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Esta CGT no sirve para los obreros ni para las elecciones

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La clase trabajadora sufre muchísimo el ajuste de Macri y el FMI. Las estadísticas aseguran que en el último año hubo 242.000 trabajos menos, por ese ajuste, recesión, tarifazos, apertura indiscriminada de la economía, altísimas tasas de interés y caída del consumo.

Sin embargo, la CGT del triunvirato Daer-Acuña-Schmid, que luego perdió como cosecretario general al último, hizo una larga siesta. Dejó hacer al macrismo. No convocó a paros activos ni mucho menos a planes de lucha con un programa de reivindicaciones a sostener con la movilización obrera y popular.

Había en juego muchos puestos de trabajo. En muchos pueblos y ciudades esas fábricas que cerraban o quedaban reducidas a su mínima expresión afectaban al conjunto de esas poblaciones. El eje obrero tenía alrededor suyo un amplísimo arco social que reaccionaba en solidaridad.

Pero la CGT no se calentaba. Se mantenía ausente, a lo sumo hablaba y de vez en cuando sacaba algún comunicado. Una vez, forzado por la presión de las bases, tuvo que convocar a un acto y allí perdió el control del palco. Las bases se lo coparon y le gritaron en la jeta: “ponele fecha la puta que te parió”. Huyeron. Ese fue el origen de uno de los paros que tuvo que convocar esa CGT, aunque siempre fueron domingueros.

En total hubo cinco de esos paros, que paralizaron el país, pero sin ganar la Plaza de Mayo. Otros sectores sindicales y sociales sí movilizaron.

Y en 2019 directamente la podrida burocracia sindical se puso en modo electoral. “Hay 2019” dijo, en sintonía con el Partido Justicialista, el Frente para la Victoria, el Frente Renovador y Alternativa Federal, o sea todas tendencias del peronismo.

Pero ahora se ve que ni siquiera la CGT sirve para ganar las elecciones. Como el peronismo se dividió en al menos dos tendencias, el Frente para Todos y Consenso 2030, aquella burocracia, muy oportunista, ha decidido no jugar completa y abiertamente por Alberto Fernández.

En esto la CGT es muy parecida al gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, un gran amigo de Macri que revista en el Partido Justicialista y fue animador de la “tercera vía”, Alternativa Federal. Ese gobernador recibió a Fernández, pero no adhirió al FdT ni llamó a votarlo sino a cortar boleta presidencial y votar su propia lista de diputados nacionales.

Eso es centrismo formal y macrismo de hecho; procura darle una mano indirecta o no tan pública al candidato del PRO-Cambiemos. Reciben a Fernández, pero también a Pichetto y Lavagna. La idea es no quedar pegados al frente dentro del cual va el kirchnerismo, aunque como segunda figura, para quedar bien parados en las dos hipótesis.

Si ganan los Fernández, la CGT dirá que el martes 16 de julio recibió a Alberto Fernández en la sede de UPCN. Y que todos los dirigentes presentes llamaron a votarlo, como dijo Héctor Daer.

Si gana Macri dirán que ellos lo ayudaron con su “neutralidad benévola”, vía Pichetto unos y Luis Barrionuevo con la lista de Lavagna-Urtubey, quitándole algunos votos al peronismo-kirchnerismo-massismo.

NO TODOS SON BURÓCRATAS

Está clara nuestra crítica a esa podrida burocracia que, además de sus sucios negocios y por eso mismo, se mantiene aferrada a sus sillones por 33 años, como Armando Cavalieri.

Hay otros dirigentes que son combativos y honestos, por más que no sean tan conocidos a nivel nacional. Daniel Catalano, de ATE Capital, Gabriel Suárez de Luz y Fuerza de Córdoba, Mariano Cuenca del sindicato del Azúcar de San Isidro y representante del noroeste en la Federación de Azucareros, Vanesa Siley de Judiciales, Walter Correa de Curtidores, nuestros camaradas Jorge Ramírez, Rubén Schaposnik e Irina Santesteban, y muchos más.

También hay sindicalistas con buenas posiciones hoy, al margen de sus erróneas posturas de antaño, como Hugo Moyano. Hay otros muy dignos en la Fuerza Sindical para el Modelo Nacional, como Palazzo, Yasky, etc. Este sector sí ha promovido paros y movilizaciones, y hoy está activando la campaña del Frente de Todos, para derrotar a Macri.

Por eso el PL y las ABC quieren movilizar contra Macri, debido a su gobierno destructivo y a las barbaridades que hará en caso de reelección, como la reforma laboral y la reforma previsional.

Una parte de los sindicalistas que movilizan, insisten en la necesidad de la “unidad” con la CGT en una entidad única. Error. En la historia del movimiento obrero casi siempre existieron dos centrales, una de contubernio con el gran capital y otra de resistencia y movilización. Eso será válido después del 10 de diciembre próximo. Unidad amplia, pero sin los burócratas traidores y reivindicando el legado de Tosco, Salamanca, López y Weisz, Ongaro, Abdala, Piccinini y SITRAC.

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