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Trump quiere recrudecer el ilegal bloqueo a Cuba

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La ley Helms-Burton nació en 1996 para perfeccionar en forma “jurídica” al criminal bloqueo económico y comercial que desde 1962 los Estados Unidos le han impuesto a Cuba. Nace en ese momento, coincidiendo con el ascenso en 1995 de los republicanos al Congreso yanqui, -con fascistas como el senador Bob Menéndez y la representante Ileana Ros-Lehtinen entre ellos- y la caída del bloque soviético, que significó un gran golpe a la economía cubana. Entre otras cosas, apuntaba a impedir la inversión extrajera en Cuba, cuestión central para la nueva economía socialista que apostaba al turismo como forma para salir de la crisis. Así, en pleno “período especial en tiempos de paz”, cuando la isla luchaba para sobrevivir y renacer económicamente, los yanquis creyeron poder dar el golpe final con ese mamarracho de carácter extraterritorial, aún vigente y que viola principios legales internacionales.

La ley, que refiere al carácter injerencista e intervencionista de Estados Unidos sin medias tintas, consta de 4 títulos. El primero tiene que ver con el bloqueo, su aplicación y las sanciones económicas contra Cuba. Por ese título es que se sanciona a empresas que comercien con Cuba, estén radicadas en los EE.UU. o en algún otro país. El título 2 constituye el plan de acción yanqui para la restauración del capitalismo en Cuba -“plan de transición política”-, mientras que el título 4 prohíbe la entrada a EE.UU. a ejecutivos, familiares y propietarios de entidades que “trafiquen” propiedades nacionalizadas o expropiadas por la Revolución.

El título 3 plantea que los reclamantes de propiedades que fueron expropiadas debían ser “protegidos” y permite -entre otras cosas- demandar a entidades que “trafiquen” con esos bienes ante tribunales de Estados Unidos. Esa última facultad, quizás la más burda e ilegal de toda la ley, ha estado suspendida ininterrumpidamente desde 1996 y el 16 de enero pasado Donald Trump amenazó con ponerla en práctica (generalmente los presidentes yanquis, desde Clinton hasta la actualidad, suspendían el título 3 de la ley por 180 días, llegado el momento de sostener la suspensión). Trump lo hizo sólo por 45 días en enero y por 30 más ahora en marzo, pero autorizando a demandar a unas 200 empresas cubanas. El título 3 de la Helms-Burton desconoce fundamentos básicos en materia de nacionalizaciones y la competencia exclusiva para conocer y resolver sobre ellas de los tribunales del Estado expropiante (ratificado por la Asamblea General de la ONU en más de una oportunidad).

En ese marco, Olga Miranda Bravo, jurista cubana, plantea que “los tribunales de los EE. UU. no son competentes para discernir sobre las nacionalizaciones cubanas ya que un Estado no tiene derecho de atribuir responsabilidad a nacionales de terceros Estados por sus reclamaciones contra otro Estado. Y, además, porque un Estado no tiene facultad para presentar reclamaciones a otro Estado que nacionaliza propiedades de personas que no eran sus ciudadanos al momento de ocasionar el hecho nacionalizador”.

La Helms-Burton es la traducción “legal” del imperialismo yanqui. Representa la forma prepotente e irrespetuosa con la que el Imperio defiende sus intereses. Que Trump decida reforzar más aún el bloqueo contra Cuba tiene que ver con el éxito que han tenido las reformas económicas implementadas desde la caída del bloque soviético, pero principalmente desde 2011, con los nuevos lineamientos económicos discutidos y aprobados por el Pueblo y el Partido Comunista de Cuba.

La agresividad se entiende también en el marco de la guerra desatada contra Venezuela, su pueblo y su gobierno. Así como con el bloqueo se pretende hambrear al cubano de a pie para “derrotar al gobierno”, en Venezuela no sólo hay bloqueo, sino que también cortan la luz durante varios días, dejando morir a pacientes en los hospitales.

RENÉ VÉLEZ

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