Liberación - Órgano de Prensa
NOTAS POLÍTICAS
MÁS CONCESIONES EN MALVINAS
El gobierno proimperialista de Javier Milei sigue con su política entreguista respecto a Malvinas, doblegado ante el imperialismo británico y también el yanqui y demás socios de la OTAN, teniendo en cuenta la base militar de Monte Agradable como reserva para esa organización en guerra contra Rusia.
Esto era visible desde tiempo atrás, por ejemplo desde que en campaña electoral el facho seudo libertario se declaraba admirador de Margaret Thatcher, la ex primera ministra que en 1982 ordenó el hundimiento del ARA General Belgrano fuera de la zona de exclusión británica, durante la guerra de Malvinas. Ahí murieron 323 compatriotas.
No es que Milei empezó con la capitulación ante los británicos. Uno de los más destacados fue Carlos Menem, con su entonces canciller Domingo Cavallo (otros dos héroes venerados por el fascista), que firmaron los acuerdos de Madrid en 1989 y 1990 dejando la soberanía bajo “el paraguas” de muchos negocios y privatizaciones. Otro hito lo puso Mauricio Macri en 2016 con los acuerdos Foradori-Duncan, profundizando esos acuerdos en tanto la soberanía seguía sin discutirse.
Durante los gobiernos del Frente para la Victoria, Frente de Todos y Unión por la Patria, o sea del kirchnerismo y sus aliados Daniel Scioli, Alberto Fernández y Sergio Massa, si bien no hubo actos alevosos de entrega a los ingleses, tampoco se los incomodó. Por ejemplo no se llevó la cuestión Malvinas a la Asamblea General de la ONU como bien hacen los cubanos con el bloqueo yanqui. Y también hubo gestos detestables, como licitar áreas petroleras en el mar argentino con empresas británicas como Shell o permitir un radar yanqui-inglés en Tierra del Fuego, que debió levantarse ante las protestas.
Con Milei los ingleses volvieron a estar en su mejor salsa. A fines de septiembre la canciller banquera Diana Mondino se reunió con su par inglés David Lammy. Argentina restituyó el permiso para que se reanuden los vuelos a las Malvinas que desde tiempos de Macri hacían semanalmente entre San Pablo (Brasil) y Monte Agradable, con escala en la ciudad de Córdoba. Los únicos chochos por esta reanudación son los ingleses y los kelpers, que festejan porque dicen que tendrán más turismo e ingresos.
El PL propone desde siempre una política totalmente opuesta: ninguna concesión al Reino Unido, impuestos y sanciones a sus empresas en Argentina, y discusión en la Asamblea General de la ONU, no en el Subcomité de Descolonización. Así se podría llevar a Londres a una mesa de negociación. Y si a eso se sumara una política de malvinización de nuestras Fuerzas Armadas, con esa hipótesis de conflicto y adquisición de armas chinas y rusas, habría una presión fuerte que obligaría a esa concesión.
En la primera semana de octubre se supo que el gobierno británico decidió devolver las islas Chagos, usurpadas a Mauricio a mediados de los ‘60 y usada como colateral de la base militar de Diego García, desplazando a su población originaria. La administración laborista de Londres no piensa hacer lo mismo con Malvinas, pero a Argentina es un antecedente que le sirve. Claro que para empujar a los británicos primero se debe echar al admirador de la Thatcher, pues sus funcionarios, con tal de atraer inversiones para el RIGI, ante diplomáticos extranjeros, incluso ingleses, expusieron un mapa de Argentina donde no figuran las Malvinas. ¡HDP!
EL SELLO DEL PJ
Por las políticas tan poco populares de las sucesivas direcciones del Partido Justicialista, este quedó limitado a su condición de un sello electoral. Incluso ni siquiera eso, porque en las elecciones de 2003, el PJ no se presentó como tal sino que permitió que tres de sus corrientes internas participaran con sus respectivos candidatos y siglas: Néstor Kirchner como Frente para la Victoria, además de Carlos Menem y Adolfo Rodríguez Saa. En 2006 Kirchner fue electo como titular del PJ, lo que contradecía su propaganda contra ese sello partidario y la necesidad de construir algo nuevo, transversal e integrar a otras corrientes. Pero por las dudas lo usara algún contendiente, ese año tomó la presidencia del sello.
Democracia interna no tuvo nunca el PJ. Las últimas internas que se recuerdan son las de 1988 entre Cafiero-De la Sota versus Menem-Duhalde, que ganó esta última fórmula para llegar luego a la presidencia y asumir en julio del año siguiente. Así se inauguró una década de neoliberalismo, privatizaciones, despidos masivos y “relaciones carnales” con el imperio, incluso participando de la guerra de EEUU contra Irak.
Como habrá sido de inútil el PJ que muerto Kirchner en 2010 y tras la derrota de Scioli-Zannini ante el macrismo en 2015, Cristina y sus seguidores crearon Unidad Ciudadana y se apoyaron más en los jóvenes de La Cámpora. Si pudo volver al gobierno como vicepresidenta en 2019 no fue por las bondades del PJ sino sobre todo por el fracaso de Macri, la reforma contra los jubilados y el enorme endeudamiento por el crédito de 57.000 millones de dólares con el FMI.
Eso fue lo determinante para ganar las elecciones de 2019, donde Cristina y su sector camporista formó una alianza con el peronismo de centroderecha y derecha que la había traicionado en 2009 y 2013, yéndose de su gobierno y formando el Frente Renovador. ¿Nombres? Fernández y Massa. Salvo el primer año, 2020, de la pandemia, la performance de esa administración fue desastrosa y pavimentó el camino para la derrota ante La Libertad Avanza en 2023. Cristina ahora dice que ese peronismo se torció y propone reordenarlo. En realidad ese gobierno firmó el acuerdo infame con el FMI, en marzo de 2022, y Cristina es corresponsable de ese gobierno, de ese acuerdo y del ajuste que lo sucedió. Y lo peor es que no hace ninguna autocrítica, como si fuera ajena al problema.
Es una lideresa muy contradictoria. Por un lado se queja bien del “transfuguismo político” de los gobernadores y legisladores que sirvieron al veto de Milei contra los jubilados y al aumento del presupuesto universitario. Pero al mismo tiempo llama a la unidad con todos en el PJ, diciendo que “acá no sobra nadie”. Grave error. Como mínimo se debería expulsar a esos tránsfugas y traidores a la Patria que ayudaron al fascista.
Supuestamente el 17 de noviembre se deberían elegir las autoridades del PJ. Con estos candidatos, Cristina y Ricardo Quintela, y las posiciones de ambos tan poco comprometidas con la lucha popular, el sello seguirá siendo mediocre, de centroderecha y despertará de su larga siesta sólo en tiempos anteriores a elecciones para dedicarse a roscas, trenzas, tomas y dacas como las de hoy. Más de lo mismo. Esa película ya la vimos y sufrimos. Hace falta algo nuevo, un frente antiimperialista y antifascista.