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Nuevos tarifazos e inflación

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Apenas aprobado el Presupuesto para este año, el gobierno demostró que se basaba en supuestos inverosímiles. El 28 de diciembre los ministros Dujovne y Caputo, junto al presidente del Banco Central Sturzenegger y el Jefe de Gabinete Marcos Peña, anunciaron en conferencia de prensa que modificaban la meta de inflación para este año: ya no preveían 10% sino 15%.

El anuncio contradice la afirmación reiterada del propio Macri y de otros funcionarios, según los cuales la inflación está en retroceso.

Los datos oficiales revelaron que en diciembre los precios tuvieron la mayor suba de todo 2017, alcanzando el 3,1%. Si uno mira la data del INDEC mes a mes, puede comprobar que el menor registro fue en junio, mientras que en los meses siguientes las subas oscilaron entre el 1,4% y el 1,7%. No se puede concluir que la inflación esté mostrando una tendencia decreciente.

El principal factor que empujó la inflación durante el último mes del año pasado fue el rubro “vivienda”, que incluye los costos de electricidad, gas, agua y otros combustibles. Es decir que la principal explicación de la inflación del mes fueron los tarifazos.

La nafta también tuvo aumentos importantes desde el día siguiente a las elecciones del 22 de octubre. Ese incremento fue del 10%, lo que llevó a que Argentina tenga la segunda nafta más cara de América Latina, sólo superada por Uruguay.

El comienzo de 2018 tampoco trajo indicios que permitan prever un pronto descenso de la inflación: en enero las naftas subieron alrededor del 5% (no todas al mismo tiempo, ni el mismo porcentaje, ya que el mercado está desregulado al gusto del gobierno). El dólar trepó más de un 5%, lo que de hecho las petroleras usaron como justificativo para sus incrementos.

Comienza febrero y entran en vigencia nuevos tarifazos: hay nuevos aumentos de luz, al que se suman los de transporte, medicina prepaga y -de nuevo- las naftas.

Las subas en combustibles y los tarifazos inciden, a su vez, en otros aumentos, ya que presionan en los costos de producción, afectando especialmente a las PyMEs y los pequeños negocios.

La suba del dólar a 20 pesos también incide en los precios, a pesar de las afirmaciones de diversos economistas que tienden a relativizar su influencia; una parte importante de la producción argentina consiste en bienes con poco valor agregado, cuyos precios son similares en todo el mundo y -por lo tanto- varían con el precio de la divisa norteamericana. Esos bienes incluyen al trigo, maíz, hidrocarburos, azúcar, algodón, entre otros, cuyos precios afectan directamente al consumo de la población.

Este cuadro se presenta en momentos en los que el gobierno presiona para evitar que los acuerdos salariales superen el 15% anual, y contra la suscripción de “cláusulas gatillo” que se ajusten cuando la inflación sea mayor que el porcentaje acordado.

El cambio en la meta de inflación no parece ser creíble para el propio gobierno: emitió nuevos bonos de deuda que se ajustarán según la inflación, asegurando a los acreedores una ganancia en términos reales con una “cláusula gatillo” para éstos por encima de la inflación. Les ofrece pagar el 22,5% como mínimo; por las dudas la inflación supere ese porcentaje, tiene la alternativa de pagar lo que mida el INDEC más un 3,7%.

Esa oferta para los acreedores es un resumen de las prioridades macristas: prefieren que la inflación siga destruyendo el poder adquisitivo de la población, al tiempo que aseguran pingües ganancias para la especulación.

JORGE RAMÍREZ

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