Internacionales
El PL sobre la rebelión en Cataluña
El gobierno regional catalán convocó a un referendo de autonomía, con vistas a declarar la independencia frente al reino español. La votación fue el 1 de octubre pasado, realizándose no obstante el desconocimiento legal del gobierno de Mariano Rajoy (Partido Popular) y una brutal represión policial sobre los catalanes. Estos fueron golpeados y hubo 844 heridos, incluso adentro de las escuelas y lugares de votación.
Esas imágenes dieron la vuelta al mundo y desprestigiaron a Rajoy y el monarca, Felipe VI, que se dirigió al país en términos muy ofensivos con los catalanes y cerrándoles absolutamente el paso a su decisión democrática.
Como la represión fue tremenda, fue muy discutible el resultado; el 43 por ciento del padrón fue a votar, 2.2 millones de personas, con fuerte abstención de los obedientes del reino y el gobierno de derecha.
Sobre la base del relativo éxito, el presidente del gobierno regional, Carles Puigdemont, proclamó el 27 de octubre la independencia de Cataluña. Duró muy poco porque horas más tarde Rajoy lograba que el Congreso español desconociera lo actuado en Barcelona y aplicara el artículo 155 de la Constitución, disolviendo la legislatura regional y gobierno local. Un fiscal español pidió y la jueza madrileña Carmen Lamela aprobó citar a los depuestos integrantes del gobierno catalán. Y ante su renuencia, dispuso la detención de los mismos. El vicepresidente Oriol Junqueras, de Ezquerra Republicana de Catalunya (ERC) fue preso a una cárcel de Madrid junto a otros siete ministros.
Puigdemont se marchó presuroso a Bruselas, junto a otros cuatro ex ministros. La justicia belga los citó a declarar pero no los detuvo, si bien les fijó condiciones para mantenerse en Bruselas. Los cargos son muy graves y ameritan hasta una pena de 30 años de cárcel, pues suman “rebelión, sedición, malversación de fondos (organización de un referendo ilegal con fondos públicos), desobediencia a la autoridad y prevaricación”.
Luego hubo una gigantesca movilización en Barcelona pidiendo la libertad de todos esos presos y reafirmando la aspiración independentista. Sin embargo, hubo un cierto retroceso porque esa dirigencia no pudo o no quiso resistir la intervención llegada desde la capital, que afectó desde sus órganos de gobierno hasta los Mossos d’Esquadra, la policía autonómica.
Rajoy abrió una cierta válvula de escape con un desafío a los que querían separarse: convocó a elecciones anticipadas para el 21 de diciembre. Si Puigdemont y Junqueras quieren volver al planteo anterior tendrían que obtener un claro triunfo en las urnas y reemprender el reclamo de independencia. Por caso, obteniendo la convocatoria a un referendo soberanista con el visto bueno legal. De lo contrario se volverían a chocar con la pared del 27 de octubre.
El gobierno español logró amalgamar en su rechazo a un frente españolista donde se juntaron el PP, el Psoe (“socialista”) y Ciudadanos (liberales de derecha). Además, dividió a Podemos (centroizquierda), que quedó al medio, sin acordar con la separación pero tampoco con la represión de Rajoy.
Las fuerzas catalanas -que aceptaron las elecciones de Rajoy- esta vez irán con listas por separado: el partido del exiliado extitular de la Generalitat, Partido Demócrata Europeo Catalán (PDeCAT) y la ERC del detenido Junqueras. El objetivo es sumar sus sufragios en un frente común y superen el 50 por ciento. Con eso no habrá independencia, pero podrán negociar otra vez con relativa fuerza, que perdieron en estas semanas.
APOYO PARCIAL
La postura del PL es de apoyo parcial a la soberanía catalana. Se basa en la repulsión que causa el gobierno español del PP, socio menor del imperialismo yanqui en repetidas oportunidades: para la guerra contra Irak y la posición común contra Cuba, para citar solo dos ejemplos. Ese gobierno que ha atravesado mil episodios de corrupción con el PP y el Psoe, más su corrupta y parasitaria corona borbónica, aliada del franquismo. Eso habilita que nacionalidades como la catalana aspiren a la independencia, habiendo sido limitado su estatuto de autonomía desde 2010.
No es extraño que otras nacionalidades como la vasca hayan salido a la calle a expresar su solidaridad a los catalanes. Eso también hay que tomarlo en cuenta.
Los líderes catalanes son burgueses y capitalistas que ansían independizarse para gozar de la riqueza de una región favorecida de España. Y se piensan como el estado 29 de la Unión Europea, no para hacer un país igualitario ni mucho menos socialista. Por eso no se debe endiosar a Puigdemont ni a Junqueras. Si ellos lideraran una república catalana, serían los blancos de clase contra los cuales luchar los trabajadores y demás sectores populares.
Hoy el blanco es el reino español y el gobierno de derecha, con sus monopolios y bancos, aliados del imperialismo yanqui y la OTAN.
El marxismo-leninismo sirve de referencia: “la lucha del emir de Afganistán por la independencia de su país es una lucha objetivamente revolucionaria a pesar de las ideas monárquicas del emir y sus partidarios, porque esa lucha debilita al imperialismo. (…) La lucha de los comerciantes y de los intelectuales burgueses egipcios por la independencia de Egipto es, por las mismas causas, una lucha objetivamente revolucionaria, a pesar del origen burgués y de la condición burguesa de los líderes del movimiento nacional egipcio. En cambio, la lucha del gobierno ‘obrero’ inglés por mantener a Egipto en dependencia, es por las mismas causas una lucha reaccionaria, a pesar del origen proletario y del título proletario de los miembros de ese gobierno, a pesar de que son ‘partidarios’ del socialismo” (José Stalin. “La cuestión nacional”, Fundamentos del Leninismo, pág. 77).
SERGIO ORTIZ