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Las Malvinas son argentinas

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            El reclamo argentino por la soberanía de las Islas Malvinas se inscribe en un largo proceso histórico donde han existido intereses políticos, económicos y militares, vinculados a un proyecto de Nación libre y soberana. El reclamo está fundado en la argumentación geográfica, histórica y jurídica. Ya en el siglo XVIII comenzaron a ser consideradas por las coronas europeas, española, inglesa y francesa como un espacio de importancia estratégica por su cercanía al Cabo de, Hornos, único punto de contacto entre los océanos Atlántico y Pacífico. Asegurar posiciones en las Islas Malvinas era fundamental para controlar el sur del continente americano. En ese contexto España tomó posesión de las Malvinas y en un primer momento ésta fue reconocida por las otras potencias. En 1765 y hasta 1774 los británicos las ocupan, pero se obligan a no formar ningún asentamiento en las costas orientales y occidentales de América del Sur y las islas adyacentes ya ocupadas por España, donde se incluía a las  Malvinas en virtud del Tratado de San Lorenzo firmado el 28 de octubre de 1790. El 6 de noviembre de 1820, las Provincias Unidas del Río de la Plata, tomaron posesión efectiva de las islas, considerando que son parte integral e indivisible de su territorio heredado de España luego de la emancipación.

   Y es en enero de 1833 cuando Gran Bretaña usurpa y ocupa las islas. Las autoridades argentinas dieron los primeros pasos de un camino de reclamos diplomáticos  frente a la agresión colonial con una nota formal de protesta ante el representante inglés. También enviaron circulares a los gobiernos de países americanos en las que señalaban el hecho de fuerza ilegal británico y solicitaban su acompañamiento en una política común contra cualquier potencia europea que pretendiera menoscabar los derechos soberanos de los Estados americanos.

            Recién en 1946, Argentina expone por primera vez en la ONU sus derechos inalienables sobre las Islas Malvinas afirmando que no reconocerá la soberanía británica. La ONU insta a los dos países a que se abstengan de adoptar decisiones que entrañen la introducción de modificaciones unilaterales en la situación.

            La guerra de Malvinas o conflicto del Atlántico Sur se inicia el 2 de abril de 1982 cuando fuerzas militares argentinas desembarcan en las islas y toman Puerto Argentino, después de derrotar a una pequeña guarnición británica. La dictadura militar-cívica que había comenzado en marzo de 1976, aún estaba en el poder. Las consecuencias negativas  de la apertura económica y la desindustrialización llevada a cabo por el equipo económico conducido por José Martínez de Hoz habían generado un clima de descontento social mientras crecían las denuncias por los crímenes cometidos por los militares. La decisión del desembarco fue inicialmente tomado por la Junta Militar con el propósito de forzar al gobierno británico a negociar y obviamente no previó la ofensiva militar británica ni el apoyo del gobierno de EE UU.

            En líneas generales la sociedad argentina reaccionó en apoyo a la recuperación de las islas. Para los soldados argentinos la reacción británica y la falta de previsión del gobierno dictatorial, que se tradujeron en deficiencias en materia de suministros, abrigos y equipos, además de la notable diferencia en armamentos y equipos de combate, terminaron con la rendición de Argentina. 649 argentinos perdieron la vida, 323 en el hundimiento del crucero ARA General Belgrano, ordenado por Margaret Thatcher (una de las referentes internacionales admirada por el presidente Javier Milei).

            El conflicto del Atlántico Sur implicó un punto de quiebre en la historia política reciente del país. La derrota aceleró la crisis de la última dictadura y sirvió como catalizador para el reagrupamiento de sectores civiles y democráticos en torno a la “causa Malvinas” que pone en el centro la noción de soberanía, el rol de nuestro país en el escenario  global y el vínculo con la identidad nacional y la Patria Grande. Fue construida como un símbolo de la resistencia contra el imperialismo y de una Latinoamérica autónoma sin intervención de potencias extranjeras. El acompañamiento a los reclamos argentinos de parte de los países de América Latina y el Caribe se manifestó durante el conflicto bélico y se expresó en declaraciones como la del Potrero de Funes firmada el 25 de junio de 1996 por Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Bolivia, Chile y Venezuela, donde esos países dieron su apoyo a los derechos argentinos de soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur. También la UNASUR, el Grupo de Río y la CELAC apoyan nuestro reclamo.

            Con el retorno de la democracia, se produjo la desmalvinización comenzando por las propias FFAA. y sostenida por varios gobiernos, lo que supuso invisibilizar las demandas de los excombatientes y de las injusticias cometidas en la guerra. Recién a partir de 2007, al calor de las políticas de Memoria, Verdad y Justicia y de la reapertura de los juicios contra los genocidas se revitaliza la Causa Malvinas por lo menos en lo que hace a los Derechos Humanos. Los testimonios de los ex combatientes sobre el hambre y las torturas sufridas se transforman en causas de lesa humanidad y los documentos desclasificados sustentan el proceso judicial que se dirime en la CIDH y se implementan las primeras pensiones provinciales, subsidios y planes de salud para ellos.

            Lamentablemente estos avances en los DDHH no se correspondieron con las políticas destinadas a reafirmar la soberanía y a preservar las riquezas naturales de las islas. Carlos Menem con su plan de promoción de la pesca y de los hidrocarburos terminó beneficiando a los ingleses. Macri defendió la relación con Gran Bretaña como una oportunidad para hacer negocios, comercio e inversiones, dejando en segundo plano el reclamo de soberanía. Y en cuanto a Milei, si bien afirma que las islas son argentinas, agrega con ligereza que, “están siendo ocupadas por Gran Bretaña” y que, por ejemplo , el canciller británico David Cameron tiene “todo el derecho” de viajar a las islas sin autorización de las autoridades argentinas.

   Estos políticos vende patrias no encabezarán ningún proceso efectivo para recuperar las Malvinas. Sólo un Frente Antiimperialista puede impulsar políticas y acciones para que, como decía don Ata Yupanqui, “las hermanitas perdidas vuelvan a casa”.

ELENA RIVERO

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