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Las roscas de un peronismo cómplice, dividido y electoralista

            Si LA LIBERTAD AVANZA (LLA) pudo ganar las elecciones de noviembre del 2023 fue por un conjunto de factores, comenzando por la resiliencia de la derecha vernácula que mantenía niveles de aceptación popular y electoral, antes con el PRO y Juntos con el Cambio, y luego con el sector más fascista de Javier Milei y Victoria Villarruel. Quedó demostrado el verso peronista de que “el amor vence al odio” era eso, un verso. Para derrotar a esos fachos seudo libertarios hacía falta, entre otras cosas, un odio de clase, un sentido patriótico y antiimperialista plasmado en un programa y medidas de gobierno que el Frente de Todos devenido en Unión por la Patria, nunca tuvo entre 2019 y 2023 (antes y ahora tampoco).

            Milei y los suyos ensancharon su caudal en base a mentiras que una parte del pueblo, con bajo nivel de conciencia política, le creyó. Una, que la dolarización haría que esa gente cobrara su sueldo en dólares, o sea un dolarazo. Otra, que venía a combatir a la casta política responsable de los fracasos. Fueron dos estafas enormes: devaluó el peso un 118 por ciento de movida y hoy el “verde” está en 1.500 pesos, con los salarios perdiendo capacidad adquisitiva. Y la casta sigue en el poder, con los Scioli, los Menem, los Francos, los Pichetto, los Macri, los Caputo, los Sturzenegger y toda la parentela.

            Y algo obvio para el PL y un importante sector del pueblo: la casta de los monopolios siguió dominando la economía, con Milei más que nunca. Florecieron más negocios de Paolo Rocca, Pérez Companc, Eduardo Eurnekian, Marcelo Midlin, Banco Santander, Marcos Galperín, etc, coaligados con el FMI y los fondos como BlackRock. Con esos círculos locales y trasnacionales del poder el presidente quiere anudar negocios e inversiones, por ahora sin éxitos ni resultados aunque ya lleva once viajes al extranjero en seis meses de asumido.

LOS SOCIOS Y CÓMPLICES

            Para que LLA haya podido hacer tanto daño en tan poco tiempo fue preciso que contara con socios y cómplices, y también con traidores a la Patria que venían o pertenecen a otros espacios, incluso del peronismo. Los socios han sido el PRO de Macri (el de Bullrich es directamente del gobierno) y una buena parte de la UCR que incluso ha traicionado el legado de Raúl Alfonsín, quien supo decir que su límite era Macri.

            Los cómplices son los Pichetto, Randazzo y gobernadores como Llaryora, que son del peronismo no kirchnerista. Lo lamentable es que otros gobernadores, con parte de sus diputados y senadores, que sí pertenecen al peronismo y al kirchnerismo, o dicen ser ambas cosas, han acompañado al gobierno facho en votaciones claves como la ley Bases y el RIGI para grandes inversores. Y también lo han hecho con el funesto Pacto de Mayo firmado el 9 de julio en Tucumán, ofendiendo al día de la Independencia y a los patriotas de 1816. Además de los mandatarios socios de LLA, también los de Córdoba, Tucumán, Salta, Santiago del Estero, Catamarca, Misiones, Río Negro, etc, fueron parte de esa comparsa neoliberal. Milei los comprometió a realizar el mismo ajuste brutal del gasto público en sus distritos, bajándolo al 25 por ciento del PBI como él lo está ejecutando. Solamente Kicillof, Zillioto, Melella, Insfran, Quintela y Vidal se ausentaron de esa cita infame. Los que firmaron ese Pacto y los que votaron la ley Bases y el RIGI, merecen el título de infames traidores a la Patria.

            Sin embargo sólo una ínfima minoría de dirigentes peronistas los ha calificado así y son aún menos los que han pedido su expulsión del PJ. Mantienen la vieja concepción peronista de un movimiento con una derecha importante, una izquierda menor y un centro dirigiendo, cada vez más corrido a la derecha. Ni siquiera Cristina, considerada por muchos como la mejor dirigente, ha propuesto la expulsión de ninguno de aquellos tránsfugas, o sea que los sigue considerando “compañeros”.

            Un contingente importante de esos traidores está en la cúpula de la CGT, que  convocó a dos paros generales bajo la presión de las bases, pero nunca apostó a la confrontación contra el mega ajuste de Milei. La mayor demostración de eso se vio el 12 de junio cuando esa central no convocó a un paro general cuando el Congreso trataba la ley Bases y el capítulo fiscal, que incluía aspectos de reforma laboral antiobrera. No hubo paro general ese día, ni siquiera en gremios K como SUTEBA, y oh casualidad, los pocos gremios de la CGT que habían convocado al Congreso, se retiraron antes que comenzara la brutal represión que dejó 33 presos y numerosos heridos. El grueso de los burócratas ni siquiera habían movilizado: ¡se habían ido a Ginebra la reunión de la OIT! Y ahora, en vez de hacer paros, se reúnen con el gobierno para negociar.

            El peronismo, como fuerza política y por medio de los sindicatos y centrales que dirige, no está pensando en ganar las calles contra el gobierno. Un sector del mismo, peor aún, lo apoya. Y quienes dicen ser críticos de Milei, rechazan un programa popular, antiimperialista y antifascista. Hasta Cristina le propuso a Milei un acuerdo amplio multipartidario para tratar los temas de la economía bimonetaria y la falta de dólares (ver editorial). Pero ni a ella ni a Kicillof ni a otros altos dirigentes se les ocurre que para tener dólares se necesita suspender los pagos de la deuda externa fraudulenta. Lo denunció en 1982 Alejandro Olmos y así lo resolvió en 2000 el juez Jorge Ballestero, basado en las 477 ilegalidades presentes en dicho endeudamiento durante la dictadura. Pero ese fallo judicial durmió y murió en el Congreso.

            La deuda externa, con los miles y miles de millones de dólares que supone su pago, fue agrandada en 45.000 millones por el gobierno de Macri en 2018 y legalizada por el del FDT en 2022, con empobrecimiento del país y una mayor dependencia.

            En vez de luchar contra ese drama y contra el ajuste antipopular que de allí se deriva,  Cristina, Kicillof y demás dirigentes justicialistas no proponen un plan de lucha, un programa combativo y un frente que sume a todos los sectores susceptibles de ser unidos. Están divididos discutiendo candidaturas, unos para las legislativas de 2025 y otros para el 2027. De girar a la izquierda, de hacer autocrítica y rectificación, nada.

            El PL pone el blanco de la lucha contra Milei, el enemigo principal, pero critica a esta “oposición” entre comillas que frena las luchas y fue cómplice para que el seudo libertario llegara al gobierno. Para luchar y vencer a ese facho y sus sponsors empresarios, hay que conformar una oposición real y combativa, obrera y popular. Del Instituto Patria y de la Casa de Gobierno de La Plata no vendrá ese frente popular que tanto se necesita con urgencia para luchar, vencer y salir de la crisis.

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