SÍGANOS EN

Internacionales

A 80 AÑOS DE LA GRAN GUERRA PATRIA (1941-1945)

Publicado

el

La lucha heroica de la Unión Soviética contra el nazismo  

El Frente Oriental de la Segunda Guerra Mundial no solo fue el más sangriento de la historia.  Para los soviéticos, la guerra fue una lucha por la supervivencia nacional, marcada por una resistencia feroz y una victoria que cambió el curso del siglo XX.  

Orígenes y contexto histórico

Antes de la invasión nazi, la URSS y Alemania habían firmado el “Pacto de No Agresión Ribbentrop-Mólotov” (1939), sin embargo, Hitler siempre consideró a la Unión Soviética como su principal enemigo ideológico y territorial, planeando su destrucción en la “Operación Barbarroja”.  

La Wehrmacht lanzó su invasión el 22 de junio de 1941. El hasta entonces invencible ejército alemán y sus aliados europeos arrojaron 3.500.000 efectivos contra la URSS. Estados Unidos esperó hasta el ataque japonés a Pearl Harbor en diciembre de ese año para entrar formalmente en la guerra y hasta mediados de 1944 para invadir por Normandía la Europa continental. En vano exigió José Stalin a Churchill y Roosevelt en 1943, en la Conferencia de Teherán,   que había llegado el momento de intervenir, pues los nazis habían dejado sólo dos divisiones custodiando toda Europa. Los aliados occidentales especulaban con la derrota del comunismo o con su desgaste.

La guerra como lucha por la supervivencia  

A diferencia de otros frentes, la guerra en la URSS fue presentada como una defensa de la patria contra un enemigo genocida. Stalin y la dirección del PCUS enfatizaron el carácter patriótico del conflicto, movilizando no solo al Ejército Rojo, sino también a civiles en una resistencia total.  

La respuesta soviética a la invasión fue rápida y determinada. A pesar de las devastadoras pérdidas iniciales, como la caída de grandes ciudades y la destrucción de infraestructuras, la Unión Soviética movilizó a millones de soldados y civiles. La estrategia de tierra arrasada, la movilización masiva y la utilización de la industria en el interior del país para producir armamento y suministros fueron cruciales.

En los primeros meses, la Wehrmacht avanzó rápidamente, cercando y destruyendo ejércitos soviéticos enteros. Millones de soldados fueron capturados y ciudades como Kiev y Smolensk cayeron. Sin embargo, la Batalla de Moscú (octubre 1941-enero 1942) marcó el primer gran revés alemán. El Ejército Rojo, reforzado por tropas siberianas, logró contener y luego contraatacar, salvando la capital.  

Stalingrado (1942-1943): punto de inflexión 

Los alemanes buscaban controlar el Volga y cortar los suministros soviéticos. La batalla de Stalingrado (agosto 1942-febrero 1943) marcó el punto de inflexión de la Segunda Guerra Mundial gracias al brillante mando de tres generales soviéticos clave. El mariscal Vasily Chuikov lideró la defensa heroica de la ciudad al mando del 62° Ejército, desarrollando tácticas de combate urbano que neutralizaron la superioridad alemana. Su estrategia de “abrazar al enemigo” (mantener las líneas tan cerca que la Luftwaffe no podía bombardear) fue decisiva.

El general Aleksandr Vasilevsky, como jefe del Estado Mayor, coordinó la contraofensiva estratégica (Operación Urano) que envolvió al 6° Ejército alemán. Mientras tanto, el mariscal Georgy Zhukov supervisó el conjunto de operaciones y aseguró los recursos necesarios para la victoria.

Las pérdidas alemanas fueron apocalípticas: sufrieron 850.000 bajas entre muertos, heridos y capturados. La derrota supuso la destrucción de 6 divisiones enteras y marcó el inicio del retroceso nazi en el Frente Oriental. Los generales soviéticos demostraron aquí su maestría estratégica, convirtiendo Stalingrado en el principio del fin para la Wehrmacht.

La victoria en Stalingrado no solo fue militar sino también moral, fortaleciendo la moral soviética y consolidando el gran liderazgo de Stalin.

Kursk (1943): La mayor batalla de tanques  

En julio de 1943, los alemanes lanzaron la Operación Ciudadela, su última gran ofensiva en el Este. La Batalla de Kursk, con más de 6.000 tanques, terminó en una victoria soviética gracias a fortificaciones preparadas y contraataques estratégicos. A partir de entonces, el Ejército Rojo mantuvo la iniciativa hasta Berlín.  

Además del Ejército Rojo, los partisanos soviéticos, 250 mil combatientes, sabotearon líneas de suministro alemanas. La industria, trasladada a los Urales, produjo más tanques y aviones que Alemania, gracias al trabajo de mujeres en las fábricas.  

Stalin aplicó una política de “ni un paso atrás” (Orden N° 227), ejecutando a desertores. Esta medida endureció la resistencia. También hubo casos de heroísmo masivo, como los soldados que bloqueaban a los tanques con sus cuerpos cargados de granadas.

La ofensiva final y la toma de Berlín (1945)  

En 1944-1945, la URSS lanzó una serie de operaciones masivas (Bagration, Vístula-Óder) que barrieron a los alemanes de Europa del Este.  En abril de 1945, las fuerzas soviéticas estaban en las calles de Berlín, luchando y tomando control de la ciudad, mientras que las fuerzas occidentales estaban en posiciones en el oeste de Alemania, en Renania, el Ruhr y otras áreas. El 30 de abril de 1945, Adolf Hitler se suicidó en su búnker bajo la Cancillería, en medio del caos y la derrota inminente. Ese mismo día el Ejército soviético toma el Reichstag donde izaron la bandera roja.  El 2 de mayo, las tropas soviéticas lograron tomar el centro de Berlín, marcando el fin de la resistencia alemana en la capital.  El 9 de mayo de 1945, Alemania firmó su rendición incondicional, poniendo fin a la guerra en Europa.

La victoria soviética tuvo profundas repercusiones. Políticamente, consolidó la influencia de la URSS en Europa del Este, estableciendo gobiernos socialistas en países como Polonia, Hungría, Checoslovaquia, Rumanía y parte de Alemania.

El costo humano y el papel de la sociedad soviética.

La URSS tuvo alrededor de 27 millones de muertos, la mayor cifra de cualquier nación en la guerra. Millones de civiles murieron en masacres (como Babi Yar en las afueras de Kiev), hambrunas y el sitio de Leningrado (1941-1944), donde más de un millón pereció.   60 millones fueron heridos, quedaron destruidas 1.710 ciudades, 32.000 empresas industriales y 66.000 Km de vías férreas. Las atrocidades cometidas por los nazis marcaron profundamente a la población soviética.

Alexander Werth, reconocido periodista inglés de la BBC, escribió: “Los rusos llevaron el fardo más pesado en la guerra contra la Alemania nazi, precisamente gracias a esto quedaron con vida millones de norteamericanos e ingleses”.

El Ejército Rojo liberó campos de concentración en Polonia, Rumania, Bulgaria, Hungría, Checoslovaquia, Yugoslavia, Austria y Alemania. Todavía hoy las potencias occidentales y esos países no reconocen esa extraordinaria acción humanitaria de los comunistas. En Occidente, a menudo se subestima, minimiza o ningunea el aporte soviético, pese a que el 80% de las bajas alemanas fueron en el Este.  

Durante la Gran Guerra Patria los obreros y campesinos soviéticos jugaron un papel fundamental en el esfuerzo de guerra. Su participación fue decisiva en varios aspectos:

  1. Producción Industrial y Militar: Los obreros industriales trabajaron incansablemente en fábricas, talleres y plantas de armamento para producir armas, municiones, vehículos y otros recursos esenciales para el Ejército Rojo. A pesar de las dificultades y las interrupciones causadas por los bombardeos y la ocupación, incrementaron la producción para sostener la resistencia contra las fuerzas alemanas.
  2. Agricultura y Suministro de Alimentos: Los campesinos soviéticos, en su mayoría granjeros colectivistas, aumentaron la producción agrícola para alimentar a la población y a las tropas. A pesar de la devastación y las dificultades, contribuyeron a mantener la capacidad de resistencia del país a través de la recolección de alimentos y materias primas.
  3. Defensa del Territorio y Participación en la Lucha: Muchos obreros y campesinos se unieron a las milicias populares, formaron unidades paramilitares y participaron en batallas defensivas, contribuyendo directamente en la lucha contra las fuerzas invasoras. La resistencia en las zonas ocupadas y en las ciudades fue también un esfuerzo de toda la población civil.
  4. Movilización y Moral: El esfuerzo colectivo y el sacrificio personal ayudaron a mantener viva la determinación de derrotar a los invasores y liberar el territorio soviético.

Los obreros y campesinos soviéticos fueron la columna vertebral durante la Gran Guerra Patria, aportando recursos, mano de obra y resistencia, cruciales para la victoria. Como ejemplo tomaremos a la ucraniana Liuda Pavlichenko, cuyo padre participó en la insurrección de Petrogrado y luego fue comisario político de un regimiento de fusileros. Su madre era profesora de idiomas en una escuela de Kiev.

Pavlichenko fue obrera metalúrgica en Kiev y en ese mismo taller comenzó prácticas de tiro.

Liudmila «Liuda» Mijaílovna Pavlichenko, tiradora de élite del Ejército Rojo.

Se alistó para combatir contra los hitlerianos, y con su providencial puntería abatió a 309 oficiales enemigos, entre ellos 36 francotiradores nazis.

Fue herida por esquirlas de mortero y en 1943 Stalin la designo instructora de esos cuerpos especiales, donde hubo 2000 tiradoras mujeres. Sobrevivieron a la guerra, solo 500: una muestra del gran esfuerzo de la gloriosa URSS para derrotar al enemigo fascista.

CARLOS MORÁN

Continuar leyendo
Click para comentar

Deje un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

8 − eight =

EDICIÓN DIGITAL

LINKS DE INTERÉS

Partido de la Liberación