 9) y 3 demócratas. La elección es indirecta: los votantes eligen delegados y éstos votan a los candidatos. Los republicanos tienen tres candidatos con chances: Ted Cruz de Texas, Donald Trump y el senador por Florida Marco Rubio. Los demócratas que siguen en carrera son Hillary Clinton y Bernie Sanders.

Los republicanos, con algunos matices expresan lo más reaccionario de la derecha tanto en lo que hace a la política local como a la internacional. Los demócratas, por su parte, con un discurso y una agenda un poco más progresista en general, muestran marcadas diferencias de los dos candidatos. El senador Sanders fue la sorpresa en Iowa y ganó ampliamente en New Hampshire cuando la gran prensa del país lo consideraba un personaje “pintoresco” y no dejó de fustigarlo por su “discurso socialista”. Ha sido la única voz que plantea una revolución política, cuestionando la dependencia de los otros candidatos, Hillary incluida, a las órdenes de Wall Street.

Las encuestas muestran a Sanders batiendo a Trump por el doble de votos que si Hillary fuera la candidata, aunque ella sigue siendo la favorita dentro del electorado demócrata. Al conocer  los resultados de Iowa, Sanders afirmó que “la revolución política está recién comenzando”, y prometió que en caso de ganar la presidencia, incrementará el salario mínimo a quince dólares la hora, con igualdad para hombres y mujeres y denunciando además al sistema corrupto de financiamiento de las campañas. Representa al progresismo norteamericano, y tiene un visto bueno muy extendido en la población joven (60 % de los electores demócratas de 17 a 44 años). Hillary afirma que los planes de Sanders no son realistas, porque por ejemplo, nunca habrá un sistema único de salud y que no es práctico que la universidad sea gratuita para todos. No olvidemos que la ex Secretaria de Estado apoyó la guerra contra  Irak, estuvo a favor de la Patriot ACT y del NAFTA, quiere meter preso a Snowden y apoya al régimen de Israel. Para ella “tenemos que seguir luchando contra los esfuerzos globales para deslegitimar a Israel”.

Quién gane estas elecciones no es indiferente para nuestro país. Demócratas y republicanos tienen posiciones encontradas en temas que nos afectan directamente. Por ejemplo, el cambio climático. Sólo el 14% de los republicanos considera que debe ser prioritaria la lucha contra el cambio climático (en el Congreso han boicoteado iniciativas correctas de Obama) mientras que los 2 candidatos demócratas prometen profundizar el combate contra el cambio climático (un 55 por ciento de sus electores apoyan).

En materia de migraciones, lucha contra las drogas y sanciones económicas entre otros temas se acentúan las diferencias. Un triunfo de Trump hace temer la deportación de 11 millones de inmigrantes indocumentados, la construcción de un muro de 12 metros de alto en la frontera con México y la prohibición para entrar al país a musulmanes y sirios. En cambio, Sanders y Clinton prometen darle ciudadanía a los extranjeros sin papeles y ampliar el cupo de refugiados que el país acepta por año. Y con respecto a Cuba, los republicanos han defenestrado el descongelamiento con La Habana y quieren mantener el bloqueo.

Como argentinos y latinoamericanos, hemos vivido la injerencia de los norteamericanos en nuestras políticas. A veces, desembozadas apoyando golpes militares, otras, imponiendo políticas económicas, con operativos conjuntos y bases, y otras veces a través de ONG´s o fundaciones. Hubo “relaciones carnales” con Menem y algunos enfrentamientos con los gobiernos kirchneristas. Hoy Macri plantea un “vínculo maduro y pragmático”, que ya ha sido bienvenido por la Casa Blanca.

No hay que hacerse ilusiones en que quien gane vaya a gobernar en beneficio de la población de EE UU y del mundo. Todos los presidentes yanquis han sido representantes de Wall Street y de las más poderosas empresas. Y como tales diseñan sus políticas nacionales e internacionales. Nosotros decimos como el Che que no confiamos en el imperialismo “ni un tantico así”, mientras trabajamos para la construcción de un Frente Antiimperialista en el país y el  mundo.

ELENA RIVERO

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