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Vidas y Luchas de VC - Tomo 1

9. Postura ante el radicalismo argentino

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El 10 de diciembre de 1999 se hizo cargo nuevamente del gobierno nacional la Unión Cívica Radical, esta vez acompañada de otra agrupación, el Frepaso. A esta altura del dominio neocolonial globalizado, pocas dudas caben de la naturaleza pro-imperialista del presidente Fernando de la Rúa y sus partidarios, atento a las medidas de ajuste y continuismo que aplican.

No obstante, siendo la lucha política un arte complejo es bueno hacerle frente con variados argumentos. Por eso conviene echar un vistazo a las posturas que sostuvo Vanguardia Comunista allá por 1966, cuando era derrocado otro radical, el presidente Arturo Illia (1963-1966) y de paso advertir las diferencias con su correligionario actual.  

En un documento del Comité Central del 05-07-66, donde se nota la mano del “Turco” Elías Semán -por entonces secretario general de VC- plantándose en contra de la dictadura militar de Onganía, convocaba a un Frente Unico para derrotarla.

Al mismo tiempo, dejaba pintada la fisonomía del radicalismo de entonces en el poder –U.C.R. del Pueblo- calificándolo de típico partido burgués, que no era el equipo político apropiado para la completa defensa de los intereses oligárquico-imperialistas.

Ocurría que las clases dominantes aún no encontraban la manera de estabilizar su poder en la Argentina, y por esa incapacidad se había filtrado Illia. Sin embargo, caracterizaba a este gobierno como pro-imperialista, aunque reconociendo que este agrupamiento no era el sostén principal del imperialismo yanqui.

Esta calificación de Illia como “proimperialista” no fue correcta. Seguramente tuvo que ver con la época atravesada de lleno por la revolución cubana y la resistencia peronista, como el foco guerrillero del Comandante Segundo Massetti, Héctor Jouve y Federico Méndez en Salta en abril de 1964, o el plan de lucha de la CGT. Y frente a la proscripción que originó el gobierno de Illia y su postura estructural contraria a los movimientos revolucionarios de entonces. También debe haber influido el hecho de que ese gobierno se apoyaba en un ejército pronorteamericano, y que su política exterior, con diferencias, siguió los lineamientos del Departamento de Estado. Y además, había que diferenciarse del PCA. que proclamaba su apoyo al radicalismo, en su tesis seguidista y de coexistencia pacífica.

Porque el programa y la política económica que aplicó la UCRP, lejos estuvo de las del frondizismo, que sí aplicó a rajatabla los planes de estabilización del F.M.I. Fueron varias las diferencias de este gobierno con los sectores monopolistas extranjeros y nacionales, que se alinearon decididamente con el ejército del Pentágono acaudillado por los generales Pistarini y Onganía, los sectores sindicales pronorteamericanos de Vandor y el depuesto Frondizi.  

El gobierno de Illia decidió la anulación de los contratos petroleros, que afectó en forma mayoritaria a empresas yanquis; sancionó la ley del salario mínimo vital y móvil y el decreto 3042/65 que limitó las ganancias de los laboratorios farmacéuticos (1). Además de ello, mejoró relativamente el ingreso de los asalariados, hubo más empleo y el P.B.I. creció el 21%. (2). Posteriormente esos índices empeoraron, fruto de las concesiones a los monopolios, lo que deterioró la situación económica de las masas y brindó “justificativos” al golpe de Onganía.  

El mejoramiento inicial no fue casual, ya que el gobierno de Illia no alentó las inversiones extranjeras, que fueron de alrededor de 34 millones de U$S en 1963 y 1964, contra los 100 a 120 millones del gobierno de Arturo Frondizi. A ello debía sumarse el congelamiento de las tarifas públicas, la fijación de precios máximos para los productos de primera necesidad, la reglamentación de operaciones con divisas y la participación estatal en el mercado internacional del trigo (3).  

De allí el odio que suscitaba Illia en el Economic Survey –portavoz del capitalismo liberal-, la UIA y la Sociedad Rural agrupados en ACIEL, y en la recién fundada IDEA, todas ellas cámaras y fundaciones de la gran burguesía y el imperialismo que no soportaban el “dirigismo estatal” que intervenía en la economía, desalentaba las inversiones y ¡era caldo de cultivo de las cooperativas de crédito! Estos verdaderos pro-imperialistas, usando escribas como Mariano Grondona y una formidable campaña psicológica y mediática, prepararon el terreno para el derrocamiento de ese radicalismo.

Claro que aquellos radicales no eran revolucionarios ni mucho menos, sino que quisieron renegociar la subordinación de nuestro país, para finalmente terminar limitados y claudicantes ante lo que querían los yanquis, como ocurrió con los créditos obtenidos del Banco Mundial y el BID, y las concesiones petroleras y de electricidad (Segba). Cabe recordar que en una reunión de gabinete se pronunciaron a favor de la privatización de las empresas públicas (¡hace ya 34 años!). Es que el Ejército vigilaba precisamente que se cumpliera con los designios de su amo imperialista del norte, mientras se preparaba para cumplir con su rol de asegurador de la entrega y la represión al pueblo.

Por ello, el punto más débil de aquellos radicales y en el que correctamente hacía hincapié V.C., fue el de las relaciones exteriores que estaban a cargo de Miguel A. Zavala Ortiz, el miembro más reaccionario y proyanqui del gabinete.  

La Argentina en sesión plenaria de la OEA (23-07-64) repudió al gobierno revolucionario de Fidel Castro, aunque estuvo en desacuerdo con los yanquis en invadir la isla. (4) Por decreto adhirieron al agresor de Vietnam, Estados Unidos, y mandaron incluso al canciller a Saigón –la capital del viejo Vietnam del Sur yanquizado, hoy Ciudad Ho Chi Min- en plena guerra de liberación del pueblo vietnamita.  

Otra “perlita” de aquella política exterior radical fue su postura frente a la invasión yanqui de Santo Domingo. Si bien se negaron a la ayuda material a los invasores y al envío de tropas como pedía Onganía que sí hizo Brasil, estuvieron lejos de la defensa de la autodeterminación de los pueblos y la solidaridad con la lucha de los pueblos latinoamericanos.  

Así y todo, de nada les sirvió porque los voltearon igual del gobierno, ya que los imperialistas estaban necesitados de la mano dura desembozada, tal como impusieran en la misma época en Brasil (1964) y luego en los demás países de América Latina. Los vínculos entre el gobierno de Illia y el pueblo estaban tan debilitados al final, que el presidente fue desalojado de la Casa Rosada sin resistencia por un pequeño grupo militar conducido por el coronel César Perlinger, quien años después se arrepentiría de su rol golpista.  

El Comité Central de V.C. dejó además al descubierto a la dirección peronista y su brazo sindical vandorista que apoyaron al imperio en su juego frente a la administración radical y luego estuvieron junto al golpe militar de la llamada “Revolución Argentina”.  

También, sin dejar de señalar que el enemigo principal y jefe de la contrarrevolución mundial eran los norteamericanos, V.C. denunció el rol revisionista del falso Partido Comunista dirigido por Victorio Codovilla-Rodolfo Ghioldi que, enancado en la supuesta coexistencia pacífica de la URSS-EEUU, llevaba a los pueblos a la pasividad, poniéndolos de furgón de cola del más “blando” de los militares, sin advertir a la gente que se trataba de diversas maneras de seguir adelante con la dependencia. Y lo que es más importante, sin encarar un proyecto revolucionario en años de grandes conmociones políticas en el país y el mundo.

Así entonces, para una apreciación global de IIlia hay que tener en cuenta su política económica respecto de los monopolios extranjeros y argentinos, su relativa separación con las FFAA, y aún en el terreno más comprometedor –el diplomático-, las diferencias que mantuvo con los yanquis.  

En definitiva, para aprender de política revolucionaria hay que estudiar los aportes que se realizaron, descubrir sus fundamentos y el método de análisis de la realidad aun señalando los errores. Eso también es honrar a nuestros camaradas.

NOTAS

(1) ROQUIE, Alain. Poder Militar y sociedad política en la Argentina. II –1943-1973, Ed.Emecé, Bs.As., 1983, p.243.

(2) SCHVARZER, Jorge y otros, Historia integral argentina, civiles y militares, las diez presidencias, Ed. CEAL, Bs.As., 1980, Tomo 6, pp.309/313.

(3) ROQUIE, Alain, ob.cit., p.241

(4) “POLEMICA”, Diez años de, 1962-1972: los hechos, los hombres, No.6 El retorno de Perón, p.145. Asimismo, en la IX Reunión de Consulta de los Cancilleres Americanos (26-07-64) , al firmarse el acta final también se coincidió en criticar la acción “subversiva” cubana en el continente.

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