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Editorial

Se le puso límites a Macri, ahora profundizar la resistencia

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El tiempo del enamoramiento bobo de parte de una sociedad con Mauricio Macri, ya fue. Conserva su núcleo duro de los monopolios, incluyendo los mediáticos lo blindan tanto como pueden, la gracia de un sector clase mediero con aspiraciones de ricachón y en menor medida de gente de pueblo. Pero ya pasó ese período cuasi masivo de engaño.

El punto de inflexión fue la concentración de trabajadores el 29 de abril, en la víspera de un 1 de mayo donde no había nada para festejar sino un lamento por la ola de despidos y la rampante inflación, tarifazos mediante y manipulación de precios.

La clase trabajadora lo hizo. Macri también lo hizo, con su virulencia antiobrera. Luego esa resistencia se manifestó en el interior, con el actazo de Comodoro Rivadavia por la preocupación por puestos de trabajo en la industria petrolera. También en ATE y los estatales, UOCRA y la construcción, UOM y metalúrgicos, docentes universitarios y otros.

El discurso posmarxista de que la clase obrera había perdido su condición de vanguardia de las luchas sociales, se fue al descenso. Obvio, estamos hablando de la clase obrera en sí, que lucha por sus reivindicaciones. Para ser vanguardia de una lucha revolucionaria falta bastante y hay tareas actuales para acercar ese momento glorioso.

 

BASTANTE DESPROLIJO

No se crea que Macri viene bajando en las encuestas sólo porque pulveriza empleos y aumenta la pobreza en 1.4 millón de personas en poco tiempo. Eso es lo fundamental, pero también hay otras razones, como su aparición en paraísos fiscales de Bahamas y Panamá, donde se lava dinero sucio y evade impuestos. También se vio a los matones del PRO atacando a cuchilladas a vecinos de la Boca opuestos a negociados para ese club con terrenos que debían ir a viviendas sociales.

Esa realidad no se puede tapar por más ayuda de Clarín que se tenga para colgar mediáticamente a Lázaro Báez y en el fondo a Cristina Fernández de Kirchner como culpables de todos los males. Buscaron la ruta del dinero K y Bahamas dieron con la ruta del dinero M; apretaron a Báez buscando la sociedad con Cristina y hallaron la alianza de Báez con Calcaterra, de Iecsa, primo hermano de Macri.

No se debe subestimar el poder de fuego del macrismo y las grandes empresas, que además cuentan con el favor del imperialismo yanqui y la Alianza del Pacífico, en esta coyuntura declinante del progresismo latinoamericano. Lo importante es que la fuerza y prestigio de Macri vienen en baja. Y esa es una condición favorable para enfrentarlo, golpearlo y apresurar en algún momento su caída. Nada de esperar hasta 2019 como plantean los “mariscales de la derrota” del peronismo.

 

LO QUE FALTA

El modelo neoliberal dio sobradas muestras de su sentido antipopular en la Argentina noventista y la eclosión del 2001. A partir de 2003 con Néstor Kirchner empezó un ciclo diferente, con trabajo, inclusión social y mejoras democráticas, mejoradas con Cristina desde 2007 en adelante. Ayudaba una situación internacional de alza del precio de las materias primas y commodities que exporta Argentina; era una circunstancia favorable pero no primordial pues lo más importante era la política progresista.

Ese proyecto político chocó con sus limitaciones, pues no se atrevió a encarar la modificación de la estructura del capitalismo dependiente ni eliminar el poder de los monopolios y banqueros. Encima empezaron a caer los precios de la soja y el petróleo, faltaban dólares para importar insumos para la industria. Y los bancos no prestaban a la producción y seguían con su negocio usurero.

En vez de aplicar una política antiimperialista, el kirchnerismo entró en contradicciones y giró a la derecha, pactando con Chevron, presentando leyes antipiquetes y poniendo a Scioli de candidato. Era lo que había hecho Perón a partir de 1952, cuando su gobierno chocó con límites parecidos. Las capas superiores de la gran burguesía nacional, entonces y hoy, no están para dirigir procesos antiimperialistas. A su amparo hacen buena plata los Lázaro Báez y los Cristóbal López, pero no hay reforma agraria en una sola estancia de los Blaquier y Techint conserva su posición monopólica en la siderurgia.

Eso es lo que el PL pone en debate hoy. El objetivo inmediato está claro: derrotar el ajuste antiobrero de Macri, pero ¿hacia dónde vamos? Eso es lo que está en disputa, porque Macri no se rinde y el peronismo dice que va a volver, sin una propuesta antiimperialista.

Por eso la izquierda revolucionaria insiste en su proyecto de país independiente, con medidas básicas como la estatización de la banca, el comercio exterior y la siderurgia; con una YPF cien por ciento estatal y una red de estaciones con precios justos de los combustibles; con el inicio de una reforma agraria y el fin de modelo sojero, con control a los formadores de precios y los grandes supermercados, con una reforma impositiva para que paguen más los que más tienen, sin Monsanto y la megaminería contaminante, etc.

Se dirá que son objetivos utópicos. Falso. Lo utópico es que el neoliberalismo vaya a lograr la “Pobreza Cero”. También es utópico el capitalismo “fifty-fifty”. El antiimperialismo es lo necesario y lo único viable, por más que hoy las correlaciones de fuerza lo impidan. Sólo por ahora. Es cuestión de trabajar más, unir y luchar mejor.

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