Juventud
El PC apoyó a la dictadura de los generales Videla y Viola
FUE RESPONSABILIDAD DE SU COMITÉ CENTRAL, NO DE TODO EL PARTIDO
SERGIO ORTIZ. 12 de mayo de 2023
HUBO COMPLICIDAD DE LA DIRIGENCIA
El apoyo de la dirigencia del Partido Comunista Argentino a la dictadura militar-cívica de Videla reaparece periódicamente en la política y los medios. Ahora fue a raíz de declaraciones del ex fiscal adjunto en el Juicio a las ex Juntas Militares, Luis Moreno Ocampo, en el programa Desiguales, de la Televisión Pública, el 4 de mayo pasado. Expresó: “¿vos sabés que el Partido Comunista apoyaba a Videla? Ellos apoyaban específicamente a Videla porque creían que era el moderado. El Partido Comunista era un partido de izquierda que apoyó la dictadura militar y cubrió la represión. Al Partido Comunista no lo torturaban ni lo secuestraban si vos mostrabas la credencial. En Córdoba sí y por eso Videla se pelea con Menéndez”.
Esa crítica motivó que el partido aludido saliera a desmentirla y tuviera derecho a réplica en ese programa. Dijo que eran mentiras; que el PC había tenido muchos secuestrados y desaparecidos. Incluso fue más allá, pavoneándose con que había sido el único partido querellante en juicios por delitos de lesa humanidad.
Como es un tema político y de carácter histórico, el Partido de la Liberación (PL) reafirma su opinión, que ya la ha expresado con anterioridad, apegándose a la verdad. Sobre todo es para información de la militancia más joven, que no vivió aquella época.
Es verdad que la dirigencia del PC apoyó a la dictadura de Videla, en especial a ese sector que también integraba el general Roberto Viola. Llegó a decir que Videla era democrático y Viola era nacionalista.
Antes del golpe del 24 de marzo de 1976 aquella dirigencia proponía un gobierno cívico-militar como alternativa a la crisis que se vivía en el último tramo de Isabel Perón. El Partido Comunista Revolucionario, PCR, por su lado, apoyaba al gobierno de Isabel y López Rega, de la Triple A, considerándolo “nacionalista”, frente al peligro de golpe de estado “prorruso y proyanqui”, en ese orden de probabilidades. El PC, como se dijo, creía que lo mejor era que terminara el isabelismo con un movimiento cívico-militar, con generales como Videla y Viola.
En cambio nuestro Partido, que en enero de 1976 había cambiado su nombre por el de Partido Comunista (marxista-leninista), ex Vanguardia Comunista, alertaba contra un inminente golpe fascista, oligárquico y proyanqui. Y planteó la consigna de “Si hay golpe, Parar, Ocupar y Luchar”.
La Junta Militar decretó la ilegalización y disolución de nuestro Partido, el PCR y otras cuatro agrupaciones. Las organizaciones guerrilleras ya habían sido declaradas ilegales por el gobierno justicialista. El PC no fue incluido en la lista de disoluciones sino que, al igual que el PJ, UCR, MID y demás partidos burgueses, fue suspendido en sus actividades políticas.
Al día siguiente del golpe, el 25 de marzo de 1976, el comunicado oficial del PC, daba su apoyo inicial a la dictadura. Textual: “Los actores de los sucesos del 24 expusieron en sus primeros documentos sus objetivos, que podríamos resumir de la siguiente manera: Fidelidad a la democracia representativa con justicia social, revitalización de control del Estado sobre aquellas ramas de la economía que hacen al desarrollo y a la defensa nacional, defensa de la capacidad de decisión nacional. El Partido Comunista, aunque no comparte todos los puntos de vista expresados en los documentos oficiales, no podría estar en desacuerdo con tales enunciados, pues coinciden con puntos de su programa”.
Agregaba: “También expuso su propósito de poner fin a la subversión. Es conocido el punto de vista del Partido Comunista sobre las actividades de la supuesta ultraizquierda, que siempre repudió. La guerrilla se combate, sobre todo, suprimiendo las causas sociales que la generan, como se reconoce en documentos militares. El Partido Comunista considera auspicioso que la Junta Militar haya desechado una solución pinochetista”.
Dos semanas más tarde, el 8 de abril de 1976, el PC publicaba en Tribuna Popular: “Todo el país escuchó con sumo interés el discurso inaugural de Videla. En cuanto a sus formulaciones, afirmamos enfáticamente que constituyen la base de un programa liberador que compartimos. El general Videla no pide adhesión, sino comprensión. La tiene”.
NO FUE UN APOYO BREVE SINO DE CUATRO AÑOS
Mientras la conducción nacional del PC planteaba estos puntos de vista “comprensivos” con la dictadura, el régimen más sangriento de la historia arrasaba con los derechos laborales y derechos humanos, el 2 de abril asumía José A. Martínez de Hoz el súper ministerio de Economía, se arrasaba la industria nacional y las conquistas sociales, se secuestraba y asesinaba, etc. La Junta Militar era el Poder Ejecutivo, las tres Fuerzas Armadas eran la CAL o “Congreso”, se repartían las gobernaciones, etc.
Frente al aumento de violaciones a los Derechos Humanos, incluso a afiliados del PC, hubo algunas críticas internas. El secretario general, Gerónimo Arnedo Álvarez, que estuvo en ese cargo desde marzo de 1963 hasta junio de 1980, frenó esos cuestionamientos diciendo: “no es tan overo el tigre como lo pintan, hay muchos timbres por tocar”. Obvio se refería a militares amigos del sector videlista, con los que tenían relación y reuniones. Por ejemplo, el comité provincial del PC de Córdoba, con su secretario político Ricardo Clementi a la cabeza (miembro del Comité Central) y otros dirigentes, tuvieron en 1976 una reunión con el gobernador e interventor de Córdoba, general Carlos Bernardo Chasseing. Dijeron que había sido muy positiva…
Fue un apoyo de años, mientras los hombres fuertes de esa dictadura y presidentes fueron los generales Videla y Viola. Recién se cortó cuando ese lugar fue ocupado por el general Leopoldo F. Galtieri, desde diciembre de 1981.
Para colmo desde 1977 Jimmy Carter era el presidente de Estados Unidos y fue receptivo a algunas denuncias de violaciones a los Derechos Humanos en Argentina, receptadas por la CIDH, que envió al año siguiente una misión de observación al país. Y todavía la cúpula del PC seguía en actitud cómplice. Roberto Vallarino, uno de sus dirigentes, fue entrevistado en junio de 1978 por la Revista Cambio 16 en España y preguntado sobre el régimen militar, contestó: “Muy sumariamente diría que hay por un lado elementos pinochetistas ultrarreaccionarios, y por el otro elementos progresistas, de tendencia democrática”. “¿Quiénes son esos elementos progresistas?”, preguntó el periodista. “Si quiere nombres le diré: Videla, Massera, Agosti, Suárez Mason, por ejemplo”. ¿Eso quiere decir al fin y al cabo, en cuanto a tendencia, que el gobierno actual de la Argentina es un gobierno progresista?, le volvieron a requerir. Vallarino respondió: “Es un gobierno en el que hay elementos progresistas, que de hecho son hegemónicos dentro de él” (citado por Otto Vargas, discurso del 24 de marzo de 2006).
El secretario general Arnedo Alvarez en setiembre de ese año 1978 escribió en la revista partidaria Fundamentos: “Las fuerzas más reaccionarias, aleccionadas por la CIA y bajo su dirección, han desatado una campaña terrorista de intimidación y una intensa acción psicológica, tratando de influir en el estado de ánimo de las masas y de ciertos dirigentes, haciendo correr el desaliento y la voz de que esto ya es una dictadura”.
Y por supuesto que era una dictadura. Además de tantos militantes populares secuestrados y asesinados en esos dos primeros años de terrorismo de Estado, nuestro partido VC, actual PL, había sufrido un mes antes de esas deplorables opiniones de Arnedo Alvarez la desaparición de Roberto Cristina y la mayor parte de nuestro Comité Central y los comités regionales de Capital Federal y provincia de Buenos Aires, llevados al centro de exterminio “El Vesubio”, que dependía del I Cuerpo de Ejército, de Carlos Suárez Mason.
Esas contradicciones de la administración Carter con el videlismo llevaron a Athos Fava y Fernando Nadra a viajar en 1978 a Estados Unidos a hacer campaña contra el supuesto error estadounidense de cuestionar a la dictadura argentina.
Recapitulando la postura del PC en esos primeros años de dictadura, otro dirigente, Orestes Ghioldi, dio un reportaje a la revista América Latina, del Instituto de América Latina de la Academia de Ciencias de Moscú. Afirmó: “En esas circunstancias (1976) los comunistas dijimos que el dilema era ‘democracia o pinochetismo’. Advertimos contra el peligro de un golpe similar al que asolaba a Chile, y proclamamos nuestra decisión de luchar por una democracia renovada. Señalamos que era auspicioso que se hubiese desechado en ese instante una solución pinochetista; pero que nadie debía desarmarse, que en el seno de las fuerzas armadas y fuera de ellas se esconden también pinochetistas en acecho que sueñan con un baño de sangre”.
Estados Unidos impuso a la URSS un boicot político y cerealero, supuestamente para castigar su entrada de tropas a fines de 1979 en Afganistán. Y la dictadura, no tanto por simpatías rusas sino para hacer negocios, decidió aumentar sus ventas al mercado soviético, no sumándose a ese embargo. Conociendo la tradicional obediencia, sin lugar a críticas, de la dirigencia del PC argentino hacia el PCUS, aquello debe haber influido en un reforzamiento de argumentos para seguir estando del lado de Videla. Toda una enseñanza para los marxista-leninistas de todos los países del mundo: hay que tener opiniones propias y no ser embajada-dependientes de nadie.
LOS RESPONSABLES Y LAS VÍCTIMAS DE LA REPRESIÓN
Nuestro partido criticó aquellas políticas, puntualizando que el cuestionamiento iba a la dirigencia del PC, en especial a quienes tenían mayores responsabilidades, los dirigentes del Comité Central, integrado por 59 miembros titulares y 19 suplentes. Los del Comité Ejecutivo eran Héctor Agosti, Oscar Arévalo, Gerónimo Arnedo Álvarez, Ricardo Clementi, Alcira De la Peña, Athos Fava, José María García, Orestes Ghioldi, Rodolfo Ghioldi, Rubens Iscaro, Ariel Mariani, Florindo Moretti, Fernando Nadra, Hugo Ojeda, Jorge Pereyra, Irene Rodríguez, Héctor Santaren, Pedro Tadioli. El secretario general de la Federación Juvenil Comunista era Patricio Echegaray.
Es cierta otra cosa que dijo Moreno Ocampo. Esos dirigentes decidieron que los militantes del PC debían ir con el carnet de afiliado encima para que en caso de controles policiales o militares en la vía pública aclararan que eran de ese partido legal y no guerrilleros. Los presos políticos del PC en las cárceles no querían compartir pabellones con los compañeros del PRT, Montoneros y otras organizaciones revolucionarias. Otro dato en la misma dirección: en los años ‘80 Lucas Orfanó me contó que habían fundado Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas, en calle Ríobamba, en el barrio del Congreso, porque la dirección del PC no les prestaba el local para reuniones de padres, incluso afiliados, donde trataran los casos de detenciones o desapariciones de sus hijos guerrilleros.
Dicho sea de paso, esa política del PC contra los movimientos revolucionarios se repitió en enero de 1989 cuando el MTP dirigido por Enrique Gorriarán Merlo atacó el cuartel de Tablada. El PC y su aliado trotskista MAS tildaron de contrarrevolucionaria esa acción; Luis Zamora envió condolencias al sepelio de algunos militares. En cambio nuestro partido criticó la acción guerrillera como un grave desacierto político y militar, pero puso énfasis en la represión criminal del Ejército, en los muertos y los cuatro desaparecidos del MTP, que eran militantes populares. Y desde el primer día el PL reclamó la libertad del cura Antonio Puigjané.
El descargo que hizo el PC, tras las declaraciones de Moreno Ocampo fue que tuvo muchos desaparecidos. Es verdad. Deben haber sido más de un centenar, entre ellos los casos muy conocidos de Alberto Caffaratti, dirigente de Luz y Fuerza de Córdoba, la abogada Teresa Israel, el adolescente Floreal Avellaneda de sólo 15 años, empalado y asesinado, y muchos otros militantes. La explicación de la dirección del PC era que esos crímenes eran cometidos por el sector pinochetista, o sea de los generales Menéndez, Camps y Suárez Mason (al que Vallarino ubicaba como videlista), almirante Emilio Massera, etc, pero no de Videla-Viola. Como fuere, el PC tuvo muchos mártires y presos políticos, etc, y en ese sentido Moreno Ocampo no dijo toda la verdad sino sólo una parte al omitir esos muchos desaparecidos.
En abril de 1977 el dictador Videla dio un reportaje y fue de nuevo muy elogiado por la cúpula del PC por su “mensaje saludable pues sus ideas interpretaban el sentimiento de la mayoría de nuestro pueblo y merecen nuestro acuerdo”. Exhortaba “a todos los sectores sociales a responder a este llamado presidencial con una amplia unidad y una puesta en marcha que impulse el diálogo fecundo y la apertura política que el país reclama.”
Dos meses después, los apoderados del PC efectuaron una respetuosa presentación al ministro de Interior, gral. Albano Harguindeguy, para solicitar el esclarecimiento de un asesinato, 173 detenciones y 69 secuestros de afiliados al Partido. Remarcaban la desvinculación de los comunistas “con las acciones terroristas de uno u otro signo”. Aclaraban que, en cualquier caso, “los hechos ocurridos (sic) con afiliados del Partido Comunista y de su Federación Juvenil, como también contra sus bienes materiales, no han alterado nuestro enfoque global del conjunto de los problemas nacionales”, consistente en “clarificar y ayudar a encontrar los mejores senderos que conduzcan a alcanzar un diálogo franco y fecundo entre pueblo y Fuerzas Armadas”. “Comunicado de prensa”, 08/06/77. Citado en “Las izquierdas argentinas y el golpe de Estado de 1976: el caso del Partido Comunista de la Argentina”. Cernadas, Jorge (UBA – UNGS) y Tarcus, Horacio (UBA – CeDInCI; SECyT – ECOS).
El PL rinde siempre homenaje a los 30.000 desaparecidos por la dictadura militar-cívica, incluyendo por supuesto a los militantes y afiliados del PC. Ese criterio de unidad es válido para ese período de tiempo que estamos analizando y también para hoy, cuando la actual dirección de Víctor Kot comete otros errores, claro que no horrores como aquellos, al permanecer hasta hoy como integrante del Frente de Todos, que cogobierna con el FMI y causa gran daño al pueblo mediante el ajuste del gobierno de Alberto Fernández, Cristina Fernández y Sergio Massa. Al criticar ese oportunismo, estilo furgón de cola de un sector de la gran burguesía nacional, el PL siempre distingue entre los responsables políticos de esa desviación y los miles de compañeros que militan sinceramente en esa organización porque creen que así sirven a la liberación nacional y el socialismo.
Esta desviación oportunista de derecha es una nueva demostración de que la autocrítica del PC en su XVI Congreso de noviembre de 1986 fue un paso positivo, pero corto. Ese cambio hacia la izquierda explica que apoyaran al FMLN en El Salvador y que allí cayera luchando el dirigente de la FJC, el joven internacionalista Marcelo Feito, en septiembre del año siguiente.
Pero esa rectificación no fue a fondo. No admitió la complicidad flagrante con la dictadura sino una “insuficiente asimilación del marxismo-leninismo”. No hacía falta ser marxista-leninista para saber que la Junta Militar y el plan Martínez de Hoz eran terrorismo de Estado al servicio de la oligarquía, los monopolios y el imperialismo. Lo comprendieron desde el primer día muchísimos argentinos de a pie, más allá de que fueran peronistas, montoneros, guevaristas, cristianos, radicales, intransigentes, marxistas, independientes, obreros, curas, estudiantes, abogados, periodistas, vecinos, conscriptos, etc. Hebe Bonafini era una ama de casa sin ninguna formación y supo que eso era una dictadura militar, actuando en consecuencia.
No podía haber confusiones pues el 23/10/1975 el general Videla, en la XI Conferencia Ejércitos Americanos, realizada en Montevideo, había declarado con total claridad: “En la Argentina van a tener que morir todas las personas que sean necesarias para lograr la seguridad del país”.
La autocrítica es algo esencial en un partido marxista-leninista, por doloroso que sea el tema. Es una asignatura pendiente de la dirección del PC, que en vez de hacerla en serio ahora dice ser el único partido de Argentina querellante en los juicios de lesa humanidad. Falso. Sin negar que hayan sido querellantes, por medio de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, lo que es encomiable, muchos organismos de derechos humanos y organizaciones políticas, el PL entre ellas, han sido querellantes y testigos por medio de sus abogados, militantes y sobrevivientes. Por ejemplo, nosotros lo fuimos en los tres juicios de “El Vesubio” donde fueron desaparecidos nuestros camaradas en 1978 y gracias a todos allí hubo condenas a los genocidas.
Compañeros dirigentes del PC, mejor sería un poco más de modestia. O mejor aún, un cacho de autocrítica, para tener un rol más positivo en la lucha de clases, sobre todo en medio de la profunda crisis política y económico-social que recorre a la Argentina. Hay que aprender a conjugar el verbo equivocarse en primera persona del singular y en primera persona del plural, sin negar ni diluir los errores y horrores propios. Deberían hacerlo en nombre de sus propios camaradas desaparecidos.