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Brexit: crisis política en Reino Unido y también en Europa

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El 23 de junio hubo un temblor político en el Reino Unido y por extensión en toda la Unión Europea. Es que el referéndum convocado en el primero para decidir si permanecía dentro de ese espacio comunitario o si salía del mismo, terminó con un resultado favorable a la salida, al exit. Bretaña exit.

Los guarismos fueron apretados, porque ganó la salida con el 51,9 por ciento de los votos; más de 30 millones de ingleses, galeses, escoceses e irlandeses adhirieron a esa propuesta.

Quedó entonces totalmente descolocado el primer ministro conservador David Cameron, que había hecho campaña por la continuidad dentro de la UE, así como una parte de su gabinete. Otra parte estaba en contra y de forma abierta o encubierta trabajó por la opción rupturista, desairando a su jefe.

Como resultado de la votación y ante la renuncia de Cameron, en octubre venidero habrá nuevas elecciones para elegir gobierno. Y esto ha desatado fuertes pujas no sólo dentro del conservadorismo sino también al interior del laborismo.

En el primer caso, hubo una fuerte disputa entre la ministra del Interior Theresa May, alineada con Cameron en el referéndum, y su colega de Energía y Cambio Climático, Andrea Leadsom, una ex banquera, que tuvo la opción exactamente opuesta. Leadson se bajó y en consecuencia asumía May como jefa de gobierno.

En el laborismo, su líder desde 2015, Jeremy Corbyn, llamó a votar por la permanencia del Reino Unido en la alianza europea y fue desairado por su partido.  La mayoría de los dirigentes y la base sindical terminó sufragando por el Brexit, en queja por las feas condiciones del trabajo y las condiciones de vida existentes en el país desde 2010 por lo menos.

Los propagandistas del Brexit hicieron una formidable campaña de venta de humo, asegurando que el país estaba haciendo beneficencia con los inmigrantes, al recibir demasiados cada año y gastar recursos en gente no británica. También esa propaganda decía que al salir de la UE el país se ahorraría 350 millones de libras esterlinas semanales que iban a ser destinados al sistema de salud.

Lo más preocupante para ese país, ese continente y el mundo es el crecimiento de las posiciones xenófobas y nacionalistas neonazis en el Reino Unido. Una de las expresiones que salió fortalecida es el UKIP (Partido de la Independencia del Reino Unido), que venía bregando por esta salida. “Britain First” o “Primero el Reino Unido” fue su consigna nacionalista que debe escribirse con zeta, del partido dirigido por Nigel Farage, eurodiputado y que en las elecciones el año pasado había quedado en tercer lugar con el 13 por ciento de los votos. Ahora seguramente tendrá más, aunque ese líder renunció con la idea de dedicarse a difundir estas ideas xenófobas por el resto del continente y colaborar con los partidos afines.

Si la crisis económica británica fue un buen cultivo para el Brexit, por la disconformidad de buena parte de la sociedad, sobre todo la trabajadora, se puede presumir que Farage y los suyos tendrán una excelente acogida en el continente. Allí ya brillan con luz propia el Frente Nacional de Marie Le Pen en Francia y organizaciones similares en Alemania, Austria, Suecia, Noruega, Polonia, Hungría, Croacia y por supuesto Ucrania.

¿Qué era lo mejor para los trabajadores y sectores populares británicos, el Brexit o seguir en la UE?

En el fondo, ninguna de las dos opciones. Lo primero, como se dijo, supondrá avalar a un sector de la gran burguesía inglesa que se repliega sobre sí misma, poniendo límites a la UE, con su viejo proyecto del imperio británico. Y en ese repliegue, desplegará a tope las viejas banderas del imperialismo colonialista que gobernó el mundo hasta la II Guerra Mundial, ahora mezcladas con las propias de un degradé del fascismo.

Lo segundo, seguir en la alianza de 28 miembros, era mantener las injusticias actuales del régimen pro-yanqui de Cameron, orientado a jugar en Europa al servicio de EE UU y para contrabalancear a Alemania-Francia.

Ninguna de las dos alternativas era buena para el pueblo. Ahora que triunfó el Brexit, éste se convierte en el blanco principal a golpear porque empieza una nueva etapa. En rigor todavía falta pues se abrió un tiempo de transición hasta que Londres pida la aplicación del artículo 50 del Tratado de Lisboa y se active el mecanismo de salida.

Todo eso estará lleno de idas y vueltas, de negociaciones, de nuevos acuerdos de empresas y bancos británicos, y de otros capitales radicados en la plaza londinenses, que ahora tendrán que redefinir su pertenencia y ámbito de actuación. Eso llevará a pagar o no más impuestos en uno u otro lugar, conservar o no condiciones más favorables por la anterior pertenencia a la UE. Las perspectivas son negativas, por lo que las bolsas europeas cayeron así como la libra, a su valor más bajo en más de tres décadas.

La salida del Reino Unido provocará más ajustes. Y como de costumbre, las burguesías monopolistas que gobiernan allí, en EE UU y en Europa, quieren que los paguen los de siempre, los de abajo.

Por supuesto que esta crisis tiene un costado positivo: acentúa las contradicciones interimperialistas, debilita al bloque de la Unión Europea y lleva el germen de la división al seno de la OTAN, de la que Londres es la segunda potencia militar.

 

SERGIO ORTIZ

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