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A la izquierda del FITU no está la pared

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NOTAS POLÍTICAS

            Para los medios de incomunicación, léase Clarín y toda su runfla comunicacional, la izquierda en el país es el Frente de Izquierda y los Trabajadores-Unidad, integrado por cuatro formaciones trotskistas: PO, PTS, IS y MST.

            En buena medida por esa propaganda, pero también por otros motivos más valederos, como es su presencia política, sindical y parlamentaria, sectores populares creen también esa versión. La izquierda sería el FITU. Parafraseando a los kirchneristas de sus mejores tiempos, podríamos decir “a la izquierda del FITU está la pared”. No era así antes y tampoco es así ahora. A la izquierda del FITU hay mucho.

            Esos partidos deberían ser catalogados como “izquierda trotskista”. O sea, una variante de la izquierda, pero de ninguna manera su representación única. Incluso se puede discutir si son o no son de izquierda, con argumentos bien atendibles. Y, aún en el caso de admitir que lo son, eso no puede negar que la izquierda tiene otros representantes marxista-leninistas, como el PL, y que hay izquierda peronista o nacional y popular, cosa que ni Clarín ni el FITU van a admitir.

            Para evitar equívocos, el PL cree que la mayor presencia política trotskista no es producto de ninguna invención de Clarín, que en todo caso magnifica su existencia. Ni es por una maniobra de los servicios o del gran capital, como a veces plantean ciertos críticos del trotskismo.

            No. Los socios del FITU se han ganado un lugar preponderante de la izquierda en base a su trabajo gremial y político, a su unidad y coordinación en las elecciones, a su uso de las redes y medios para llegar a más gente. Y también, último pero no menos importante, el trotskismo se benefició largamente porque hubo una izquierda reformista y oportunista que entró en crisis, siendo furgón de cola hasta hoy de la gran burguesía, el peronismo y el Frente de Todos. Caso de la cúpula del PC y socios menores de los Fernández. Eso dejó el andarivel de izquierda casi vacío para que lo transitara el FITU. El PL, una fuerza revolucionaria pero pequeña, con limitaciones políticas y de desarrollo, no pudo ser alternativa al trotskismo. Tendrá que hacer un gran esfuerzo para disputar esa dirección porque bajo la hegemonía del trotskismo, la izquierda no tendrá perspectiva antiimperialista y de poder en la Argentina.

LOS ACIERTOS

            El trotskismo está presente en buena parte de reclamos obreros y populares. Es uno de sus méritos principales. No tanto en el  movimiento obrero fabril salvo Neumáticos y Frigoríficos, sino entre otros sectores asalariados, como docentes, universitarios, etc. Es muy importante su trabajo entre los desocupados que cobran Potenciar Trabajo, por ejemplo las miles de familias que hicieron un acampe de dos días reclamando aumentos frente al despacho del ministro Juan Zabaleta.

            En esos reclamos los trotskistas son objeto de represión. Los detienen y procesan como a César Arakaki, Daniel Ruiz y Sebastián Romero, en tiempos macristas. Y hoy en Jujuy, donde detuvieron a Sebastián Copello y Juan Chorolque, del Partido Obrero y el MTR 12 de Abril, respectivamente. Esa participación aumenta su prestigio. Y más cuando resisten la campaña del gobierno, la derecha del JxC y la derecha fascista, que consideran a los cortes de calles como extorsión, dicen que deben ser reprimidos y que quienes corten deben ser privados de los planes sociales.

            En la legislativas de noviembre de 2021 el FITU obtuvo casi 1.5 millón de votos, fue tercera fuerza nacional y logró 4 diputados que tuvieron una buena conducta el 10 y 11 de marzo pasado, al votar en contra del vergonzoso acuerdo con el FMI.

LOS LÍMITES INSUPERABLES

            A su vez los representantes del trotskismo no son la verdadera izquierda ni son sinónimo de lucha por el socialismo. No tuvieron, no tienen ni tendrán una estrategia de poder para imponer un gobierno obrero y popular. Ese objetivo para cambiar la sociedad capitalista dependiente actual no se logrará por el camino de las elecciones y las reformas parciales sino con grandes levantamientos, como ilustra la historia del movimiento obrero mundial, desde la Comuna de París en 1871, la insurrección de Petrogrado en 1917, la guerra popular en China y la Sierra Maestra de Cuba. Que hay que tener tácticas y acumular fuerzas, no caben dudas. Pero no se puede renegar de la Generación del ‘70 como hace el trotskismo y reemplazar a los soviets por una cooperativa electoral donde ni siquiera pueden unir sus bancadas.

            Una estrategia de poder precisa de algo elemental, como la definición de amigos y enemigos. Y el trotskismo no entiende que el enemigo principal en Argentina y el mundo es el imperialismo, sobre todo el yanqui. Y que sus aliados centrales son los monopolios, la gran burguesía de inversiones múltiples y la oligarquía terrateniente.

            No lo entienden ni lo quieren entender. Ni adentro de Argentina ni en el mundo. Esto explica que desde el 24 de febrero se ubicaron como activos denunciantes de Rusia por su operativo militar especial en Ucrania.          

            La Fracción Trotskista – Cuarta Internacional (FT-CI), integrada por el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) emitió un documento donde sostuvo: “La invasión rusa de Ucrania es una acción claramente reaccionaria, donde una potencia que tiene el tercer ejército del mundo y armamento nuclear invade militarmente un estado fronterizo para imponer sus propias condiciones e intereses”. Los cuatro diputados del FITU se fotografiaron el 1 de marzo con pancartas contra “la invasión de Rusia”. Bien podrían haberse sumado a la foto Alberto Fernández y Mauricio Macri… Llevaron esa consigna entre las principales a la marcha del 24 de marzo, por Memoria, Verdad y Justicia, siendo que los 30.000 desaparecidos lucharon contra el imperialismo y la OTAN.

            El 12 de mayo de 2017, hace casi cinco años, otro partido del FITU, IS, marchó en Buenos Aires a la embajada de Venezuela, a exigir la renuncia de Nicolás Maduro, “por reprimir y hambrear al pueblo”, en coincidencia con el imperialismo. Ídem en febrero de 2022 hizo Política Obrera: fue a la embajada de Cuba a solidarizarse con el motín contrarrevolucionario de julio en La Habana.

            Tampoco dan en el blanco con los aliados internos del imperialismo. Por eso el MST de Vilma Ripoll marchaba junto a la oligárquica Mesa de Enlace en 2008, en contra de las retenciones a las exportaciones de soja. Confundían oligarcas con chacareros…

            En eso son tan amplios, como son sectarios con sectores populares del peronismo, con quienes no quieren ninguna iniciativa en común. Como regla no reclaman la libertad de Milagro Sala. Rechazan en bloque el proyecto de ley para captar fondos fugados en dólares al exterior. No acompañaron a Hebe de Bonafini en su propuesta de un paro general contra el ajuste. Hablaron de “infiltrados” en las luchas por Santiago Maldonado y ahora contra los que tiraron piedras al Congreso que votaba el acuerdo con el FMI. Descalifican a Cuba porque habría restaurado el capitalismo y a China como si fuera una potencia imperialista.

            En fin. Que ellos y Clarín crean que es la única izquierda en el país. No lo son. A la izquierda del FITU no está la pared.

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