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Los Fernández

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Un video y audio distribuido el 18/5 por Cristina Fernández de Kirchner en todas las redes sociales fue la novedad: nominó como presidenciable a Alberto Fernández y se reservó el puesto de vice.

Ese gesto fue interpretado de muchas maneras. Los ultra K, luego de la decepción de que Cristina no sería presidenta otra vez, pasaron a elogiar desmedidamente la jugada, que creen les daría una victoria en primera vuelta.

Y preocupó al macrismo, porque le quitaba el argumento de que la expresidenta es una enferma del poder y no puede nunca dejar de ser la número 1. El paso al costado, o atrás, de Cristina, lo descolocó.

De todas maneras, para el PL, la decisión de Cristina fue defensiva: estimó que si ella encabezaba la fórmula habría resistencias en el FPV-Partido Justicialista, con gobernadores, legisladores, intendentes, sindicalistas y dirigentes críticos de su gobierno y que mantenían vínculos con “Alternativa Federal”. También, en el fondo es lo mismo, era un gesto suyo para zafar de la crítica del 50 por ciento que según algunas encuestas no la votarían de ningún modo.

Esos pasos al costado y atrás de la expresidenta se daban en la construcción política, cuando de hecho disolvió Unidad Ciudadana en el poco glorioso Partido Justicialista. Y en las propuestas políticas, por ejemplo, cuando no visitó a Milagro Sala ni a otros presos políticos, algunos de los cuales están en Marcos Paz y Ezeiza por haber sido parte de sus gobiernos, como Julio de Vido y Amado Boudou. O cuando no dijo palabra sobre Venezuela, atacada por la campaña golpista y terrorista de Trump.

En el ínterin, y es lo que más nos preocupa, la expresidenta -si bien mantenía un fuerte discurso antimacrista, lo que es muy bueno – no precisaba definiciones respecto a qué hacer con la deuda externa y el FMI. Es el asunto más importante para un futuro gobierno.

Secundariamente, no estamos de acuerdo con este método bien vertical y cerrado de anunciar las candidaturas sin reuniones ni consultas. Lo decidió ella y punto. Los comunistas tenemos otra manera de ver las cosas y poner en juego las potenciales propias y de los aliados, al conformar una empresa política frentista.

ALBERTO, PASADO HORRIBLE Y PRESENTE MEDIOCRE

La fórmula anunciada por CFK ahora tiene nombre, Frente de Todos, pero aún carece de lo principal: un programa debatido y aprobado para hacer hincapié en la campaña, de cara al pueblo (ver Editorial). Y en cuanto al candidato Alberto Fernández somos críticos y no tenemos expectativa en su desempeño en caso de ser electo.

Primero que nada, por su presente, por lo que hace y dice desde que fue nominado unilateralmente por la jefa. Ya veremos algo de su pasado, pero privilegiamos su actualidad. Su tarea central de estos días fue anudar un acuerdo con Sergio Massa, el referente del Frente Renovador y el más asiduo concurrente a la embajada norteamericana, a la par de Alberto Nisman, según ArgenLeaks, de Santiago O’Donnell. Su prioridad antes del 12 de junio fue acordar con Massa, un referente que hasta el día antes fue de Alternativa Federal y desde 2013 viene operando en contra del kirchnerismo, del pueblo y el país.

AF quiso la unidad con Massa y le ofreció el oro y el moro. También quiere traer a todos los derechistas y traidores del PJ que rompieron, como él, con el kirchnerismo en años pasados, uno de los cuales ya es el candidato a vice de Macri, Miguel Pichetto. El argumento es “la unidad”, la moderación, la reconciliación y otros valores bien burgueses y electoralistas. Lo importante son los votos. Los valores no interesan.

Fernández está a favor de pagar la deuda externa y negociar amablemente con el Fondo Monetario. No es el único. Axel Kicillof recibió a la misión del Fondo y también lo hizo dos veces la dirección de la CGT de Daer, quien saludó la fórmula FF. Cristina dijo en Santiago: “habrá que devolver los dólares que no es pedirles a los cartoneros de Grabois ni sacrificar al pueblo”

Si el futuro gobierno va a negociar sin movilización popular y con posiciones tibias, entonces el Fondo impondrá condiciones no tan gravosas como las de Macri, pero muy lesivas a la complicadísima recuperación. Otra cosa muy negativa del presidenciable es su crítica a la ley de medios 26.522. En el reportaje de Martín Piqué en Tiempo Argentino (26/5), dijo que había sido “un serio error que esa ley dejara el 30 por ciento del espectro a organizaciones sin fines de lucro porque la comunicación es un negocio”. Eso propicia un nuevo pacto con Clarín.

En relación al pasado, a AF lo condena su eyección de la Jefatura de Gabinete por haber sido condescendiente con la Mesa de Enlace Sojera en 2008. Luego se pasó diez años criticando al kirchnerismo y acordando con la derecha. Fue jefe de campaña de Massa en 2015. Las notas que publicó en “La Nación” ese año casi acusaban a Cristina de haber mandado a matar a Nisman y de firmar el Memorando con Irán para encubrir las muertes de 85 personas en la AMIA. Fueron las mismas acusaciones de la derecha local y de Israel y Estados Unidos retomadas por el juez Bonadío contra CFK y que tienen preso a Fernando Esteche.

Alberto Fernández no es santo de nuestra devoción, ni siquiera en esta versión antimacrista. Lo decimos con todas las letras, así como también reiteramos que Macri es el peor de todos, el enemigo común y principal.

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