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Editorial

La consanguinidad de clase de Macri no se borra por decreto

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El gobierno de Mauricio Macri está perdiendo apoyo social y político, fruto de la aplicación de sus recetas de ajuste y represión, con fuerte corrupción y endeudamiento externo. La caída venía de antes, pero tomó fuerte impulso desde diciembre, con el robo mayúsculo a los jubilados convertido en ley con una terrible represión policial y de Gendarmería.

Las encuestas coinciden en esa caída de la imagen positiva del gobierno y el presidente. Las grandes puteadas a Macri vienen de las fábricas y oficinas donde hay despidos y suspensiones (6.639 en enero, según CEPA), pero también de las calles, en Humahuaca y de las canchas de fútbol, en San Lorenzo.

Clarín sigue blindándolo, pero no puede tapar el sol con la mano. Ese repudio generalizado crece con cada provocación oficial, como cuando Hernán Lombardi ratificó que la pauta salarial para los trabajadores de los medios públicos sería cero en 2018, o cuando la banca concentrada ofreció 9 por ciento a los bancarios.

Así se está pavimentando el camino para el paro general de los trabajadores y un necesario plan de lucha, largamente demorado por la burocracia sindical de la CGT.

Consejo de Durán Barba de por medio, el gobierno dictó un decreto disponiendo que renunciaran los parientes de los ministros que ocupaban funciones públicas. O sea, una cosmética “lucha contra el nepotismo”, titulada bien grande por los medios chupamedias del poder. Y quisieron explotar la novedad como si fuera un acto de decencia.

No lo es, entre otras cosas porque no han renunciado muchos, fuera de la esposa y dos hermanas de Jorge Triaca, ministro de Trabajo que tenía en negro y ubicó como interventora del SOMU a su maltratada empleada doméstica. El decreto en cuestión quiso borrar el affaire Triaca, que desnudó la esencia explotadora y falaz de este gobierno de grandes empresarios.

 

LAZOS DE CLASE

Aun suponiendo que renunciaran a cargos rentados 40 parientes de altos funcionarios, eso -que aún no ha ocurrido– no cambiaría la esencia de la situación. El problema no es básicamente de apellidos y grupos sanguíneos sino de lazos de clase, entre los grandes empresarios, Macri incluido, que llegaron al poder en 2015 para beneficiar a sus corporaciones. Esa es su gran familia.

Macri es del mismo clan que Paolo Rocca (Techint), Marcelo Midlin (Pampa Energía-IECSA), Cristiano Rattazzi (Fiat), Carlos Zarlenga (General Motors), Alfredo Coto (Coto), Eduardo Eurnekian (AA2000), Luis Pagani (Arcor), Luciano Benetton (Bennetton), Carlos Bulgheroni (Bridas), Carlos P. Blaquier (Ledesma) y Héctor Magnetto (Clarín), entre otros gerentes de corporaciones y bancos.

Al favorecer con sus medidas a esta gran familia monopolista, Macri también capitalizó a su “famiglia” de Socma, con el escandaloso concurso del Correo Argentino y el blanqueo de capitales, donde mediante decreto se cambió la ley y pudieron acogerse sus parientes. Giancarlo Macri blanqueó así 620 millones de pesos.

Esos son los vínculos de clase que no se borran con el decreto sobre la supuesta lucha contra el nepotismo. El negrero Triaca o el inútil Oscar Aguad, con sus parientes en puestos rentados, son apenas los flecos del poncho.

 

ACABAR CON ESE PODER MONOPOLISTA

“Conoce a tu enemigo, conócete a tí mismo, y ganarás cien batallas”, se adjudica al pensamiento del estratega de la antigüedad china, Sun Tzu. Ese concepto es válido para la lucha en la Argentina 2018. El partido que no parta de algo tan elemental como conocer la esencia monopolista y proimperialista del PRO-Cambiemos está incapacitado para sobrellevar la lucha por la derrota de ese régimen. Se comerá todos sus amagues. Reclamará las cosas secundarias. No pondrá en evidencia sus grandes negociados. Confiará en meros amontonamientos electoralistas para terminar la pesadilla. Se dejará correr con los carpetazos de sus servicios de inteligencia. Creerá en sus buenos modales y aguardará ingenuamente el turno de 2019 o 2023 desoyendo el sabio consejo de John M. Keynes de que en “el largo plazo estaremos todos muertos”.

O, llegado el caso, aceptarán que ese poderoso club de monopolios, luego de usar todo el tiempo posible a Macri, cambie de personaje y ponga otra cara, digamos a la gobernadora Vidal, para recomenzar con el ciclo de engaño y explotación.

Lo dicho sobre ajuste es menos de la mitad de la verdad. Se debe sumarle su otra cara, que lo acompaña como sombra al cuerpo: la represión policial, de Gendarmería y demás fuerzas de inseguridad, restando aún en los cuarteles el garrote mayor de las tres Fuerzas Armadas que ahora forman su Fuerza de Despliegue Rápido.

El PL no cree en la seriedad de la estadística de Correpi de 725 muertos por “gatillo fácil” policial en 721 días de macrismo. Pero por supuesto que hay muchísimos crímenes, como el fusilamiento de un joven por la espalda perpetrado por el policía asesino Chocobar, más la desaparición y muerte de Santiago Maldonado con la Gendarmería y el asesinato de Rafael Nahuel por Albatros, más muchos otros casos.

El presidente, el jefe de Gabinete y la ministra de Seguridad festejan esos crímenes, junto con una parte de la sociedad que hace de coro. Eso da una idea de lo ardua y revolucionaria que debe ser la militancia popular antiimperialista, y su índole política pero también cultural y de batalla de ideas.

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