Liberación - Órgano de Prensa
Vienen por los derechos laborales, hay que pararlos
El Gobierno de Macri avanza en la profundización de su modelo en contra de los trabajadores y demás sectores populares. La ola de despidos no frena mientras que el bolsillo de los trabajadores es golpeado diariamente por una inflación que no encuentra freno: 12 por ciento el primer semestre. A esto se le suma el aumento de la represión, las intervenciones contra organizaciones sindicales y la persecución a dirigentes populares.
El gobierno delineó una profunda reforma laboral que le permita flexibilizar los Convenios Colectivos de Trabajo y avanzar en forma generalizada contra los derechos conquistados por los trabajadores. Esto afecta a los trabajadores registrados, pero también a los trabajadores en negro que son el eslabón más débil de la cadena.
Esta flexibilización laboral no sólo es pedida por los monopolios transnacionales (y los “nacionales también), sino que es impulsado en forma práctica con éstos. Generan las condiciones propicias para esto con miles y miles de despidos que mes a mes siguen pegando en hogares argentinos. Así buscan generar miedo entre los trabajadores para que acepten estas modificaciones anti obreras.
La ciudad de Zárate (y su zona fabril) es el ejemplo de lo que buscan imponer en el país: hubo 1.500 despidos sólo allí, sobre todo en Atucha. Obviamente el gobierno buscará quebrar por vías represivas y de desgaste a los trabajadores que desde los acampes y desde la lucha en cada fabrica enfrentan la política económica de Macri y luchan por la defensa de sus puestos de trabajo.
La flexibilización laboral quiere acabar con las negociaciones colectivas por ramas y buscar acuerdos por fábrica; atacar mediante el presentismo y la productividad las licencias por enfermedad, vacaciones, nacimiento de hijo, estudio y otras; permitir jornadas laborales más extensas y flexibles que se acomoden a las necesidades de los empleadores sin tener en cuenta la organización de la vida de los trabajadores; permitir que se desarrollen tareas insalubres sin mayores controles; generar auto seguros para que los trabajadores se paguen sus propias indemnizaciones por accidentes de trabajo o despidos; encarecer y dificultar los juicios laborales para que estos no prosperen.
Todas estas medidas son las que se propone el gobierno. Son pedidas y favorecen a los grandes grupos económicos que controlan la estructura productiva. Atentan contra los derechos laborales, la salud de los trabajadores y trabajadoras. Generan condiciones organizativas que debilitan y fragmentan la organización sindical para hacer más fácil el acuerdo de convenios por fábrica que signifiquen importantes retrocesos.
El ejemplo de la reforma laboral aprobada por el Senado brasilero el 11 de julio inspira al gobierno de Macri. Si en Brasil un deslegitimado Michel Temer se anima a avanzar en este sentido, ¿porque no lo intentaría un fundamentalista neoliberal como Macri acá? Allá con 14 millones de desocupados buscan precarizar a los trabajadores, acá avanzan con 280.000 despidos y suspensiones en un año y medio en el mismo sentido.
La represión y desalojo de Pepsico, en Buenos Aires, donde la multinacional había despedido a los 600 trabajadores, fue una postal viva de lo que se puede esperar de Macri: despidos masivos, favorecimiento del monopolio y uso de la fuerza bruta policial y de Gendarmería para atacar a las víctimas de ajuste. Saludamos esa valiente lucha y resistencia de la clase obrera, que no se entregó en forma pasiva como en el caso de AGR-Clarín. ¿La burocracia sindical de la Alimentación, Daer, y el triunvirato de la CGT? Bien, gracias.
Resulta fundamental poner en marcha un sostenido y potente plan de lucha que frene a Macri. Impulsar en el corto plazo el segundo paro general con movilización a Plaza de Mayo y en todas las grandes ciudades. Generar una campaña para movilizar a la gran masa de obreros, trabajadores y sectores populares en contra de este modelo de hambre, entrega y represión.
El programa debe ser la defensa de los derechos laborales, del salario y el poder adquisitivo de los sectores populares (aumento de sueldos, asignación universal, jubilaciones, pensiones); la defensa y revitalización de la industria nacional (principalmente las Pymes y las industrias del Estado); el freno al endeudamiento externo y el estudio sobre la deuda adquirida para no hipotecar el futuro de generaciones; la defensa de la soberanía nacional y la unidad Latinoamericana y con los pueblos del mundo.
No hay nada que un Pueblo trabajador movilizado no sea capaz de lograr cuando se organiza y se pone en marcha. Hay que evitar que se siga avanzando hacia el precipicio. No hay más tiempo para meros análisis ni para dirigentes “prudentes”: es tiempo de acción y de unidad en un sentido combativo. Así lo vemos desde las ABC y el PL.