Liberación - Órgano de Prensa
La inflación sigue en las nubes mientras la recesión golpea cada vez más
Si la gente no tiene plata y no puede comprar, la economía no funciona.
Parece una obviedad, pero no lo es para gobiernos y funcionarios titulados que repiten medidas económicas que ya han acarreado resultados catastróficos. El ajuste llevado adelante por el menemismo (con efectos suavizados en el primer momento por la venta de grandes empresas públicas), los ajustes de De la Rúa y el que ejecutó el macrismo, nunca mostraron un crecimiento económico importante y terminaron con fuertes caídas de la actividad económica, con la consiguiente caída en la recaudación, aumento del endeudamiento y nuevos ajustes en las erogaciones del Estado.
En todos los casos, quienes sufrieron deterioro en sus condiciones de vida fueron lxs trabajadorxs (ocupadxs o no), los pequeños y medianos empresarios ligados al mercado interno, los pequeños productores rurales, los pueblos indígenas, etc. Por ejemplo, el menemismo que Milei elogia terminó su gestión con caída en el PBI, 36% de la población bajo la línea de pobreza y un 14,5% de desocupación. Y a pesar de tanto ajuste y desguace de empresas públicas, la deuda externa creció de 63.000 a 114.500 millones de dólares.
Si uno sólo se guía por los discursos, parecerían estar convencidos de que achicar los sueldos, quitar derechos laborales, imponer tarifazos brutales, etc, traería orden y prosperidad. Pero no se trata de una cuestión de fe: hay quienes aumentan sustancialmente su riqueza cada vez que se implementa un ajuste. Y modifican la estructura económica en favor de que los grupos más concentrados y ligados al comercio exterior mantengan sus prerrogatiivas.
En apenas 3 meses el gobierno de Javier Milei consiguió licuar los salarios y las jubilaciones. Los primeros perdieron más de un 20% entre diciembre y enero, sumando una nueva caída en febrero frente al aumento de precios; mientras que el gasto previsional se redujo un 33,9% en términos reales (datos de ejecución presupuestaria de la Oficina de Presupuesto del Congreso). Dicho de otro modo, las jubilaciones en su conjunto perdieron casi un tercio de su poder de compra. Y a ello debe sumarse el desfinanciamiento del PAMI y de la salud pública, así como las subas astronómicas de los medicamentos y los servicios de medicina prepaga, conformando un escenario gravísimo para los mayores.
Lógicamente, los bolsillos vacíos no ayudan a comprar ni siquiera lo más urgente y necesario. El informe de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) revela que las ventas minoristas disminuyeron en enero último un 28,5% respecto del mismo mes del año pasado, mientras que en febrero el retroceso fue del 25,5%.
Si se mira el desglose por rubros, se observa que lo que más se derrumbó fue la venta de alimentos y bebidas (37,1% en enero y 33,3% en febrero) y farmacia (48,5% en el primer mes del año, 39% en el segundo). La población comió y bebió un tercio menos que antes, y en medicamentos y otros productos de las farmacias se adquirió casi la mitad. Hay más gente que no está comiendo lo necesario y que no compra los medicamentos que necesita su salud. El reporte mencionado cita a un empresario farmacéutico para quien los números “parecen las de un mes donde nadie se enfermó”.
CAME no es una entidad progresista ni de izquierda, ni siquiera francamente opositora a Milei. Al contrario: ante los “10 puntos” que planteó para el 25 de mayo, esa Cámara los calificó como “un llamado a trabajar con seriedad y responsabilidad”. Su presidente, Alfredo González, viajó con la comitiva de Milei a Roma.
Advertencia: las explicaciones que da CAME a la caída de las ventas puede llevar a risa. Según se afirma en el texto del informe, esperan que las ventas crezcan cuando “la gente se acostumbre a los nuevos valores”.
Si se vende menos, muchos productores para quienes el mercado interno y las ventas dentro del país, son económicamente relevantes, disminuirán su producción o directamente dejarán de producir.
Los datos lo muestran: el gasto en maquinarias y equipos para producir se redujo un 14,5% en enero (según Orlando Ferreres y Asociados), los insumos de la construcción cayeron en febrero un 26,6% respecto del mismo mes de 2023, y la producción automotriz bajó un 18,2% en el primer bimestre del año.
Según el INDEC, los precios medidos por el IPC aumentaron un 71,33% desde diciembre pasado. El rubro de Alimentos y Bebidas mostró una variación del 74,7% en el mismo período. Eso significa que una gran cantidad de argentinos cayó en la indigencia en los últimos meses, aunque la cifra “oficial” recién se conocerá en unos meses.
Milei y sus seguidores festejan que en febrero el IPC marcó una suba de “sólo” 13,2%, una cifra superior a la de todos los meses de todos los años de los gobiernos de los Kirchner, Macri y Fernández (aunque en este último se podría contar cierta corresponsabilidad en la inflación de febrero).
Es como si festejaran ante un moribundo porque tiene la corbata derecha.
Claro que la debacle no afecta a todos. Los monopolios, responsables de la suba de precios, aumentaron sus ganancias aunque las ventas disminuyan (justamente porque el precio subió más que lo que dejaron de vender), la devaluación incrementó las utilidades de los grandes exportadores y el pago de la deuda beneficia a los acreedores externos y los bancos que reciben grandes comisiones con la nueva deuda que toma el gobierno.
El ajuste siempre trajo consigo una caída en la actividad económica, que recae sobre la mayoría de la población. Esa caída trae menos recaudación (más aún cuando el gobierno quita gravámenes a los sectores más concentrados) y con ello el afán de más recortes, más despidos, mayor sufrimiento para millones de argentinxs.
Urge conformar alternativas políticas, sindicales, sociales, de signo popular y antiimperialista, que pongan freno al ajuste y a la sangría de una deuda ilegítima.
JORGE RAMÍREZ