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Ucrania, las fakenews

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            Las imágenes de la guerra en Ucrania recorren el mundo. Las redes, diarios y  canales de noticias repiten cada una de ellas hasta el hartazgo sin verificar su validez. Una niña llorando y despidiéndose de su padre “que va a la guerra”, un montón de bolsas mortuorias de víctimas de la guerra que se mueven, un periodista muerto que no está muerto y que además no es periodista…. Y así podríamos llenar páginas

            ¿Qué son las fake news? Es el término utilizado para conceptualizar la divulgación de noticias falsas que provocan un peligroso círculo de desinformación. Si bien siempre existieron, con la utilización de las redes sociales y las plataformas virtuales se replican en segundos. Y los medios hegemónicos hacen uso de las mismas para modelar la opinión pública. La guerra en Ucrania no ha quedado fuera de ello: esta intención de manipulación queda al descubierto en el “abuso” que hacen de las fake new.

Censura explícita

            Desde Occidente se denuncia a los cuatro vientos la censura de Rusia sobre Facebook y algunos medios locales. Nada se dice de las fake news que circulan en los medios. Y menos se habla de la censura que las plataformas y redes sociales hacen sobre los medios anti OTAN:

– El 2 de marzo, como sanción hacia la Federación Rusa, la Unión Europea introdujo medidas restrictivas para suspender las actividades de Rusia Today y de Sputnik News. Expresan: “Queda prohibido a los operadores difundir, permitir, facilitar o contribuir de otro modo a la emisión de cualquier contenido (…) incluso mediante transmisión o distribución por cualesquiera medios tales como cable, satélite, IPTV, proveedores de servicios de Internet, plataformas o aplicaciones de intercambio de vídeos en Internet, ya sean nuevas o previamente instaladas”.

– El 11 de marzo YouTube anunció que comenzaría a bloquear canales “relacionados con el Estado ruso”. Se cierran los canales de Rusia Today y Sputnik News. Canales de más de un millón de seguidores fueron bloqueados de la plataforma social, desapareciendo el trabajo de años de muchxs periodistxs.

– Por la misma fecha desde el conglomerado Meta (Facebook, instagram, wssp) se eliminó de sus plataformas el acceso a canales de noticias  rusos.

– El conocido programa “Aquí les va”, de la periodista rusa Inna Afinogenova, fue sacado del ciber espacio.

– En la Argentina ya no se puede acceder a los canales de YouTube de los mencionados medios. También han sido bloqueados de las play store de Google si unx intenta bajar la aplicación para tenerlo en los teléfonos móviles.

            Con estas acciones, estos conglomerados tecnológicos que se venden como herramientas democráticas, de inclusión o ampliadoras de voces para la imparcialidad, muestran su verdadera cara utilizando la censura lisa y llana.

Unidos bajo un mismo relato

            El control de los medios de comunicación por una hegemonía económica, política y cultural no es novedad por estos lados. Lo que este conflicto muestra es la unificación de voces bajo el relato de la OTAN y de Estados Unidos.

            Partiendo de la falta de explicación de los motivos del conflicto hasta la desinformación explícita: la falta de rigurosidad, la nula constatación de fuentes y el silenciamiento de una parte son la constante en la redacción de las noticias, tapas de diarios y la línea editorial de los medios, del cual la Argentina no queda fuera.

            Los medios hegemónicos dibujan un Vladimir Putin que habría actuado por puro expansionismo contra una Ucrania casi idílica. No se habla del golpe de Estado -apoyado por Estados Unidos- que posicionó como mandatario a Petro Poroschenko y que tuvo su continuidad con el mediático Volodimir Zelenski. No hay espacio que revele que la zona que es epicentro del conflicto (el Donbass) está habitada en un 98% por población culturalmente e históricamente ligada a Rusia. Ni que el gobierno ucraniano jamás cumplió con la autonomía que se había comprometido a brindar a estas regiones en 2014, ni de la represión y el destrato contra esas poblaciones. No se escuchará ni se leerá que Ucrania tiene un ejército gigantesco, siendo el segundo país más pobre de Europa, ni recordarán que en Donetsk y Lugansk hicieron elecciones para elegir sus propias autoridades con amplia participación de la ciudadanía, pero que esos comicios fueron desconocidos por el gobierno ucraniano, que continuó reprimiendo a esa población.

            Tampoco se verá a “especialistas” internacionales explicando cómo la Alianza Atlántica que dirige Estados Unidos (OTAN) fue ocupando posiciones alrededor de Rusia, poniendo en riesgo a ese país.

            Del mismo modo, no hay lugar en la prensa occidental dominante para leer sobre las denuncias del gobierno ruso sobre el descubrimiento de 26 laboratorios de armas biológicas en Ucrania, desarrollados bajo auspicio norteamericano, ni del pedido de las autoridades de China para que el gobierno de Biden de explicaciones públicas sobre esto. Para enterarse de la denuncia del ministro de Defensa ruso sobre el ataque de nacionalistas ucranianos contra instalaciones civiles es preciso acudir a Telesur, Prensa Latina, medios rusos o contrahegemónicos.

            La industria mediática imperialista calan hondo en las representaciones sociales; la noticia de un comerciante negándose a vender crema rusa en su heladería es una pequeña muestra del peligro que representa la desinformación. Parece un mal chiste pero la clase política argentina, con sus banderitas ucranianas, en la apertura de las sesiones legislativas, vienen a reforzar esta idea por cipayismo expreso.

            La censura y la desinformación vulneran el derecho a producir y a recibir información rigurosa y veraz. Derecho humano consagrado en las cartas y acuerdos internacionales, pero que el imperialismo estadounidense (con la anuencia europea) sólo lo reivindica cuando se trata de proteger a sus propias usinas de desinformación.

MARÍA ALANIZ

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