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A 50 años del Cordobazo: A retomar sus banderas de lucha y aportar a un frente antiimperialista

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Proponemos a los aliados del campo popular antiimperialista debatir un documento conjunto y por eso ponemos este borrador en su consideración.

“Se cumplen 50 años de la gesta obrera y popular del Cordobazo, que significó la derrota de la dictadura del general Onganía y la apertura de un ciclo revolucionario. Las barricadas y heroísmo de los trabajadores, los estudiantes y el pueblo cordobés terminaron con la dictadura que decía tener objetivos, pero no plazos. Y abrió un tiempo de avances del sindicalismo clasista, de unidad obrero-estudiantil-popular, de cuestionamiento a la enseñanza en la Universidad, de la cultura popular, de curas del Tercermundo, de guerrilla urbana, rural y la nueva izquierda, del marxismo-leninismo y el peronismo revolucionario.

Ese tiempo revolucionario por una Patria Liberada y socialista, por una Segunda y Definitiva Independencia, etc, fue cortado por el golpe de 1976 y la dictadura militar-cívica, que endeudó el país, forzó una monopolización mayor de la economía y con el terrorismo de Estado desapareció a 30.000 compañerxs.

Esa dictadura de Videla-Massera-Agosti no surgió de la nada. Perón en 1974, profundizado luego de su muerte, por Isabel Perón y López Rega, en un sentido fascista y reaccionario con el accionar de las AAA, pavimentaron el camino para el golpe de 1976.

La resistencia de organizaciones revolucionarias a la dictadura, más el aporte de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, la solidaridad internacional, etc, fueron debilitando a la dictadura. Un sector de los gremios empezó a resistir. Y eso, más el colapso producido tras la derrota en Malvinas, en 1982, abrió el camino para la recuperación de la democracia.

No son lo mismo el terrorismo de Estado y la democracia burguesa limitada de Alfonsín y los presidentes que siguieron, de signo peronista como Menem y radical como aquél y De la Rúa.

No fueron lo mismo, pero eso no quita nuestra crítica a fondo a esa democracia con “Plan Austral” de Alfonsín, la dolarización y privatizaciones de Menem y Cavallo, de megacanje y blindaje con Estado de Sitio de De la Rúa, etc. Esos gobiernos, y también el de Duhalde, incluyeron crímenes políticos y de “gatillo fácil”, como los asesinatos y desapariciones de La Tablada en 1989, los 39 muertos del Argentinazo y los del Puente Pueyrredón en 2002.

El Argentinazo de 2001 retomó la gesta del Cordobazo, aunque sin el rol decisivo de la clase obrera. Se volvió a abrir una situación revolucionaria con el grito de “que se vayan todos y no quede ni uno solo”, con los escraches a los bancos y funcionarios, el reclamo de justicia a los genocidas antes beneficiados con las leyes del Punto Final y Obediencia Debida y los indultos.

Como subproducto de esas puebladas asumió Néstor Kirchner y posteriormente Cristina Fernández de Kirchner. Fueron gobiernos progresistas que aplicaron planes neodesarrollistas, regatearon el pago de la deuda externa y desendeudaron, pusieron fuertes límites al FMI y mejoraron las condiciones de vida y trabajo de millones de trabajadores, jubilados y humildes. Esos gobiernos también tuvieron fricciones con parte de los monopolios, como la Sociedad Rural, Clarín, las AFJP, el FMI y los “fondos buitres”. También tuvieron una muy buena política de derechos humanos y los juicios contra los genocidas, algo muy valorado.

Los gobiernos K no fueron a fondo en la lucha contra la oligarquía y el imperialismo, ni impulsaron reforma agraria ni nacionalizaron la banca ni el comercio exterior. Su modelo sojero y extractivista impulsó la llegada de Monsanto a Córdoba, la Barrick a San Juan y Chevron a Vaca Muerta. Su apoyatura sindical fueron los Gordos de la CGT. Su jefe del Ejército fue el general César Milani, que hoy está preso por delitos de lesa humanidad. Su candidato presidencial de 2015 fue Daniel Scioli, pésimo gobernador de la provincia de Buenos Aires durante ocho años.

Por eso reconocemos los méritos de los gobiernos kirchneristas entre 2003 y 2015, pero a la vez marcamos sus límites y errores propios de su condición de clase no antiimperialista. Y también vemos -no ahora sino hace mucho – la corrupción de funcionarios como Ricardo Jaime y José López.

Ha sido tan atroz el ajuste con el FMI, y la pobreza, indigencia, hambre y deuda externa que eso justifica, que, hasta el 10 de diciembre próximo, sigamos intentando echar a Macri con huelgas y movilizaciones, desbordando a la podrida burocracia sindical de Daer-Acuña-Barrionuevo-Cavalieri.

En agosto próximo son las PASO y en octubre las elecciones. Y este arco de fuerzas y corrientes antiimperialistas aspiramos a un frente amplio, progresista, con el compromiso de repudiar la deuda externa y el FMI. Un frente nacional y popular sin los traidores que en estos años han facilitado la labor entreguista y ajustadora de Macri, como Sergio Massa, Miguel Pichetto, Juan M. Urtubey y Juan Schiaretti.

Pero antes y sobre todo después de las elecciones, insistimos en un frente popular antiimperialista porque después del terremoto que significó PRO-Cambiemos para la vida de los argentinos, se necesitan cambios de fondo. La línea divisoria es “Pueblo o Monopolios”, “Patria o FMI”. Ese es nuestro compromiso y se basa en el legado histórico del Cordobazo”.

Invitamos a los compañeros del PC, Corriente 17 de Agosto, Patria Grande, MPA, Agrupación Envar el Kadri, Mocep de Salta, Unión Popular (Proyecto Tatú), RPL, La Colectiva, Villa Allende sin Mal, Comunismo Revolucionario, Tupac Amaru, compañeros independientes, etc, a reunirnos en la ciudad de Córdoba el sábado 1 de junio.

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