Liberación - Órgano de Prensa
Lo que el submarino puso en superficie
El 15 de noviembre se perdió todo contacto con el ARA San Juan, uno de los tres con que cuenta nuestro país, mientras navegaba entre Ushuaia y Mar del Plata. Llevaba 44 tripulantes, entre ellos una mujer. El capitán Pedro M. Fernández había informado de un desperfecto: había entrado agua salada por el sistema de ventilación y provocado un principio de incendio en las placas de las baterías de proa. Supuestamente el inconveniente había sido solucionado y el San Juan quiso seguir su viaje.
Tres horas más tarde de ese reporte fue registrada una explosión hidroacústica en la zona, según los sensores de la Organización del Tratado de Prohibición de Ensayos Nucleares, con sede en Austria. Esa información fue conocida por la Armada y el gobierno de Macri desde el primer día, pero ocultada a los familiares de los marineros y al país todo. Allí aparece la responsabilidad política del Estado en la manipulación informativa, que dura 29 días más tarde.
La nave venía de participar de ejercicios de tiro en la Isla de los Estados, partiendo de Ushuaia. Allí y en la escala anterior, en Mar del Plata, había sido chequeada y estaba en muy buenas condiciones. ¿Qué pudo haberle pasado?
El abanico de opciones fue muy variado. En el macrismo apuntaron a una falla atribuible a la “pesada herencia”, o sea a echarle las culpas al gobierno de Cristina. Fracasaron porque la nave, comprada a Alemania en 1985, había tenido su reparación de media vida entre 2008 y 2014, con asistencia de técnicos alemanes, sus fabricantes. Y fue entregada a la Armada con certificado de calidad en octubre de 2016, pleno gobierno del PRO-Cambiemos.
En círculos opositores se hablaba que el submarino estaba oculto y participando de un ejercicio secreto con la marina yanqui. Error. También se dijo que había sido hundido por un torpedo inglés, a propósito, o bien por haberse acercado al límite con Malvinas. El PL rechazó esa hipótesis porque los británicos son piratas e imperialistas, pero no estúpidos. No iban a crear un conflicto bélico, de profundo contenido anticolonialista, con un perrito faldero como Macri.
Así se fue consolidando la hipótesis del accidente. Ingenieros y oficiales y ex oficiales de la Armada, del país y el extranjero, se inclinaron por lo que nuestro Partido planteó desde el inicio: un ingreso de agua que no pudo ser absorbida por los sistemas internos del San Juan y, en contacto con baterías, provocó incendio y explosión.
“La Nación” publicó la opinión de un experto estadounidense en inteligencia naval, Bruce Rule, quien sostuvo que el submarino habría sufrido un estallido fatal en menos de un segundo. El informe fue difundido por la Oficina de Inteligencia Naval de EE UU. En el incidente se habría liberado una energía similar a una explosión de 5.700 kilos de TNT, a 380 metros de profundidad, según Rule.
“No deja de ser una opinión personal”, ninguneó el vocero de la Armada, capitán Enrique Balbi. No es una sola opinión; son varias las que confluyen en la misma dirección.
SE PASAN LA PELOTA
Balbi suspendió la última conferencia de prensa, de esas aburridas que brindaba dos veces al día y luego una vez; ahora pasaron un parte por correos electrónicos para evitar dar la cara y no aguantarse la protesta viva de los familiares de los 44.
Esas quejas habían sido de viva voz cuando el vocero anunció que dejaban de lado la búsqueda y rescate, dando por muertos a los tripulantes. Incluso la búsqueda ha seguido con menor intensidad que antes. El destrato a los familiares llegó al pedido que desalojen sus habitaciones en hoteles de la Armada en Mar del Plata, aunque hubo un paso atrás en eso.
Macri mintió cuando en su discurso en la cumbre de ministros de la OMC dijo que su inserción en el mundo se comprobaba por el aporte de tantos países en la búsqueda del submarino. Falso. Horacio Verbitsky precisó que esa cooperación comenzó en 2004, tras la firma por Néstor Kirchner de un acuerdo internacional (ISMERLO), con 40 países que decidieron sumar sus medios ante emergencias de ese tipo.
Una de las peores cosas del presidente y su seudo ministro de Defensa, Oscar Aguad, fue no haberse puesto a la cabeza de la búsqueda. Cero sensibilidad humana y política la de estos tipos. Siguieron lejos y tomándose los fines de semana largos para descansar en Alta Gracia…
Ahora se pasan facturas entre el gabinete y la cúpula de la Armada. Fueron licenciados el contraalmirante Luis López Mazzeo, de Puerto Belgrano, y el jefe de la Base de la Armada en Mar del Plata, contralmirante Gabriel González. Otros cuatro oficiales han pedido el retiro en solidaridad con aquéllos. Macri-Aguad quieren salvarse de toda responsabilidad pasando la culpa a otros.
Para el PL la culpa es compartida por ambos sectores, pero más del aparato político, siguiendo el dicho de que “la guerra es asunto demasiado serio para dejarla en manos de generales”.
Antes de hablar de comprar armas nuevas, es imprescindible cambiar las políticas de Defensa, con dos hipótesis de conflicto centrales donde se alineen las tres fuerzas: la recuperación de Malvinas y la defensa de las cuencas acuíferas y reservas de agua potable. Obvio que eso supone un gobierno popular democrático y Fuerzas Armadas sanmartinianas. Hoy no existe ni uno ni otras, pero hay que luchar por esa perspectiva.