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Régimen sionista de Israel sigue masacrando palestinos

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El dato es impresionante. En lo que va del año el estado sionista de Israel lleva asesinados a 98 palestinos, entre ellos 18 niños y una mujer. Estos crímenes son obra del gobierno de Benjamin Netanyahu, que asumió en diciembre del año 2022 como primer ministro de un gobierno de coalición de ultraderecha y sectores ultraortodoxos religiosos. No se sabe cuánto tiempo más va a durar porque tiene muchos frentes de combate abiertos, uno de los cuales es justamente por su política de genocidio contra los palestinos en Gaza, Jerusalén y el resto de Cisjordania, o sea todo el territorio que Israel les fue robando a los palestinos y árabes desde 1948 en adelante.
Una de las modalidades más aberrantes de la represión se vio el martes 4 a la noche, contra los musulmanes que oraban en la mezquita de Al-Quds, en Jerusalén, en la Explanada de las Mezquitas, el tercer lugar sagrado el Islam, durante el mes del Ramadán. Esa noche y nuevamente al otro día los policías del sionismo entraron a reprimir a los fieles con gases, golpes y portando armas de todos los calibres. Hubo al menos 350 presos y muchísimos heridos. Hasta el comisario de la policía israelí, Kobi Shabtai, admitió después que los agentes no deberían haber actuado con tanta brutalidad contra este lugar sagrado.
Frente a esa represión los palestinos y sus aliados dieron su respuesta. Por un lado hicieron sus denuncias internacionales pertinentes. La Organización de Naciones Unidas (ONU), la Unión Europea (UE), la Liga Árabe (LA), la Organización para la Cooperación Islámica (OCI), Irán, Malasia, Sudáfrica y otros gobiernos condenaron la barbarie contra los palestinos.
Pero también dieron una respuesta en los hechos. Desde la Franja de Gaza los milicianos de Hamas (dirigida por Ismail Haniya) y la Jihad Islámica dispararon más de 30 cohetes hacia territorio israelí. Otro tanto hizo Hizbollah, cuyo secretario general es Hassan Nasrallah, aliado de Hamas, desde el sur del Líbano. Otra organización palestina golpeó desde la frontera de Siria (país que tiene usurpada por Israel sus alturas del Golán).
Que quede claro: la agresión provino como siempre del sionismo, que además de aquella represión volvió a bombardear zonas de Gaza, sur del Líbano y Siria. La justa respuesta de autodefensa fue de los palestinos. Esto debe subrayarse porque para buena parte de la prensa internacional los ataques de Israel estarían justificados “contra el terrorismo”. O, a lo sumo, se trataría de “dos demonios” o “dos violencias” irracionales. Falso. Hay un sólo demonio: el régimen estatal israelí, particularmente el gobierno ultraderechista conducido por el Likud.

“BIBI” EN PROBLEMAS
Netanyahu ya fue primer ministro 12 años hasta 2021, y volvió al cargo tras ganar las elecciones de noviembre de 2022. Es un eterno ocupante del gobierno, siempre corriéndose un poco más a la derecha y con aliados más a la extrema de ese sector, donde el Likud hasta podría preciarse de ser el más “moderado”.
Como arrastra pedidos de juicio por cohecho, fraude y abuso de confianza en tres casos separados de corrupción desde fines de 2019. Una de sus obsesiones es eludir esos procesos. Para ello presentó apenas asumido, en diciembre pasado, un proyecto de reforma judicial para que el Parlamento pueda modificar fallos judiciales de la Corte Suprema y designar jueces. El argumento sonaría a democratista, pues aludió que los parlamentarios son elegidos por votación periódica del electorado a diferencia de los jueces y supremos. De todos modos, “en boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso”. Tratándose de un fascista y corrupto como “Bibi”, desde enero, febrero y hasta el 27 de marzo hubo masivas movilizaciones sociales del centro-izquierda y luego se sumaron otros sectores, en repudio al proyecto del primer ministro. En febrero hubo marchas de hasta 600.000 personas en varias ciudades. El 26 de marzo ordenó la destitución de su ministro de Defensa, Yoav Gallant, por sumarse al repudio. Todo eso debilita la estabilidad de su gobierno, porque incluso el presidente Isaac Herzog tampoco es del mismo palo que el primer ministro y le reclamó parar con la reforma judicial. Y así esta fue puesta en el freezer el 27 de marzo, aguardando tiempos mejores.
Sin embargo las movilizaciones continuaron, porque casi todos desconfían de esta pausa y sospechan que el gobierno va a hacer trampa otra vez si logra que se vacíen las calles de manifestantes.
Encima Netanyahu afronta críticas de gobiernos que en general son aliados suyos, respecto a su proyecto judicial. El canciller alemán Olaf Scholz, el presidente francés Emmanuel Macron y otros habían pedido el retiro del mismo. Por otro lado el presidente de EE UU, Biden, no tiene la sintonía fina que antes tenía Donald Trump con el neonazi del Likud.
La guerra de la OTAN y el Pentágono contra Rusia en Ucrania reveló que esta es la prioridad mayor para Washington, orientado como está a la confrontación con Moscú y por elevación con Beijing. Eso le quita importancia relativa a Israel como el “portaaviones de EE UU” en Medio Oriente.
Último, pero importante, en contra de los planes del premier jugó el acuerdo político entre Irán y Arabia Saudita, que reanudaron sus relaciones, impulsado y favorecido por China. Israel siempre agitó el supuesto demonio islámico chiíta de Teherán para que todos le dieran beneficios, incluidos los monarcas sauditas, pero ahora se ha modificado ese cuadro.
La mayor parte de los planetas se vienen alineando contra Netanyahu. Los palestinos informaron de acuerdos entre la Autoridad Nacional Palestina, que administra Cisjordania, y Hamas, gobernante en Gaza, para superar sus diferencias. No se sabe si los une el amor, pero sí el espanto al régimen sionista.
SECRETARÍA DE RELACIONES INTERNACIONALES DEL PL

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