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QUE EL ÁRBOL NO TAPE EL BOSQUE

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La UIA quiere el mismo país sometido que quiere Milei

            El 26 de noviembre pasado se realizó la 30 Conferencia Anual de la Unión Industrial Argentina (UIA), organización que reúne a las grandes patronales del país.

Los medios reflejaron una incipiente “tensión” entre la entidad empresaria y el gobierno de Javier Milei, señalando que ni el mandatario ni el Ministro de Economía Luís Caputo asistieron al evento.

            La Conferencia estuvo presidida por Martín Rapallini, vicepresidente regional y CEO de Cerámica Alberdi, una de las principales exportadoras de Cerámicos esmaltados y porcelanatos, y parte del Grupo Alberdi. Suena como futuro presidente de la UIA en reemplazo de Funes de Rioja.

            El empresario le pidió al gobierno que defienda a las compañías que representa por la “falta de igualdad” frente a países que subsidian sus producciones, aunque también destacó el acuerdo con la política libertaria al afirmar que “el sector privado es el motor del país”.

            El colectivo patronal mostró disconformidad con la apertura total de importaciones, señalando que esa medida debería estar acompañada de un política que mejore la “competitividad” de las firmas locales. A primer vistazo podría parecer que la entidad apunta hacia el sostenimiento del desarrollo nacional, de políticas que doten de mejores condiciones productivas al país. Pero no es así: en su diagnóstico, el problema sería el “costo argentino” y los juicios laborales. Dicho en términos simples, quieren que les trabajadores cobren aún menos y que no tengan posibilidades de ir a la justicia a reclamar por los abusos que cometan los patrones. En esos aspectos, y a pesar de cierta hostilidad retórica, muestran que su preferencia está con Milei y con el PRO, como antes estuvieron con el menemismo y con la Dictadura militar-cívica.

            La Conferencia en cuestión contó con la presencia de Jorge Macri, lo que revela el plano político en el que juegan los grandes patrones: tensionar con el gobierno, hacer gestos de apoyo a un sector afín y obtener beneficios que se sustentan en el ahogo de les trabajadores. La asistencia de otros dirigentes dan cuenta tanto de la orientación de la UIA como de esos referentes: dieron el presente los gobernadores Llaryora, Pullaro, Orrego y Sadir, 4 de los mandatarios provinciales a los que -con extrema indulgencia- suelen calificarse como “dialoguistas” y que aceitaron el camino a la Ley Bases y la Reforma Tributaria. Entre otros aspectos, así consagraron una Reforma Laboral regresiva y modificaciones impositivas que redujeron gravámenes a los más ricos y aumentaron cargas sobre les trabajadores, con los cambios en el Impuesto a las Ganancias, el aumento del monotributo y la eliminación del monotributo social, entre otras.

            Esas normas incorporaron la extensión del período de prueba (tiempo en el que puede hacerse trabajar a unx empleadx sin asegurarle la continuidad laboral), recortes en las indemnizaciones (que incluso pueden ser costeadas por el propio empleado), limitaciones a la acción gremial, condonación de las multas por tener empleadxs en negro, etc.

            Por si alguien aún conservara alguna duda, cabe recordar las palabras del propio Milei en la UIA el 2 de septiembre pasado: “Vinimos a achicar el Estado para agrandarles el bolsillo a ustedes”.

            Esa afirmación  recuerda al “achicar el Estado es agrandar la Nación” que expresaba Martínez de Hoz y la dictadura. Tiene el mismo sentido: dejar las manos libres a los poderosos para imponer las condiciones, sin organismos de control, sin leyes protectoras de les trabajadores, sin organizaciones obreras ni gremiales que defiendan derechos colectivos, laborales o nacionales.

            La obsesión patronal por el “costo argentino” como factor inhibidor del desarrollo económico choca claramente con una realidad palpable: el salario en nuestro país quedó entre los más bajos de Latinoamérica. Con un valor mínimo a la fecha de unos 245 dólares (y eso con el tipo de cambio “planchado”), lo que ubica a nuestro país debajo de Perú (u$s 269), Colombia (u$s 294,2), o Bolivia (u$s 391,7), por dar algunos ejemplos (Fuente: Bloomberg Línea).

            Ni el ahogo salarial ni la flexibilización han acarreado más inversiones ni más empleo. Forman parte de la misma receta que el FMI impone a todos los países, dando rienda suelta al saqueo más brutal por los monopolios transnacionales (principalmente -pero no únicamente- de origen estadounidense) y cercenando opciones de desarrollo nacional.

            Las coincidencias entre la UIA y el gobierno son mucho más importantes que las pequeñas desavenencias que a veces expresan. Quieren un país sometido, con los recursos naturales al servicio de la explotación de los grandes monopolios, con trabajadores carentes de los derechos más elementales, sin inversión en salud, ni educación, ni en obra pública y con la producción científica destruida y enteramente sometida a las leyes de un mercado dominado por monopolios y oligopolios.

JORGE RAMÍREZ

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