Internacionales
Las relaciones de Argentina y China
En el marco de la Cumbre del G-20 los presidentes de Argentina y China tuvieron una reunión en Olivos y firmaron 35 acuerdos que mejoran aún más la relación.
El Partido de la Liberación, muy crítico de Mauricio Macri y amigo de China, tiene una postura favorable a esos acuerdos, siempre y cuando sean en beneficio recíproco, como están concebidos.
Los rubros de los convenios son muy variados. Desde firmar por 9.000 millones de dólares un nuevo swap de monedas (intercambio de un préstamo denominado en yuanes por el equivalente en otra divisa) hasta la apertura del mercado chino a la carne ovina y porcina, miel y cerezas. La parte china financiará con 1.200 millones de dólares los proyectos del PPP o Participación Público Privada, en obras de infraestructura.
Según el embajador argentino en Beijing, Diego Guelar, “representa directamente más de 5.000 millones de dólares en nuevas inversiones de ferrocarriles, energía térmica, solar, eólica y obras viales”. Aun descontando algunos cuantos millones de dólares de los optimistas anuncios del ex banquero Guelar (del fundido Banco del Oeste), cabe suponer que habrá más negocios.
Políticamente Macri dijo que no veía “la presencia de China como una amenaza sino como una oportunidad”, jugando demagógicamente con el doble sentido en el ideograma chino de la palabra “crisis”. También lo hizo porque su gobierno había quedado pegado a la provocación de Donald Trump: su vocera comentó que en la reunión de los dos presidentes se había cuestionado la “acción depredadora económica” de China. Entonces Macri, sin cuestionar a su amigo y patrón Trump, tuvo esos elogios.
También Argentina reforzó su aval al proyecto chino de la Nueva Ruta y Nueva Franja de la Seda, qe pretende unir con obras de infraestructura, trenes y puertos, financiadas en gran parte por Beijing, al país socialista con Europa, Asia y Africa, amén de algunos países de América Latina.
El PL de Argentina no tiene objeciones al vínculo con China. Le parece bien porque, como opinan expertos cubanos y del resto del mundo, la actitud china no es de “costo-beneficio” sino de “ganar-ganar” ambas partes.
En todo caso la contradicción corre por parte de Macri. Ahora festeja el swap de monedas, pero cuando Cristina Fernández de Kirchner anunció el primer swap, el macrismo y la prensa monopólica la destrozó y dijo que eso no fortalecía las reservas del Banco Central.
Otra contradicción macrista: apenas fue electo comunicó a China que ponía en revisión la construcción de las dos centrales hidroeléctricas en el río Santa Cruz, que gozaban de un crédito chino por 5.000 millones de dólares. Luego el veto fue parcialmente levantado, pero esas obras avanzan a ritmo de tortuga, con medidas judiciales y sin los 5.000 puestos de trabajo argentino que incluían su versión original.
La sujeción de Macri al FMI sigue perjudicando la relación. Se supo que el ofrecimiento chino de un crédito de 9.000 millones de dólares para construir Atucha III no fue tomado en cuenta por Argentina. ¿Acaso no necesita generar más electricidad? Teóricamente sí, pese a la brutal recesión. El no, cortés pero cortante, fue porque en el marco del “déficit fiscal cero” el FMI no iba a autorizar ese nuevo endeudamiento para una central nuclear.
LO QUE NO APOYAMOS
El PL apoya la profundización del vínculo político, económico, comercial y cultural de Argentina con China. Es coherente con la posición de toda la vida.
Por eso acuerda con las dos centrales hidroeléctricas hoy ralentizadas, las posibles centrales nucleares, el mayor comercio de soja y aceite de soja, el citado swap de monedas, la base científica en Neuquén (que el mercenario Jorge Lanata presentó como base militar), las obras ferroviarias en el San Martín Cargas hacia Mendoza y el avance de la autopista a la ruta nacional 5, rumbo a La Pampa, etc.
Lo que el PL no avala es la intrusión de empresas chinas en rubros donde no aportan nada nuevo al país y pueden ser objeto de nacionalizaciones en un futuro gobierno popular. En concreto, no simpatiza con el monopolio Nidera en comercio exterior, con Sinopec en el negocio petrolero y con el banco ICBC en finanzas. El día de mañana, cuando acá haya un proceso revolucionario, estas empresas van a ser nacionalizadas, no importa que sean chinas. Es una clara advertencia a los camaradas chinos.
Y una nota de color, que bien pudo ser color sangre. Macri y Patricia Bullrich en particular presentaron en los días previos al G-20 los vehículos blindados, motos y otras armas donadas por China para la seguridad del evento. Afortunadamente no hubo heridos ni muertos, pero pudo haberlos. Craso error del presidente Xi Jinping al donar esos equipos a un gobierno represor como el de Cambiemos. Debió regalarlos al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, que quizás los necesite para defenderse de la ola terrorista y golpista proyanqui que ocurre allí desde 2014.
SERGIO ORTIZ