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BREVES INTERNACIONALES
México, ganó Claudia Sheinbaum
En las elecciones presidenciales del 2 de junio en México ganó la candidata del oficialista Morena, Claudia Sheinbaum, continuadora de los seis años de presidencia de Andrés Manuel López Obrador, AMLO. Sheinbaum es una académica y científica, feminista y ecologista, que viene de gobernar México DF y será la primera mujer presidenta en la historia mexicana.
Su triunfo fue muy amplio. Obtuvo el 59 por ciento de los sufragios, 35 millones de votos en todo el país, que además de otorgarle la presidencia le permitió ganar en 7 estados de los 9 que renovaban sus Ejecutivos. La oposición se quedó solo con dos; Morena volvió a ganar en la capital y seis estados. De los 32 estados del país, en las presidenciales Scheinbaum se impuso en 31, con 6 por ciento más que la cosecha electoral de AMLO en 2018. De esos 32 estados incluida la Capital, la presidenta electa y sus candidatos van a gobernar 28, lo que confirma que su triunfo no fue apretado ni mucho menos.
Es muy interesante que la derecha mexicana, representada por el PAN y el PRI, quedara muy lejos. Su candidata, Xóchitl Gálvez, de la coalición Fuerza y Corazón por México, apenas tuvo 28 por ciento de los sufragios, 31 por ciento menos que la ganadora. Estamos hablando de un partido, como el PRI, que fue hegemónico durante 70 años, y del PAN, que antes había capitalizado la decrepitud de ese aparato tan corrupto. Otras agrupaciones, que en su tiempo tuvieron bastante peso, como el PRD de Cuahtémoc Cárdenas, ex jefe de gobierno del Distrito Federal, quedaron al fondo de la tabla, con menos del 3 por ciento.
La victoria de la candidata de Morena y sus representantes en todo el país azteca fue tan amplia. Eso evidentemente muestra que el apoyo del electorado era muy importante, dentro del 60 por ciento del padrón que se presentó a votar. Entre otras cosas porque el gobierno de AMLO ha mantenido políticas nacionales de apoyo a la población vulnerable, con varios programas estatales que materializan esa ayuda con fondos provenientes de las rentas de Pemex, la empresa estatal de petróleo y gas. Acotación al margen, todo lo contrario de las políticas en esta materia del neofascista Javier Milei y en general del neoliberalismo en la región.
Scheinbaum va a continuar con esos programas y esas políticas progresistas, con las que no simpatiza para nada la derecha y tampoco su vecino del Norte, el imperialismo yanqui.
Otro aspecto positivo en política internacional es que la presidenta electa, que asumirá el próximo 1 de octubre, es de origen judío, progresista, que ha formulado críticas al genocidio que está cometiendo Benjamin Netanyahu en Gaza. Otra diferencia importante con gobiernos prosionistas como el de Milei.
Obvio que resaltar esos aspectos positivos no supone caer en la ingenuidad ni oportunismo de sostener que se abre un ciclo combativo o antiimperialista. No lo fue AMLO ni lo será, en principio, su sucesora, quien ya declaró que se propone mantener la “amistad” con los EE UU. Como se recordará, esos gobiernos han sido parte y mantienen su Tratado de Libre Comercio con Yanquilandia y Canadá, el similar al ALCA que se enterró en 2005 en Mar del Plata.
Dentro de esa corriente “progre”, hay matices, como el chileno Gabriel Boric, a la derecha, o el colombiano Gustavo Petro, con posiciones más positivas. El caso de México es muy complejo, con sus 3.000 kilómetros de frontera con el mal vecino que le robó con guerras la mitad de su territorio. Y justo antes de las elecciones de noviembre próximo, cuando tanto Biden como Trump hacen campañas con la bandera de endurecer las condiciones para los inmigrantes que cruzan la frontera desde México. Antes era una bandera y medidas de Trump y ahora son decisiones también de Biden. Los yanquis acusan a las autoridades mexicanas de esa inmigración “ilegal”, así como del accionar de los carteles de narcotraficantes. En ese tema ya AMLO hizo muchas concesiones, autorizando a las Fuerzas Armadas a “luchar” contra el narcotráfico, una militarización que no ha logrado resultados positivos.
Por eso, sobre los resultados de esas elecciones, sintetizaríamos con una frase conocida por nosotros: “positivo, con límites”.
Creció la derecha y ultraderecha en Europa
Del 6 al 9 de junio hubo elecciones para elegir 720 representantes al Parlamento europeo, en los 27 países miembros de la Unión Europea. Se elegían 96 diputados alemanes, 81 franceses, 76 italianos, 61 españoles, 53 polacos, 33 rumanos, 31 holandeses, 22 belgas, 21 griegos, checos, suecos, portugueses y húngaros, 20 austríacos, 17 búlgaros, 15 daneses, finlandeses y eslovacos, 14 irlandeses, 12 croatas, 11 lituanos, 9 eslovenos y letones, 7 estonios y 6 chipriotas, luxemburgueses y malteses.
Se sabía que iban a avanzar la ultraderecha o neonazis, que en noviembre pasado habían ganado en los Países Bajos con Geert Wilders y su Partido de la Libertad. Y amenazaban ganar en esta ocasión en otros países. Eso sucedió a medias, porque para ellos fue una victoria memorable la de Francia, donde el partido de la Reagrupación Nacional, ex Frente Nacional, de Marine Le Pen, fue la primera fuerza con el 32 por ciento de los votos, doblando a la candidata del presidente Emmanuel Macron, que apenas tuvo el 15.
Esa catástrofe obligó a Macron, el domingo 9 a la noche, anunciar la disolución del Parlamento y convocar a elecciones anticipadas en Francia para el 30 de junio donde perdería a manos de Le Pen.
Sin ganar, de todos modos fue muy significativa la performance de los neonazis de Alternativa por Alemania (AfD), segunda fuerza con el 16,5 por ciento, detrás de la derecha democristiana (CDU) que antes expresaba la ex canciller Angela Merkel. El partido del canciller socialdemócrata Olaf Scholz llegó en tercer término, otra muestra de que a los gobernantes, como él y su colega Macron, les fue muy mal. Eso también le sucedió al español Pedro Sánchez, del PSOE, superado por la derecha del PP de Alberto Núñez Feijóo. Los neonazis de Vox, muy amigos de Milei, fueron terceros lejos, con 9,6 por ciento, pero igual mandarán 6 diputados al Europarlamento.
A la gobernante neofascista Georgia Meloni, de Fratelli de Italia (FDI), le fue bárbaro. De todos modos en ese país, como reflejo de lo ocurrido en el resto de Europa, sólo votó el 48 por ciento del padrón.
Desinterés ciudadano, fruto de las decepciones de los diferentes gobiernos europeos, crecimiento de la derecha extrema aunque por ahora sin poder superar a la derecha en el conjunto de los 27 estados, y una presencia mínima de la izquierda, tal el balance negativo y decepcionante que dejan estos comicios.
La fruta podrida del postre fue la reunión del G-7 en Italia, donde decidieron involucrarse más en la guerra de Ucrania contra Rusia, utilizando los fondos rusos bloqueados ilegalmente para ayudar al neonazi Volodimir Zelensky, usando los intereses, 5.000 millones de dólares para él. Y también usar esos fondos como garantía para un crédito de otros 50.000 millones con el mismo destino. La derecha y ultraderecha europea, bajo la tutela yanqui y de la OTAN, están muy preocupadas por la guerra que viene ganando la Rusia de Vladimir Putin.
SECRETARÍA DE RELACIONES INTERNACIONALES DEL PL