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Récord macrista de endeudamiento

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Este año, el Ministerio de Hacienda y Finanzas que encabeza Prat Gay emitió deuda por más de 44.000 millones de dólares, en tanto que el Banco Central se endeudó por una cifra similar mediante las Lebac.

Hasta fin de año, se estima que el gobierno habrá generado una deuda de 90.000 millones de dólares, alcanzando una marca histórica que supera a los tres antecedentes nefastos: el Plan Brady, el Blindaje y el Megacanje.

En 1992 Argentina, a instancias de Domingo Cavallo, emitió bonos por 25.000 millones de dólares; con eso “pagó” bonos previos, reemplazándolos por deuda nueva. El nuevo endeudamiento se dio en el marco de un plan de “rescate de deuda” diseñado por el Secretario del Tesoro norteamericano Nicholas Brady. Para acceder a este “beneficio” el país aceptaba las pautas del “consenso de Washington”, consentía que los conflictos se diriman en tribunales extranjeros y pagaba jugosas comisiones a un grupo de bancos.

En 2001, con Machinea como Ministro, se tomó préstamos por 19,7 mil millones de dólares “para no caer en el default”. Esta operación que se denominó “blindaje” incluyó -de nuevo- la aceptación de tribunales extranjeros y suculentas comisiones para los bancos.

Pasaron pocos meses hasta que Argentina volvió a quedar entre el cese del pago de deuda y la imposibilidad de obtener nuevos créditos. El Ministerio de Economía volvió a manos de Cavallo, quien diseñó junto al Secretario de Política Económica, Sturzenegger, un nuevo intercambio de bonos, con el consabido asesoramiento bien pagado de bancos.

En cada una de estas etapas, los intereses que había que pagar fueron mayores, ante la evidente falta de recuperación de la economía y la evaluación de los prestamistas de que a Argentina le resultaría difícil pagar.

El crecimiento de la deuda externa llegó hasta el 54% del PBI sin que concretarse las esperadas “inversiones”, ni se pudiera seguir apelando a préstamos. Así se desató la crisis del 2001 que se llevó al gobierno de De la Rúa y provocó 39 muertos por represión.

Luego de los momentos más álgidos de la crisis, el kirchnerismo reconoció esta deuda espúrea desde sus orígenes, multiplicada durante la dictadura y aumentada mediante las operaciones descritas. No obstante, el gobierno de los Kirchner consiguió reestructurar la mayor parte de la deuda, con una reducción importante en relación con el PBI. A comienzos de 2015, un informe de McKinsey Global Institute calculaba que la deuda total alcanzaba en Argentina al 33% del PBI; según la base de datos de “La Nación”, en 2003 ese porcentaje era de 138%.

Macri decidió pagar a los fondos buitre, y para ello adquirir más deuda; el acuerdo con estos fondos le posibilitó, a su vez, acceder a más créditos con los que cubre el déficit fiscal. ¿A dónde va a parar la plata que entra generando nuevas deudas? En parte a financiar el déficit fiscal (a pagar gastos del Estado), pero también para financiar la fuga de capitales, según lo reveló el economista Agustín D’Atellis.

Dentro del propio gobierno han aparecido voces críticas contra el endeudamiento, sobre todo porque el déficit fiscal siguió aumentando. Desde la visión neoliberal, consideran que el ajuste viabilizado por los despidos, el deterioro salarial y los tarifazos, no ha sido suficiente.

Ese alto déficit se comprende a partir de las medidas del gobierno de quitar presión impositiva a los sectores más concentrados y de mayores ingresos.

El gobierno en octubre emitió deuda por más de 9.000 millones de dólares, y en los primeros días de noviembre ya puso en circulación nuevos bonos y amplió la cantidad de otros lanzados anteriormente.

Para el próximo año, el presupuesto girado por el Ministerio de Hacienda y Finanzas prevé tomar deuda para pagar los vencimientos del año (más de 50.000 millones de dólares) y para financiar el déficit, entre otras funciones. La deuda a tomar ronda 45.000 millones de dólares.

Estos planes pueden complicarse seriamente con el escenario internacional que surge a partir del triunfo de Donald Trump. Muchos economistas evalúan que los préstamos se volverán más caros, y que se acentuará la fuga de divisas de los países “emergentes”. La apuesta del macrismo de obtener divisas mediante nueva deuda se verá en peligro.

El escenario es de profundización del ajuste, aunque el gobierno pretenda demorarlo para mejorar sus chances electorales en 2017. Cobra vigencia nuevamente el reclamo de no pagar la deuda externa.

JORGE RAMÍREZ

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