Bibliografia
La Revolución China y el Partido Comunista de China
* Libro de texto escrito por el camarada Mao Tse-tung en el invierno de 1939 con la colaboración de algunos camaradas de Yenán. El primer capítulo, “La sociedad china”, fue redactado por éstos y revisado por el camarada Mao Tse-tung, quien, por su parte, escribió el segundo: “La revolución china”. Un tercer capítulo proyectado, “La construcción del Partido”, quedó inconcluso, pues los encargados de su redacción no pudieron acabarlo. Con todo, los dos capítulos presentes, en especial el segundo, han tenido gran importancia para la educación del Partido Comunista de China y del pueblo chino. Los puntos de vista del camarada Mao Tse-tung sobre la nueva democracia, expuestos en este segundo capítulo, habían de ser considerablemente desarrollados en su trabajo “Sobre la nueva democracia”, escrito en enero de 1940.
CAPITULO I
LA SOCIEDAD CHINA
- LA NACION CHINA
China, nuestra patria, es uno de los mayores países del mundo: su territorio casi equivale a la superficie de toda Europa. En este vasto territorio hay amplias extensiones de tierras fértiles, de las que obtenemos nuestros alimentos y vestidos; grandes y pequeñas cordilleras, con dilatados bosques y ricos yacimientos minerales, atraviesan el país a lo largo y a lo ancho; innumerables ríos y lagos favorecen la navegación y el riego; un extenso litoral nos facilita la comunicación con las naciones de ultramar. Desde tiempos inmemoriales, nuestros antepasados han trabajado, han vivido y se han multiplicado en este inmenso territorio.
En la actualidad, China limita al Nordeste y al Noroeste y parte del Oeste, con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas; al Norte, con la República Popular de Mongolia; al Sudoeste y parte del Oeste, con Afganistán, la India, Bután y Nepal; al Sur, con Birmania y Vietnam; al Este, con Corea, y queda próxima al Japón y a las Filipinas. Esta ubicación geográfica ofrece, en el plano exterior, tanto ventajas como desventajas a la revolución del pueblo chino. Lo ventajoso es: la contigüidad con la Unión Soviética, la relativa lejanía de los principales países imperialistas de Europa y Norteamérica, y el hecho de que muchos de los países circundantes sean colonias o semicolonias. Lo desventajoso consiste en que el imperialismo japonés, aprovechándose de su proximidad geográfica, amenaza constantemente la existencia misma de las diversas nacionalidades de China y la revolución de nuestro pueblo.
China cuenta actualmente con 450 millones de habitantes: casi la cuarta parte de la población mundial. Más de las nueve décimas partes de su población pertenecen a la nacionalidad jan. El resto lo forman varias decenas de minorías nacionales, entre ellas, las nacionalidades mongola, jui, tibetana, uigur, miao, yi, chuang, chungchia y coreana; aunque sus civilizaciones se encuentran en distintos niveles de desarrollo, todas poseen una larga historia. China es un país multinacional con una enorme población.
En el curso de su desarrollo, la nación china (aquí nos referimos principalmente a los jan), lo mismo que otras muchas naciones del mundo, vivió durante decenas de milenios en el régimen de la comunidad primitiva sin clases. Desde la desintegración de este régimen y su transformación en sociedad de clases hasta el presente, han transcurrido aproximadamente cuatro mil años, durante los cuales la nación china ha atravesado por las sociedades esclavista y feudal. En el curso de la historia de su civilización, la nación china ha creado una agricultura y una artesanía famosas por su alto grado de desarrollo; ha dado origen a muchos grandes pensadores, científicos, inventores, estadistas, estrategas, hombres de letras y artistas, y ha acumulado un rico acervo cultural. La brújula fue descubierta en China ya en tiempos muy remotos[1]. El arte de fabricar papel fue inventado hace 1.800 años[2]. La imprenta con bloques de madera, hace 1.300 años[3], y la imprenta de tipos móviles, hace 800[4]. El empleo de la pólvora data en China de antes que en Europa[5]. Así, pues, la civilización china es una de las más antiguas del mundo, y China tiene una historia escrita de casi 4.000 años.
La nación china, célebre en el mundo por su capacidad de resistencia y su laboriosidad, es, al mismo tiempo, una nación amante de la libertad y rica en tradiciones revolucionarias. La historia de los jan, por ejemplo, demuestra que el pueblo chino jamás ha tolerado la dominación de las fuerzas tenebrosas y siempre ha hecho uso de medios revolucionarios con el propósito de derrocarla y cambiarla. En los milenios de existencia de los jan, han ocurrido centenares de levantamientos campesinos, grandes y pequeños, contra la tenebrosa dominación de los terratenientes y la nobleza. En la mayoría de los casos, los cambios de dinastía se debieron a estos levantamientos campesinos. Las nacionalidades de China siempre han combatido la opresión foránea y recurrido a la rebelión para liberarse de ella. Están por la unión basada en la igualdad, y contra la opresión de una nacionalidad por otra. En la milenaria historia de la nación china, han surgido muchos héroes nacionales y líderes revolucionarios. Así, pues, la nación china tiene gloriosas tradiciones revolucionarias y un espléndido patrimonio histórico.
- LA ANTIGUA SOCIEDAD FEUDAL
Aunque China es una gran nación, con un vasto territorio, numerosa población, historia milenaria, ricas tradiciones revolucionarias y espléndido patrimonio histórico, su desarrollo económico, político y cultural fue por largo tiempo muy lento, después de su paso de la sociedad esclavista a la feudal. De las dinastías Chou y Chin en adelante, la sociedad feudal se ha prolongado por unos tres mil años.
Las principales características del sistema económico y político de la era feudal de China son las siguientes:
1) Predominio de la economía natural. Los campesinos producían no sólo los productos agrícolas que consumían, sino también la mayor parte de los artículos artesanales que necesitaban. Lo que los terratenientes y la nobleza arrancaban a los campesinos en forma de arriendo de la tierra también estaba destinado principalmente al consumo y no al intercambio. Si bien en aquel tiempo había intercambio, no desempeñaba un papel decisivo en el conjunto de la economía.
2) La clase dominante feudal — terratenientes, nobleza y emperador — poseía la mayor parte de la tierra, en tanto que los campesinos tenían muy poca o ninguna. Estos cultivaban con sus propios aperos la tierra de los terratenientes, la nobleza y la familia imperial, a los que tenían que entregar, para su consumo, el 40, el 50, el 60, el 70 e incluso el 80 o más por ciento de la cosecha. Los campesinos eran en realidad siervos.
3) No sólo los terratenientes, la nobleza y la familia imperial vivían de la explotación de los campesinos por medio del arriendo de la tierra, sino que, además, el Estado de la clase terrateniente obligaba a estos a pagar impuestos y tributos y les imponía prestaciones personales para mantener una horda de funcionarios y un ejército destinado principalmente a reprimirlos.
4) El aparato del Poder que protegía este sistema de explotación feudal era el Estado feudal de la clase terrateniente. Si, en el período anterior a la dinastía Chin, el Estado feudal estaba dividido en principados rivales, más tarde, al ser unificado el país por el primer emperador de la dinastía Chin, se convirtió en un Estado absolutista con un poder centralizado, aunque siguió subsistiendo hasta cierto punto el fraccionamiento feudal. En el Estado feudal, el emperador era todopoderoso. Nombraba a los Funcionarios que en las diversas partes del país se encargaban de los asuntos militares y judiciales, de las finanzas y de los graneros estatales, y se apoyaba en los terratenientes y los shenshi, pilares de todo el régimen feudal.
Bajo la explotación económica y la opresión política feudales, los campesinos chinos vivían de generación en generación como esclavos, en medio de la miseria y los sufrimientos. Atados al yugo del feudalismo, carecían de libertades personales. Los terratenientes tenían derecho a insultar, golpear e incluso matar a su antojo a los campesinos, quienes estaban privados de todo derecho político. La extremada miseria y atraso de los campesinos, consecuencia de la despiadada explotación y opresión a que los sometía la clase terrateniente, constituye la causa fundamental del estancamiento económico y social de la sociedad china durante miles de años.
En la sociedad feudal, la contradicción principal era la existente entre el campesinado y la clase terrateniente.
En esa sociedad, sólo los campesinos y los artesanos constituían las clases fundamentales que creaban la riqueza y la cultura.
La despiadada explotación económica y opresión política de los campesinos por la clase terrateniente, los forzó a alzarse en numerosas rebeliones contra la dominación de ésta. Hubo centenares de levantamientos, grandes y pequeños; todos ellos fueron acciones de rebeldía de los campesinos, guerras revolucionarias campesinas, por ejemplo, los levantamientos de Chen Sheng y Wu Kuang y de Siang
Yu y Liu Pang[6], en la dinastía Chin; los de Sinshi, Pinglin, Chimei, Tungma[7] y Juangchin[8], en la dinastía Jan; los de Li Mi y de Tou Chien-te[9], en la dinastía Sui; los de Wang Sien-chi y Juang Chao[10], en la dinastía Tang; los de Sung Chiang y de Fang La[11], en la dinastía Sung; el de Chu Yuan-chang[12], en la dinastía Yuan; el de Li Tsi-cheng[13], en la dinastía Ming, y el del Reino Celestial Taiping[14], en la dinastía Ching. La envergadura de los levantamientos campesinos y guerras campesinas de la historia china no tiene paralelo en el mundo. Las luchas de clase del campesinado, sus levantamientos y guerras, fueron la única fuerza motriz real del desarrollo histórico en la sociedad feudal china. Cada uno de los levantamientos campesinos y guerras campesinas relativamente importantes fue un golpe para el régimen feudal de la época y, por consiguiente, impulsó en mayor o menor grado el desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad. No obstante, como en aquellos tiempos no existían nuevas fuerzas productivas y nuevas relaciones de producción, ni nuevas fuerzas de clase, ni partidos políticos avanzados, estos levantamientos campesinos y guerras campesinas no contaron con una dirección justa, como la que ejercen hoy el proletariado y el Partido Comunista; de este modo, las revoluciones campesinas terminaron siempre en el fracaso y fueron invariablemente utilizadas, durante su curso o después, por los terratenientes y la nobleza como instrumento para realizar cambios dinásticos. Así, aunque con cada gran lucha revolucionaria campesina se lograba cierto progreso social, las relaciones económicas feudales y el sistema político feudal quedaban en lo fundamental inalterados.
Sólo en los últimos cien años se ha producido un cambio en la situación.
- LA SOCIEDAD COLONIAL, SEMICOLONIAL Y SEMIFEUDAL DE NUESTROS DIAS
La sociedad china, como hemos explicado arriba, fue feudal durante tres mil años. Pero, ¿sigue siendo hoy completamente feudal? No, China ha cambiado. A partir de la Guerra del Opio de 1840, China se ha transformado paso a paso en un país semicolonial y semifeudal. Y, más aún, después del Incidente del 18 de Septiembre de 1931, cuando el imperialismo japonés inició la invasión armada de China, ésta se ha convertido en un país colonial, semicolonial y semifeudal. Explicaremos ahora el proceso de este cambio.
Como ya hemos dicho en la sección z, la sociedad feudal china duró alrededor de tres mil años. Fue sólo a mediados del siglo XIX cuando, con la penetración del capitalismo extranjero, se produjo en ella un importante cambio.
Dado que la economía mercantil que se desarrollaba en la sociedad feudal china llevaba ya en su seno los gérmenes del capitalismo, la sociedad china se habría transformado lentamente en capitalista, aun sin mediar la acción del capitalismo extranjero. La penetración de éste aceleró tal transformación. El capitalismo extranjero ha desempeñado un papel muy importante en la desintegración del régimen económico-social de China: por un lado, ha socavado los cimientos de la economía natural y arruinado la industria artesana de las ciudades y la artesanía doméstica de los campesinos; por el otro, ha acelerado el desarrollo de la economía mercantil en la ciudad y el campo.
Todo esto no sólo ha conducido a la desintegración de los cimientos de la economía feudal china, sino que, al mismo tiempo, ha creado ciertas condiciones y posibilidades objetivas para el desarrollo de la producción capitalista, porque la destrucción de la economía natural ha abierto al capitalismo un mercado para sus productos, y la ruina de gran número de campesinos y artesanos le ha proporcionado un mercado de mano de obra.
En efecto, hace ya sesenta años, en la segunda mitad del siglo XIX, al influjo estimulante del capitalismo extranjero y debido a cierto resquebrajamiento de la estructura económica feudal, algunos comerciantes, terratenientes y burócratas comenzaron a hacer inversiones en la industria moderna. Hace cuarenta años, a finales del siglo pasado y comienzos del presente, el capitalismo nacional de China dio los primeros pasos en su desarrollo. Más tarde, hace veinte años, durante la Primera Guerra Mundial imperialista, debido a que los países imperialistas de Europa y Norteamérica, ocupados en la guerra, relajaron temporalmente su opresión sobre nuestro país, la industria nacional china, principalmente la textil y la harinera, cobró un nuevo desarrollo.
El proceso del surgimiento y desarrollo del capitalismo nacional chino es al mismo tiempo el del surgimiento y desarrollo de la burguesía y del proletariado. Si los precursores de la burguesía china fueron una parte de los comerciantes, terratenientes y burócratas, los del proletariado chino fueron una parte de los campesinos y artesanos. Como clases sociales con características propias, la burguesía y el proletariado de China son clases recién nacidas, que nunca antes habían existido en la historia de nuestro país. Se han constituido en nuevas clases sociales surgiendo de las entrañas de la sociedad feudal. Son dos clases interrelacionadas y, a la vez, antagónicas, gemelas nacidas de la vieja sociedad (la sociedad feudal) de China. Sin embargo, el proletariado chino ha surgido y se ha desarrollado de modo simultáneo no sólo con la burguesía nacional china, sino también con las empresas directamente explotadas por el imperialismo en China. Así, resulta que una gran parte del proletariado chino es más antiguo y tiene mayor experiencia que la burguesía china, y por ello su fuerza social es mayor, y su base social, más amplia.
Sin embargo, el nuevo fenómeno del que hemos hablado, el surgimiento y desarrollo del capitalismo, constituye sólo un aspecto del cambio operado a raíz de la penetración del imperialismo en China. Hay otro aspecto que es concomitante con el primero y que, a la vez, lo obstaculiza: la colusión del imperialismo con las fuerzas feudales chinas para impedir el desarrollo del capitalismo chino.
Al penetrar en nuestro país, las potencias imperialistas de ningún modo se proponían transformar a la China feudal en una China capitalista. Su objetivo era todo lo contrario: hacer de ella una semicolonia o colonia.
Para ello, las potencias imperialistas han utilizado y siguen utilizando todos los medios de opresión militar, política, económica y cultural, lo que les ha permitido convertir gradualmente a China en una semicolonia y colonia. Esos medios son los siguientes:
1) Han desencadenado numerosas guerras de agresión contra China, como por ejemplo la Guerra del Opio desatada en 1840 por Inglaterra, la guerra lanzada en 1857 por las fuerzas aliadas anglo-francesas[15], la Guerra Chino-Francesa de 1884[16], la Guerra Chino-Japonesa de 1894 y la guerra emprendida en 1900 por las fuerzas aliadas de las Ocho Potencias[17]. Derrotando a China por la fuerza de las armas, las potencias imperialistas se apoderaron de países vecinos que se encontraban bajo la protección de China; además, arrebataron o tomaron “en arriendo” parte del territorio chino, por ejemplo, el Japón ocupó Taiwán y las islas Pengju, y tomó “en arriendo” Lüshun, Inglaterra se apoderó de Hongkong, y Francia tomó “en arriendo” Kuangchouwan. Aparte de anexarse territorios, impusieron cuantiosas indemnizaciones. De este modo, el inmenso imperio feudal chino recibió golpes extraordinariamente duros.
2) Han forzado a China a concluir numerosos tratados desiguales, mediante los cuales se han arrogado el derecho a acantonar en ella fuerzas de mar y tierra y a ejercer la jurisdicción consular[18], y se han repartido el país en esferas de influencia[19].
3) Mediante los tratados desiguales, se han asegurado el control de todos los puertos comerciales importantes de China y han establecido “concesiones”[20] bajo su administración directa en muchos de ellos. Han implantado su control sobre las aduanas, el comercio exterior y las comunicaciones (marítimas, terrestres, fluviales y aéreas). De esta manera, han podido inundar China con sus mercancías, convertirla en un mercado para sus productos industriales y, al mismo tiempo, subordinar la producción agrícola china a sus necesidades imperialistas.
4) Han establecido en China numerosas empresas de industria ligera y pesada, a fin de utilizar sobre el terreno las materias primas y la mano de obra barata, y por este medio ejercen presión económica directa sobre la industria nacional de China y frenan directamente el desarrollo de sus fuerzas productivas.
5) Por medio de la concesión de empréstitos a los gobiernos chinos y del establecimiento de bancos, han monopolizado la banca y las finanzas del país. De esta forma, no sólo han abrumado al capitalismo nacional chino en la competencia mercantil, sino que además tienen atenazada a China en la esfera bancaria y financiera.
6) A fin de explotar más fácilmente a las masas campesinas y otras capas de la población, han creado en China una red de explotación formada por compradores[21] y comerciantes-usureros, que se extiende desde los grandes puertos de comercio hasta los rincones más remotos; así han creado una clase compradora y comerciante-usurera a su servicio.
7) Han hecho de la clase terrateniente feudal de China, al igual que de la burguesía compradora, el pilar de su dominación en China. El imperialismo “se alía en primer término con las capas dominantes del régimen social precedente — los señores feudales y la burguesía comercial-usurera –, contra la mayoría del pueblo. En todas partes, el imperialismo intenta preservar y perpetuar todas aquellas formas de explotación precapitalistas (particularmente en el campo), que son la base de la existencia de sus aliados reaccionarios.”[22] “[. . .] el imperialismo, con todo el poderío financiero y militar que tiene en China, es la fuerza que apoya, alienta, cultiva y conserva las supervivencias feudales, con toda su superestructura burocrático-militarista.”[23]
8) Han proporcionado a los gobiernos reaccionarios de China considerable cantidad de armas y municiones y puesto a su disposición gran número de consejeros militares, a fin de suscitar guerras intrincadas entre los caudillos militares y reprimir al pueblo.
9) Además, nunca han relajado sus esfuerzos por adormecer el espíritu del pueblo chino. Esta es su política de agresión cultural, que ponen en práctica a través de las actividades de los misioneros, el establecimiento de hospitales y escuelas, la publicación de periódicos y el reclutamiento de estudiantes chinos para cursar en sus países. Su objetivo consiste en formar intelectuales a su servicio y embaucar a las grandes masas del pueblo chino.
10) Desde el Incidente del 18 de Septiembre de 1931, el imperialismo japonés, con su invasión en vasta escala, ha convertido gran parte del territorio de China, que era ya semicolonial, en una colonia japonesa.
Estos hechos constituyen el otro aspecto del cambio operado a partir de la penetración imperialista en China: el sangriento cuadro de la transformación de la China feudal en un país semifeudal, semicolonial y colonial.
Así se ve claramente que, con su agresión contra China, las potencias imperialistas, por una parte, han acelerado la desintegración de la sociedad feudal china y el crecimiento de elementos de capitalismo, convirtiendo así la sociedad feudal en semifeudal, y, por la otra, han impuesto sobre China su cruel dominación, transformándola de país independiente en país semicolonial y colonial.
Resumiendo los dos aspectos, se puede decir que nuestra sociedad colonial, semicolonial y semifeudal posee las siguientes características:
1) Han sido destruidos los cimientos de la economía natural de la era feudal, pero la explotación del campesinado por la clase terrateniente, base del sistema de explotación feudal, no sólo permanece intacta, sino que, ligada con la explotación ejercida por el capital comprador y el usurario, predomina manifiestamente en la vida económica y social de China.
2) El capitalismo nacional se ha desarrollado hasta cierto punto y desempeña un papel considerable en la vida política y cultural de China. Sin embargo, no ha llegado a convertirse en la forma principal dentro de su régimen económico-social; es muy débil, y en su mayor parte está o menos asociado con el imperialismo extranjero y el feudalismo interno.
3) El Poder autocrático del emperador y la nobleza ha sido derrocado y en su lugar ha surgido, primero, la dominación de los caudillos militares y burócratas pertenecientes a la clase terrateniente, y, luego, la dictadura de la alianza entre la clase terrateniente y la gran burguesía. En las zonas ocupadas, detentan el Poder el imperialismo japonés y sus títeres.
4) Los imperialistas controlan no sólo las palancas de la vida financiera y económica de China, sino también sus fuerzas políticas y militares. En las zonas ocupadas, todo lo monopoliza el imperialismo japonés.
5) El desarrollo económico, político y cultural de China es extremadamente desigual porque ésta se halla bajo la dominación total o parcial de muchas potencias imperialistas, porque, en realidad, no está unificada desde hace largo tiempo, y porque su territorio es inmenso.
6) Bajo el doble yugo del imperialismo y el feudalismo, y en especial como resultado de la invasión en vasta escala del imperialismo japonés, las grandes masas populares de China, particularmente los campesinos, se empobrecen cada día más e incluso se arruinan en gran número; viven en medio del hambre y el frío y privadas de todo derecho político. Raros son los lugares del mundo donde se observa tanta miseria y falta de libertad como las que conoce el pueblo chino.
Tales son las características de la sociedad china colonial, semicolonial y semifeudal.
Esta situación está determinada principalmente por las fuerzas imperialistas del Japón y otras potencias, y es el resultado de la colusión entre el imperialismo extranjero y el feudalismo interno.
La contradicción entre el imperialismo y la nación china y la contradicción entre el feudalismo y las grandes masas populares, son las contradicciones fundamentales de la sociedad china moderna. Naturalmente, existen otras, tales como la contradicción entre la burguesía y el proletariado y las contradicciones en el seno de las clases dominantes reaccionarias. Pero, de todas ellas, la contradicción entre el imperialismo y la nación china es la principal. Estas contradicciones y su agudización engendran inevitablemente movimientos revolucionarios cada vez más amplios. Las grandes revoluciones de la China moderna y contemporánea han surgido y se han desarrollado sobre la base de estas contradicciones fundamentales.
CAPITULO II
LA REVOLUCION CHINA
LOS MOVIMIENTOS REVOLUCIONARIOS DE LOS ULTIMOS CIEN AÑOS
La historia de la transformación de China en una semicolonia y colonia por el imperialismo confabulado con el feudalismo chino, es, a la vez, la historia de la lucha del pueblo chino contra el imperialismo y sus lacayos. La Guerra del Opio, el Movimiento del Reino Celestial Taiping, la Guerra Chino-Francesa, la Guerra Chino-Japonesa, el Movimiento Reformista de 1898, el Movimiento Yijetuan, la Revolución de 1911, el Movimiento del 4 de Mayo, el Movimiento del 30 de Mayo, la Expedición al Norte, la Guerra Revolucionaria Agraria y la presente Guerra de Resistencia contra el Japón constituyen todos ellos testimonios del indomable espíritu de resistencia del pueblo chino, que rechaza someterse al imperialismo y sus lacayos.
Gracias a la inflexible, tenaz y heroica lucha del pueblo chino durante los últimos cien años, el imperialismo no ha podido hasta el presente subyugar a China, ni lo conseguirá jamás.
Aunque el imperialismo japonés extrema actualmente sus esfuerzos en la ofensiva en vasta escala contra China, aunque muchos terratenientes y elementos de la gran burguesía, los Wang Ching-wei declarados y ocultos, han capitulado ante el enemigo o se preparan para hacerlo, el valeroso pueblo chino continuará su combate. Y no lo detendrá hasta expulsar de China al imperialismo japonés y conseguir la completa liberación del país.
La lucha revolucionaria nacional del pueblo chino tiene cien años cabales de historia, a contar de la Guerra del Opio de 1840, y treinta, a contar de la Revolución de 1911. Se halla todavía en curso, y hasta ahora no ha obtenido éxitos notables en el cumplimiento de sus tareas; el pueblo chino, y en primer lugar el Partido Comunista de China, tienen la responsabilidad de proseguir la lucha con resolución.
¿Cuáles son los blancos de esta revolución? ¿Cuáles sus tareas? ¿Cuáles sus fuerzas motrices? ¿Cuál su carácter? ¿Cuáles sus perspectivas? De estas cuestiones trataremos a continuación.
- LOS BLANCOS DE LA REVOLUCION CHINA
El análisis hecho en la sección; del capítulo I nos muestra que la presente sociedad china es, por su naturaleza, colonial, semicolonial y semifeudal. Sólo teniendo una noción precisa de la naturaleza de la sociedad china, podemos comprender claramente cuáles son los blancos de la revolución china, cuáles sus tareas, sus fuerzas motrices, su carácter, sus perspectivas y su futura transformación. Por consiguiente, una clara comprensión de la naturaleza de la sociedad china, o sea, de la índole del país, es la clave para entender todos los problemas de la revolución.
Puesto que la sociedad china de hoy es, por su naturaleza, colonial, semicolonial y semifeudal, ¿cuáles son los blancos o enemigos principales de la revolución china en la etapa actual?
No son otros sino el imperialismo y el feudalismo, es decir, la burguesía de los países imperialistas y la clase terrateniente de nuestro país. Porque, en la etapa actual, son justamente ellos los principales opresores en la sociedad china y los principales obstáculos para su desarrollo. Ambos se confabulan para oprimir al pueblo chino, pero, como la opresión nacional ejercida por el imperialismo es la más grande, éste es el enemigo número uno, el peor enemigo del pueblo chino.
Desde la invasión armada de China por el Japón, han pasado a ser los principales enemigos de la revolución china el imperialismo japonés y todos los que con él se coluden, o sea, los colaboracionistas y reaccionarios chinos que han capitulado abiertamente o se preparan para hacerlo.
La burguesía china sufre también la opresión imperialista; ha dirigido luchas revolucionarias, ha desempeñado en ellas el papel dirigente, principal, como sucedió en la Revolución de 1911; ha tomado parte en luchas revolucionarias, como en la Expedición al Norte, y participa en la actual Guerra de Resistencia contra el Japón. Pero, durante el largo período de 1927 a 1937, el pueblo revolucionario y el partido revolucionario (el Partido Comunista) no podían sino considerar como uno de los blancos de la revolución a la capa superior de la burguesía, representada por la reaccionaria camarilla del Kuomintang, dado que esta capa social se había confabulado con el imperialismo, había concluido una alianza reaccionaria con la clase terrateniente y traicionado a los amigos que la habían ayudado — el Partido Comunista, el proletariado y el campesinado y demás sectores de la pequeña burguesía –; dado que había traicionado y hecho fracasar a la revolución china. En la Guerra de Resistencia contra el Japón, un sector de los grandes terratenientes y de la gran burguesía, representado por Wang Ching-wei, ya ha traicionado convirtiéndose en colaboracionista. Por consiguiente, El pueblo que lucha contra el Japón no puede sino considerar como uno de los blancos de la revolución a estos elementos de la gran burguesía, que han traicionado los intereses nacionales.
De esto se desprende que los enemigos de la revolución china son extremadamente fuertes. Entre ellos se cuentan no sólo el poderoso imperialismo, sino también las poderosas fuerzas feudales y, en ciertos períodos, hasta los reaccionarios de la burguesía, que, confabulados con el imperialismo y las fuerzas feudales, luchan contra el pueblo. Por eso, es incorrecto subestimar la fuerza de los enemigos del pueblo revolucionario chino.
Frente a tales enemigos, la revolución china tiene forzosamente que ser prolongada y encarnizada. El extraordinario poderío de los enemigos exige que se dedique largo tiempo a acumular y templar fuerzas revolucionarias capaces de vencerlos definitivamente. El excepcional encarnizamiento con que los enemigos reprimen la revolución china, hace indispensable que las fuerzas revolucionarias se templen y pongan en pleno juego su tenacidad para poder mantener firmemente sus posiciones y tomar las del enemigo. Por ello, es incorrecto pensar que en China las fuerzas revolucionarias pueden formarse en un abrir y cerrar de ojos y que la lucha revolucionaria china puede triunfar de la noche a la mañana.
Frente a tales enemigos, el método principal de la revolución china, su forma principal, no puede ser la lucha pacífica, sino que tiene que ser la lucha armada, ya que ellos, al privar al pueblo chino de toda libertad y derecho político, le hacen imposible toda actuación pacífica. Stalin dice: “En China, la revolución armada combate a la contrarrevolución armada. Tal es una de las peculiaridades y una de las ventajas de la revolución china.”[24] Esta formulación es del todo justa. Por eso, es incorrecto menospreciar la lucha armada, la guerra revolucionaria, la guerra de guerrillas y el trabajo en el ejército.
Frente a tales enemigos, surge la cuestión de la base de apoyo revolucionaria. En vista de que los poderosos imperialistas y sus reaccionarios aliados chinos se hallan desde hace mucho atrincherados en las principales ciudades de nuestro país, los destacamentos revolucionarios, si se niegan a transigir con el imperialismo y sus lacayos y quieren perseverar en la lucha, si quieren acumular fuerzas, templarse y evitar, mientras no dispongan de suficiente poderío, una batalla decisiva con el poderoso enemigo, tienen que convertir las atrasadas zonas rurales en avanzadas y sólidas bases de apoyo, en grandes baluartes militares, políticos, económicos y culturales de la revolución desde donde luchar contra el fiero enemigo, que ataca las zonas rurales utilizando las ciudades, y llevar paso a paso la revolución a la victoria completa a través de una lucha prolongada. En estas circunstancias, la desigualdad del desarrollo económico de China (ausencia de una economía capitalista unificada), la inmensidad de su territorio (que proporciona a las fuerzas revolucionarias espacio para maniobrar), la desunión del campo contrarrevolucionario y las contradicciones de todo género que en él abundan, y el hecho de que la lucha de los campesinos, contingente principal de la revolución china, esté dirigida por el partido del proletariado, el Partido Comunista, todo esto, por un lado, hace posible que la revolución china triunfe primero en las zonas rurales, y, por el otro, determina la desigualdad del desarrollo de la revolución y hace necesaria una lucha prolongada y ardua para lograr la victoria total. De este modo, resulta claro que la larga lucha revolucionaria sostenida desde dichas bases de apoyo revolucionarias constituye, en lo fundamental, una guerra de guerrillas de los campesinos dirigida por el Partido Comunista de China. Por eso, es erróneo desatender la utilización de las zonas rurales como bases de apoyo revolucionarias, el trabajo arduo entre los campesinos y la guerra de guerrillas.
Sin embargo, hacer hincapié en la lucha armada no significa renunciar a las otras formas de lucha; por el contrario, la lucha armada no podría triunfar si no se coordinasen con ella estas otras formas. Hacer hincapié en el trabajo en las bases de apoyo rurales no significa renunciar al trabajo en las ciudades y en las extensas zonas rurales que todavía se encuentran bajo la dominación enemiga; por el contrario, sin el trabajo en las ciudades y en dichas zonas, nuestras bases de apoyo rurales quedarían aisladas y la revolución fracasaría. Además, el objetivo final de la revolución es tomar las ciudades, bases
principales del enemigo, y este objetivo no puede conseguirse sin suficiente trabajo en ellas.
De ahí se deduce que para que la revolución triunfe tanto en las ciudades como en el campo, es indispensable destruir al ejército del enemigo, principal instrumento en su lucha contra el pueblo. Por lo tanto, aparte de aniquilar a las tropas enemigas en el campo de batalla, es importante el trabajo de desintegrar al ejército enemigo.
De ahí se deduce también que, en el trabajo de propaganda y de organización en las ciudades y zonas rurales ocupadas durante largo tiempo por el enemigo y sumidas en las tinieblas de la reacción, el Partido Comunista no debe seguir una precipitada política aventurera, sino adoptar la política de mantener clandestina la organización del Partido y hacerla compacta, selecta y eficaz, acumular fuerzas y esperar el momento propicio. Al dirigir al pueblo en la lucha contra el enemigo, el Partido debe adoptar la táctica de avanzar paso a paso y de combatir sobre un terreno seguro, siguiendo el principio de luchar con razón, con ventaja y sin sobrepasarse, y utilizando toda posibilidad de actividad abierta que permitan las leyes y decretos y las costumbres sociales; el griterío vacuo y las embestidas ciegas jamás podrán conducir al éxito.
- LAS TAREAS DE LA REVOLUCION CHINA
Puesto que los principales enemigos de la revolución china en la presente etapa son el imperialismo y la clase terrateniente feudal, ¿cuáles son las tareas de la revolución en dicha etapa?
Incuestionablemente, las tareas principales consisten en golpear a estos dos enemigos, o sea, en realizar una revolución nacional para acabar con la opresión extranjera del imperialismo y una revolución democrática para terminar con la opresión interior de los terratenientes feudales; de estas tareas, la primordial es la revolución nacional para derrocar al imperialismo.
Las dos grandes tareas de la revolución china están interrelacionadas. Sin derrocar la dominación del imperialismo es imposible acabar con la de la clase terrateniente feudal, ya que el imperialismo es el sostén principal de ésta. Y viceversa, no se podrá formar poderosos destacamentos revolucionarios para poner fin a la dominación imperialista sin ayudar a los campesinos a derrocar a la clase terrateniente feudal, porque es ésta la principal base social de la dominación imperialista en China, y el campesinado, el contingente principal de la revolución china. Así, pues, las dos tareas fundamentales, la revolución nacional y la revolución democrática, son distintas y, a la vez, constituyen una unidad.
Puesto que hoy la tarea principal de la revolución nacional de China reside en combatir al imperialismo japonés, invasor de nuestro territorio, y que, para ganar la guerra, es indispensable cumplir la tarea de la revolución democrática, resulta que estas dos tareas revolucionarias ya están ligadas entre sí. Es incorrecto considerar la revolución nacional y la revolución democrática como dos etapas de la revolución tajantemente diferenciadas. - LAS FUERZAS MOTRICES DE LA REVOLUCION CHINA
Analizados y definidos la naturaleza de la sociedad china y los blancos y las tareas de la revolución china en la etapa actual, ¿cuáles son las fuerzas motrices de esta revolución?
Dado que la sociedad china es colonial, semicolonial y semifeudal, que la revolución china está dirigida principalmente contra la dominación del imperialismo extranjero y el feudalismo interior, y que sus tareas consisten en derrocar a estos dos opresores, ¿cuáles son, entre las diversas clases y capas de la sociedad china, las fuerzas capaces de luchar contra el imperialismo y el feudalismo? Este es el problema de establecer cuáles son las fuerzas motrices de la revolución china en la presente etapa. Sólo teniendo claridad a este respecto se puede solucionar correctamente la cuestión de la táctica básica de la revolución china.
¿Qué clases existen en la actual sociedad china? Existen la clase terrateniente y la burguesía; la primera y la capa superior de la segunda son las clases dominantes en la sociedad china. Existen también el proletariado y el campesinado y demás sectores de la pequeña burguesía; éstas son las clases dominadas en la mayor parte de China.
La actitud y la posición que cada una de estas clases toma con respecto a la revolución china están enteramente determinadas por su condición económico-social. Por consiguiente, la naturaleza del régimen económico-social determina no sólo los blancos y las tareas de la revolución, sino también sus fuerzas motrices.
Analicemos ahora las diferentes clases de la sociedad china.
- La clase terrateniente
La clase terrateniente es la principal base social de la dominación imperialista en China, una clase que, por medio del sistema feudal, explota y oprime a los campesinos, una clase que obstaculiza el desarrollo político, económico y cultural de la sociedad china y que no tiene ningún papel progresista.
Por eso, los terratenientes, como clase, constituyen un blanco, y no una fuerza motriz, de la revolución.
En la Guerra de Resistencia contra el Japón, una parte de los grandes terratenientes, junto con un sector de la gran burguesía (los capituladores), se han entregado al invasor japonés convirtiéndose en colaboracionistas, y la otra parte, junto con el otro sector de la gran burguesía (los recalcitrantes), se muestran extremadamente vacilantes, aunque todavía permanecen en el campo de la Resistencia. No obstante, un buen número de shenshi sensatos pertenecientes a la capa de los terratenientes medios y pequeños, es decir, aquellos terratenientes con tinte capitalista, manifiestan cierto entusiasmo por la Resistencia, y con ellos debemos unirnos en la lucha común contra el invasor japonés.
- La burguesía
La burguesía se divide en gran burguesía compradora y burguesía nacional.
La gran burguesía compradora es una clase al servicio directo de los capitalistas de los países imperialistas y sustentada por ellos; está ligada por miles de lazos con las fuerzas feudales del campo. Por eso, en la historia de la revolución china, ha sido siempre un blanco, y nunca una fuerza motriz, de la revolución.
Sin embargo, como los diferentes grupos de la gran burguesía compradora china dependen de distintas potencias imperialistas, cuando las contradicciones entre éstas se hacen muy agudas, y cuando la revolución se dirige principalmente contra una de ellas, es posible que los grupos de la burguesía compradora dependientes de otras potencias imperialistas participen, hasta cierto punto y en determinados períodos, en el frente antiimperialista que se forme. Pero apenas sus amos se ponen a combatir a la revolución china, ellos hacen lo mismo.
En la Guerra de Resistencia, el sector projaponés de la gran burguesía (los capituladores) se ha entregado o se apresta a hacerlo.
El sector proeuropeo y pronorteamericano (los recalcitrantes), aunque todavía permanece en el campo de la Resistencia, se muestra extremadamente vacilante; hace un doble juego: resiste al invasor japonés y, a la vez, se opone al Partido Comunista. Nuestra política para con los capituladores de la gran burguesía es tratarlos como a enemigos y derribarlos resueltamente. Respecto a los recalcitrantes, adoptamos una doble política revolucionaria: por un lado, nos aliamos con ellos, pues siguen resistiendo al Japón y debemos aprovechar sus contradicciones con el imperialismo japonés, y por el otro, luchamos resueltamente contra ellos, porque aplican una política de represión anticomunista y antipopular, que socava la resistencia al Japón y la unidad, las cuales saldrían perjudicadas si no sostuviéramos esa lucha.
La burguesía nacional es una clase de doble carácter.
Por una parte, es oprimida por el imperialismo y constreñida por el feudalismo, y de ahí su contradicción con ambos. En este sentido, constituye una fuerza revolucionaria. En la historia de la revolución china ha mostrado cierto entusiasmo en la lucha contra el imperialismo y el gobierno de los burócratas y caudillos militares.
Pero, por otra parte, como es débil económica y políticamente y no ha roto por completo sus lazos económicos con el imperialismo y el feudalismo, le falta valor para llevar hasta el fin la lucha antiimperialista y antifeudal. Esto se manifiesta con particular claridad cuando las fuerzas revolucionarias populares se tornan poderosas.
Este doble carácter hace que la burguesía nacional, en determinados períodos y hasta cierto punto, pueda tomar parte en la revolución contra el imperialismo y el gobierno de los burócratas y caudillos militares y llegar a ser una fuerza revolucionaria, y que, en otros períodos, surja el peligro de que vaya a remolque de la gran burguesía compradora y sirva de ayudante a la contrarrevolución. En China, la burguesía nacional es principalmente la burguesía media. Aunque, a la cola de la clase de los grandes terratenientes y la gran burguesía, se opuso a la revolución en el período de 1927 a 1931 (antes del Incidente del 18 de Septiembre), prácticamente nunca ha tenido en sus manos el Poder, sino que se ha visto limitada por la política reaccionaria de dichas dos clases en el Poder. En la Guerra de Resistencia contra el Japón se diferencia no sólo de los capituladores de la clase de los grandes terratenientes y de la gran burguesía, sino también de los recalcitrantes de la gran burguesía, y, hasta la fecha, sigue siendo un aliado nuestro relativamente bueno. Por eso, es de todo punto necesario adoptar con respecto a ella una política prudente.
- Los diversos sectores de la pequeña burguesía, aparte del campesinado
La pequeña burguesía, aparte de los campesinos, comprende la gran masa de los intelectuales, los pequeños comerciantes, los artesanos y los profesionales.
La condición de estos sectores es más o menos similar a la de los campesinos medios; todos ellos sufren la opresión del imperialismo, el feudalismo y la gran burguesía, y se acercan cada día más a la ruina o la indigencia.
Estos sectores pequeñoburgueses constituyen, por consiguiente, una de las fuerzas motrices de la revolución y un aliado confiable del proletariado. Y sólo bajo la dirección de éste podrán conseguir su liberación.
A continuación los analizaremos.
Primero, los intelectuales y los jóvenes estudiantes. No constituyen una clase o capa social independiente. Pero, en la China de hoy, a juzgar por su origen familiar, sus condiciones de vida y su posición política, en su mayor parte pueden ser catalogados dentro de la pequeña burguesía. Su número ha crecido considerablemente en los últimos decenios. A excepción de aquellos intelectuales próximos al imperialismo y a la gran burguesía y que sirven a éstos contra el pueblo, los intelectuales y los jóvenes estudiantes sufren, en general, la opresión del imperialismo, el feudalismo y la gran burguesía, y viven bajo la amenaza de verse sin trabajo u obligados a dejar sus estudios. En consecuencia, sus tendencias revolucionarias son muy fuertes. Están dotados, en mayor o menor grado, de conocimientos científicos capitalistas, poseen una aguda sensibilidad política y, en la presente etapa de la revolución china, desempeñan con frecuencia un papel de vanguardia o sirven de puente con las masas. Pruebas fehacientes de ello son el movimiento de los estudiantes chinos en el extranjero antes de la Revolución de 1911, el Movimiento del 4 de Mayo de 1919, el Movimiento del 30 de Mayo de 1925 y el Movimiento del 9 de Diciembre de 1935. En particular, la gran masa de los intelectuales relativamente pobres pueden unirse con los obreros y campesinos para participar en la revolución o apoyarla. En China, también fue entre los intelectuales y los jóvenes estudiantes donde primero se difundió ampliamente y se aceptó la ideología marxista-leninista. Sin la participación de los intelectuales revolucionarios, es imposible tener éxito en la organización de las fuerzas revolucionarias y en la labor revolucionaria. Pero, mientras no se han incorporado de todo corazón a las luchas revolucionarias de las masas y no se deciden a servir a los intereses de las masas y a integrarse con ellas, los intelectuales, a menudo, tienden al subjetivismo y al individualismo, y se muestran poco prácticos en su pensamiento y vacilantes en su acción. Por consiguiente, aunque la gran masa de intelectuales revolucionarios de China desempeñan un papel de vanguardia y sirven de puente con las masas, no todos continúan siendo revolucionarios hasta el fin. En los momentos críticos, una parte de ellos abandonan las filas revolucionarias y se hunden en la pasividad, y un pequeño número incluso se convierten en enemigos de la revolución. Los intelectuales sólo pueden superar estos defectos participando por largo tiempo en la lucha de las masas.
Segundo, los pequeños comerciantes. Por regla general, poseen pequeñas tiendas y contratan pocos dependientes o ninguno. Víctimas de la explotación del imperialismo, la gran burguesía y los usureros, viven bajo la amenaza de la bancarrota.
Tercero, los artesanos. Son muy numerosos. Disponen de sus propios medios de producción y no contratan obreros, o sólo tienen uno o dos aprendices o ayudantes. Su condición es similar a la de los campesinos medios.
Cuarto, los profesionales. Esta categoría comprende gente de diversas profesiones, por ejemplo los médicos. No explotan a otros o sólo lo hacen en pequeña medida. Su condición es semejante a la de los artesanos.
Los sectores de la pequeña burguesía arriba mencionados constituyen una inmensa multitud a la que debemos ganarnos y cuyos intereses debemos proteger, porque, en general, pueden sumarse a la revolución o apoyarla, y son muy buenos aliados. Su debilidad reside en que algunos se dejan influir fácilmente por la burguesía; por eso, tenemos que preocuparnos de efectuar entre ellos una labor revolucionaria de propaganda y de organización.
- El campesinado
El campesinado, que constituye aproximadamente el 80 por ciento de la población total de China, es hoy la fuerza principal de su economía nacional.
Dentro del campesinado se está produciendo un intenso proceso de diferenciación.
Primero, los campesinos ricos. Representan alrededor del 5 por ciento de la población rural (ellos y los terratenientes representan juntos alrededor del 10 por ciento), y se los denomina burguesía rural. Los campesinos ricos de China, en su gran mayoría, dan en arriendo una parte de sus tierras, practican la usura y explotan sin piedad a los asalariados agrícolas; por lo tanto, tienen un carácter semifeudal. Pero, por lo común, participan en el trabajo físico, y en este sentido forman parte del campesinado. La forma de producción que representan continuará siendo útil durante cierto período. Hablando en términos generales, pueden contribuir en algo a la lucha antiimperialista de las masas campesinas y mantenerse neutrales en la lucha revolucionaria agraria contra los terratenientes. De ahí que no debamos identificarlos con los terratenientes, ni adoptar prematuramente la política de eliminarlos.
Segundo, los campesinos medios. Representan alrededor del 20 por ciento de la población rural. Por lo general, no explotan a otros y se autoabastecen económicamente (pueden tener algún excedente en los años de buena cosecha, y, ocasionalmente, emplear asalariados o prestar pequeñas sumas a interés); sufren la explotación del imperialismo, la clase terrateniente y la burguesía. Están privados de derechos políticos. Algunos no tienen suficientes tierras, y sólo una parte (los campesinos medios acomodados) disponen de un pequeño excedente de tierras. No sólo pueden incorporarse a la revolución antiimperialista y la revolución agraria, sino también aceptar el socialismo. Por eso, los campesinos medios en su totalidad pueden ser un aliado confiable del proletariado y una parte importante de las fuerzas motrices de la revolución. Su actitud en pro o en contra de la revolución es uno de los factores decisivos para la victoria o derrota de ésta, lo que es particularmente cierto cuando, en virtud de la revolución agraria, pasan a constituir la mayoría de la población rural.
Tercero, los campesinos pobres. Ellos y los asalariados agrícolas representan juntos alrededor del 70 por ciento de la población rural. Los campesinos pobres son las vastas masas campesinas sin tierra o con muy poca tierra, el semiproletariado rural, la mayor fuerza motriz de la revolución china, el aliado natural y más confiable del proletariado y el contingente principal en las filas de la revolución china. Los campesinos pobres y los medios no pueden conseguir su liberación sino bajo la dirección del proletariado, y éste, a su vez, sólo formando una sólida alianza con ellos puede conducir la revolución a la victoria; de
otra manera, la victoria no será posible. El término “campesinado” se refiere principalmente a los campesinos pobres y los medios.
- El proletariado
Dentro del proletariado chino hay de dos y medio a tres millones de obreros de la industria moderna, y unos doce millones de trabajadores asalariados de las pequeñas industrias, la industria artesana y el comercio en las ciudades; además, constituyen una gran multitud el proletariado rural (asalariados agrícolas) y los demás proletarios de la ciudad y el campo.
Aparte de las cualidades fundamentales que caracterizan al proletariado en general — ligazón con la forma de economía más avanzada, fuerte sentido de organización y de disciplina, y carencia de medios de producción privados –, el proletariado chino posee otras muchas cualidades destacadas.
¿Cuáles son?
Primera, el proletariado chino es más resuelto y consecuente en la lucha revolucionaria que ninguna otra clase, porque sufre una triple opresión (la del imperialismo, la burguesía y las fuerzas feudales), cuya intensidad y crueldad raramente se observa en otras naciones del mundo. Dado que en la China colonial y semicolonial no existe, como en Europa, base económica para el socialreformismo, el proletariado en su conjunto, salvo unos pocos vendeobreros, es la clase más revolucionaria.
Segunda, desde su aparición en el escenario de la revolución, el proletariado chino ha sido dirigido por su propio partido revolucionario, el Partido Comunista de China, y ha llegado a ser la clase políticamente más consciente de la sociedad china.
Tercera, como el proletariado chino, por su origen, está formado en su mayoría por campesinos arruinados, tiene vínculos naturales con las grandes masas campesinas, lo cual le facilita formar una estrecha alianza con ellas.
Por lo tanto, a pesar de ciertas debilidades inevitables, como por ejemplo su número relativamente pequeño (en comparación con el campesinado), su relativa juventud (en comparación con el proletariado de los países capitalistas) y su nivel educacional relativamente bajo (en comparación con la burguesía), el proletariado chino ha Llegado a ser la fuerza motriz más fundamental de la revolución china. Sin su dirección, la revolución china de ningún modo podría triunfar. Para tomar un ejemplo del pasado, la Revolución de 1911 abortó porque el proletariado no participó en ella de manera consciente y porque aún no existía el Partido Comunista. Un ejemplo reciente es la revolución de 1924-1927. Durante un tiempo, ésta obtuvo grandes victorias gracias a la participación y a la dirección conscientes del proletariado, así como a la existencia del Partido Comunista; pero terminó en el fracaso debido a que la gran burguesía traicionó su alianza con el proletariado y el programa revolucionario común, y a que el proletariado chino y su partido no tenían aún una rica experiencia revolucionaria. Un ejemplo actual es la Guerra de Resistencia contra el Japón. Debido a que el proletariado y el Partido Comunista han ejercido desde el comienzo la dirección sobre el frente único nacional antijaponés, toda la nación se ha unido y la gran Guerra de Resistencia ha sido emprendida y llevada adelante con resolución.
El proletariado chino debe comprender que, aun siendo la clase con la más alta conciencia política y el mayor sentido de organización, no puede triunfar si se apoya sólo en su propia fuerza. Para alcanzar la victoria, tiene que organizar un frente único revolucionario uniéndose, según las distintas circunstancias, con todas las clases y capas que puedan participar en la revolución. De todas las clases de la sociedad china, el campesinado es el firme aliado de la clase obrera, la pequeña burguesía urbana, un aliado confiable, y la burguesía nacional, un aliado en determinados períodos y hasta cierto punto. Esta es una de las leyes fundamentales comprobadas por la historia de la revolución de la China contemporánea.
- El lumpemproletariado
La condición colonial y semicolonial de China ha hecho aparecer en el campo y la ciudad una multitud de desempleados. Sin ningún medio decente para ganarse la vida, muchos de ellos se ven obligados a recurrir a medios deshonestos; de ahí los bandoleros, gángsters, mendigos y prostitutas y los numerosos profesionales de la superstición. Esta capa social es vacilante; algunos de ellos se dejan comprar fácilmente por las fuerzas reaccionarias, en tanto que otros pueden unirse a la revolución. Carecen de espíritu constructivo, son más proclives a la destrucción que a la construcción, y aquellos que se incorporan a la revolución se convierten en una fuente de la mentalidad de “insurrectos errantes” y del anarquismo en nuestras filas. Por eso, tenemos que saber reeducarlos a la vez que precavernos de su tendencia a la destrucción.
Hasta aquí nuestro análisis de las fuerzas motrices de la revolución china.
- EL CARACTER DE LA REVOLUCION CHINA
Ahora ya comprendernos la naturaleza de la sociedad china, es decir, la índole especial de China; tenemos así el requisito esencial para solucionar todos los problemas concernientes a la revolución china. También sabemos ya cuáles son los blancos, las tareas y las fuerzas motrices de la revolución china, cuestiones básicas de la revolución china en la presente etapa, que dimanan de la naturaleza particular de la sociedad china, de la índole especial del país. Habiendo comprendido todo esto, podemos ahora entender otra cuestión básica: el carácter de la revolución china.
¿Cuál es, pues, el carácter de la revolución china en la presente etapa? ¿Es una revolución democrático-burguesa o una revolución socialista proletaria? Desde luego, es la primera y no la segunda.
Puesto que la sociedad china es colonial, semicolonial y semifeudal, que los enemigos principales de la revolución china son el imperialismo y las fuerzas feudales, que las tareas de la revolución china consisten en derrocar a estos dos enemigos principales por medio de una revolución nacional y democrática, que en esta revolución también la burguesía toma parte en ciertos períodos, y que, incluso cuando la gran burguesía traiciona a la revolución pasando a ser enemiga suya, el filo de la revolución sigue dirigido contra el imperialismo y el feudalismo y no contra el capitalismo y la propiedad privada capitalista en general, dado todo esto, la revolución china en la presente etapa no es, por su carácter, socialista proletaria, sino democrático-burguesa[25].
No obstante, la revolución democrático-burguesa en la China de hoy ya no es del tipo viejo, corriente, ya anticuado, sino de un tipo nuevo, particular. Este es el tipo de revolución que se desarrolla actualmente en China y en todas las colonias y semicolonias, y lo denominamos revolución de nueva democracia. La revolución de nueva democracia forma parte de la revolución socialista proletaria mundial, pues se opone resueltamente al imperialismo o capitalismo internacional. En lo político, se propone implantar la dictadura conjunta de las diversas clases revolucionarias contra los imperialistas, los colaboracionistas y los reaccionarios, y se opone a la transformación de la sociedad china en una sociedad de dictadura burguesa. En lo económico, tiene como propósito nacionalizar el gran capital y las grandes empresas de los imperialistas, los colaboracionistas y los reaccionarios, y distribuir la tierra de la clase terrateniente entre los campesinos; junto con ello, conservará las empresas capitalistas privadas en general y no eliminará la economía de campesino rico. Así, esta revolución democrática de nuevo tipo, aunque por un lado desbroza el camino para el capitalismo, por el otro crea las premisas para el socialismo. La presente etapa de la revolución china es una etapa de transición cuyo objetivo consiste en poner fin a la sociedad colonial, semicolonial y semifeudal y preparar las condiciones para la edificación de la sociedad socialista, o sea, es el proceso de una revolución de nueva democracia. Este proceso empezó sólo después de la Primera Guerra Mundial y de la Revolución de Octubre en Rusia, y, en China, comenzó con el Movimiento del 4 de Mayo de 1919. Por revolución de nueva democracia se entiende una revolución antiimperialista y antifeudal de las grandes masas populares bajo la dirección del proletariado. Sólo a través de una revolución semejante puede la sociedad china avanzar hasta el socialismo; no hay otro camino.
La revolución de nueva democracia es muy diferente de las revoluciones democráticas que tuvieron lugar en los países de Europa y Norteamérica; no conduce a la dictadura de la burguesía, sino a la dictadura de frente único de las diversas clases revolucionarias bajo la dirección del proletariado. En la Guerra de Resistencia contra el Japón, el Poder democrático antijaponés establecido en las bases de apoyo, dirigidas por el Partido Comunista de China, es el Poder de frente único nacional antijaponés; no es ni la dictadura de la burguesía sola ni la del proletariado solo, sino una dictadura conjunta de las diversas clases revolucionarias bajo la dirección del proletariado. Todos los que estén en favor de la resistencia al Japón y de la democracia tienen derecho a participar en este Poder, sean cuales fueren los partidos o grupos a que pertenezcan.
La revolución de nueva democracia también difiere de la revolución socialista; sólo procura derrocar la dominación de los imperialistas, los colaboracionistas y los reaccionarios en China, pero no elimina a ningún sector del capitalismo que pueda contribuir a la lucha antiimperialista y antifeudal.
La revolución de nueva democracia coincide en lo esencial con la revolución preconizada en 1924 por Sun Yat-sen con sus Tres Principios del Pueblo. En el “Manifiesto del I Congreso Nacional del Kuomintang”, publicado en aquel año, Sun Yat-sen declaraba:
“En los Estados modernos, el llamado sistema democrático está en general monopolizado por la burguesía y se ha convertido simplemente en un instrumento de opresión contra la gente sencilla. En cambio, según el Principio de la Democracia sostenido por el Kuomintang, el sistema democrático es un bien común de toda la gente sencilla y no se permite que sea propiedad exclusiva de unos pocos.”
Y añadía:
“Todas las empresas, pertenecientes a chinos o extranjeros, que fueren de carácter monopolista o demasiado grandes para la administración privada, tales como bancos, ferrocarriles y líneas aéreas, serán administradas por el Estado, con el fin de que el capital privado no pueda dominar la vida material del pueblo; éste es el sentido fundamental de la limitación del capital.”
Y, por último, en su Testamento, Sun Yat-sen enunciaba así el principio básico para la política interior y la exterior: “[. . .] debemos despertar a las masas populares y unirnos en una lucha común con las naciones del mundo que nos traten en pie de igualdad.” Así, los Tres Principios del Pueblo de vieja democracia, acordes con la vieja situación internacional e interior, fueron transformados en los Tres Principios del Pueblo de nueva democracia, acordes con la nueva situación internacional e interior. El Partido Comunista de China se refería justamente a estos últimos Tres Principios del Pueblo, y no a otros, cuando declaró, en su manifiesto del 22 de septiembre de 1937, que “siendo los Tres Principios del Pueblo [. . .] lo que China necesita hoy, nuestro Partido está dispuesto a luchar por su completa realización”. Estos son los Tres Principios del Pueblo de Sun Yat-sen, que entrañan las Tres Grandes Políticas: alianza con Rusia, alianza con el Partido Comunista y ayuda a los campesinos y obreros. En las nuevas condiciones internacionales e interiores, cualquier tipo de Tres Principios del Pueblo que se separen de las Tres Grandes Políticas no son revolucionarios. (Aquí no vamos a referirnos al hecho de que el comunismo y los Tres Principios del Pueblo coinciden tan sólo en el programa político básico para la revolución democrática y difieren en todos los demás aspectos.)
De esta manera, en la revolución democrático-burguesa de China no se puede ignorar el papel del proletariado y del campesinado y demás sectores de la pequeña burguesía, ni al formar el frente de lucha (el frente único) ni al organizar el Poder estatal. Quienes tratan de dejarlos al margen no podrán resolver el problema del destino de la nación china ni ningún otro problema del país. La república democrática que ha de crearse en la presente etapa de la revolución debe ser tal que los obreros y los campesinos y demás sectores de la pequeña burguesía tengan en ella la posición y el papel que les corresponden. En otras palabras, debe ser una república democrática basada sobre la alianza revolucionaria de la clase obrera, el campesinado, la pequeña burguesía urbana y otros elementos antiimperialistas y antifeudales. Sólo con la dirección del proletariado es posible establecer cabalmente una república de esta índole.
- LAS PERSPECTIVAS DE LA REVOLUCION CHINA
Aclaradas las cuestiones básicas — naturaleza de la sociedad china, y blancos, tareas, fuerzas motrices y carácter de la revolución china en la presente etapa –, resulta fácil comprender el problema de las perspectivas de la revolución china, es decir, el problema de la relación entre la revolución democrático-burguesa y la revolución socialista proletaria, la relación entre las etapas presente y futura de la revolución.
Dado que la revolución democrático-burguesa de China en la etapa actual no es del tipo viejo, corriente, sino que es una revolución democrática de tipo nuevo, particular, una revolución de nueva democracia, y que la revolución china se desarrolla en la nueva situación internacional de los años 30 y 40 del siglo XX, caracterizada por el ascenso del socialismo y la declinación del capitalismo, en la época de la Segunda Guerra Mundial y en un período de revoluciones, no cabe duda de que la perspectiva Final de la revolución china no es el capitalismo, sino el socialismo y el comunismo.
Dado que en la presente etapa de la revolución china nos proponemos terminar con la condición colonial, semicolonial y semifeudal de la sociedad actual, o sea, luchar por la realización completa de la revolución de nueva democracia, es de suponer, y nada tiene de sorprendente, que la economía capitalista se desarrolle en cierta medida en la sociedad china después de la victoria de la revolución, porque
ésta habrá barrido los obstáculos para el desarrollo del capitalismo. Un resultado inevitable de la victoria de la revolución democrática en China, país económicamente atrasado, será cierto desarrollo del capitalismo. Sin embargo, éste constituirá sólo uno de los resultados de la revolución china, y no todos. En suma, sus resultados serán el desarrollo tanto de elementos de capitalismo como de elementos de socialismo. ¿Cuáles son estos últimos? El creciente peso específico del proletariado y del Partido Comunista entre las fuerzas políticas del país, la hegemonía del proletariado y del Partido Comunista reconocida o susceptible de ser reconocida por el campesinado, la intelectualidad y la pequeña burguesía urbana, y el sector estatal en la economía de la república democrática y el sector cooperativo perteneciente al pueblo trabajador. Todos éstos son elementos de socialismo. Como, además, la situación internacional es favorable, muy probablemente la revolución democrático-burguesa china evitará finalmente el camino capitalista y desembocará en el socialismo.
- LA DOBLE TAREA DE LA REVOLUCION CHINA Y EL PARTIDO COMUNISTA DE CHINA
Resumiendo las anteriores secciones del presente capítulo, podemos ver que la revolución china, considerada en su conjunto, tiene una doble tarea. Dicho de otra manera, comprende una revolución democrático-burguesa (la revolución de nueva democracia) y una revolución socialista proletaria, la revolución de la presente etapa y la de la etapa futura. En el cumplimiento de esta doble tarea revolucionaria, la dirección incumbe al Partido Comunista de China, partido del proletariado chino; sin su dirección ninguna revolución puede triunfar.
Dar cima a la revolución democrático-burguesa (la revolución de nueva democracia) y, cuando estén dadas todas las condiciones necesarias, transformarla en una revolución socialista, he aquí en su totalidad la grande y gloriosa tarea revolucionaria del Partido Comunista de China. Todos los miembros del Partido deben luchar por su cumplimiento y en ningún caso dejarla a medio camino. Algunos militantes políticamente inmaduros piensan que nuestra tarea se limita a la actual revolución democrática y no incluye la futura revolución socialista, o creen que la presente revolución o la revolución agraria son ya la revolución socialista. Hay que subrayar que estos puntos de vista son erróneos. Todo comunista tiene que saber que, tomado en su conjunto, el movimiento revolucionario chino dirigido por el Partido Comunista de China abarca dos etapas: la revolución democrática y la socialista. Se trata de dos procesos revolucionarios cualitativamente distintos, y sólo después de consumado el primero se puede pasar al cumplimiento del segundo. La revolución democrática es la preparación necesaria para la revolución socialista, y la revolución socialista es la dirección inevitable para el desarrollo de la revolución democrática. El objetivo final por el cual luchan todos los comunistas es la instauración definitiva de la sociedad socialista y de la comunista. Sólo comprendiendo tanto las diferencias como las interconexiones entre la revolución democrática y la revolución socialista, podremos dirigir correctamente la revolución china.
Fuera del Partido Comunista de China, ningún otro partido (burgués o pequeñoburgués) está a la altura de la tarea de dirigir hasta su consumación las dos grandes revoluciones de China, la democrática y la socialista. Desde el mismo día en que nació, el Partido Comunista de China ha tomado sobre sí esta doble tarea, y durante dieciocho años cabales ha venido luchando arduamente por su cumplimiento.
Esta es una tarea gloriosísima, pero al mismo tiempo muy dura. Será imposible cumplirla sin un Partido Comunista de China bolchevizado que abarque todo el país, tenga un amplio carácter de masas y esté plenamente consolidado en los terrenos ideológico, político y organizativo. Por lo tanto, es deber de cada comunista tomar parte activa en la construcción de un Partido así.
NOTAS
[1]El poder magnético de fa piedra imán fue mencionado ya en el siglo III a.n.e. por Lü Pu-wei en su Almanaque, y Wang Chung, a principios del siglo I, observó en su obra Lun Jeng que una cuchara imantada se orienta hacia el Sur. A juzgar por las crónicas de viajes escritas a principios del siglo XII, la brújula era ya entonces de uso común entre los navegantes chinos. [pág. 316]
[2]En antiguos documentos se registra que Tsai Lun, eunuco de la dinastía Jan del Este, fue el primero en fabricar papel con cortezas de árbol, cáñamo, trapos y redes usadas. En el año 105 presentó su invención al emperador, y, más tarde, el método de fabricar papel con fibras vegetales se difundió gradualmente por el país. [pág. 316]
[3]Alrededor del año 600, en tiempos de la dinastía Sui. [pág. 316]
[4]Inventada por Pi Sheng durante el reinado del emperador Yentsung, de la dinastía Sung. [pág. 316]
[5]Inventada en China en el siglo IX, según la tradición. Hacia el siglo XI, los chinos ya usaban la pólvora en la artillería. [pág. 316]
[6]Líderes del primer gran levantamiento campesino en la historia de China. En el año 209 a.n.e., Chen Sheng y Wu Kuang, dos reclutas de un grupo de novecientos en marcha a un puesto fronterizo para incorporarse a su guarnición, organizaron en el distrito de Chisien (hoy Susien, provincia de Anjui) una rebelión contra la tiránica dinastía Chin, rebelión que no tardó en encontrar eco en todo el país. Siang Yu y Liu Pang fueron los más destacados entre los que se alzaron a continuación. El ejército de Siang Yu aniquiló al grueso de las Fuerzas de la dinastía Chin, y las tropas de Liu Pang tomaron la capital de Chin. Más tarde, los dos lucharon entre sí, y Siang Yu fue derrotado y muerto. Liu Pang fundó la dinastía Jan. [pág. 319]
[7]Levantamientos campesinos producidos a finales de la dinastía Jan del Oeste. En ese entonces hubo muchas revueltas campesinas. El año 8, Wang Mang, primer ministro de la dinastía, destronó al emperador y ocupó su lugar. Introdujo algunas reformas con miras a apaciguar la agitación campesina. Pero, a consecuencia del hambre reinante, las masas se sublevaron en Sinshi (hoy distrito de Chingshan, provincia de Jupei) y en Pinglin (al Nordeste del actual distrito de Suisien, provincia de Jupei). Los Tungma (Caballos de Bronce) y los Chimei (Cejas Rojas) eran también fuerzas campesinas que se alzaron durante el reinado de Wang Mang, en las zonas que hoy constituyen el centro de la provincia de Jopei y el centro de la provincia de Shantung, respectivamente; los Chimei eran las fuerzas rebeldes campesinas más importantes. [pág. 319]
[8]Fuerza campesina que se sublevó bajo la jefatura de Chang Chüe en el año 184, durante la dinastía Jan del Este. Se los llamaba Juangchin (Turbantes Amarillos) porque sus soldados llevaban turbantes de ese color. [pág. 319]
[9]Líderes de las poderosas fuerzas campesinas que se sublevaron en Jonán y Jopei, respectivamente, en el último período de la dinastía Sui, a principios del siglo VII. [pág. 319]
[10]Wang Sien-chi organizó el año 874 un levantamiento en Shantung. Al año siguiente, Juang Chao organizó otro en su apoyo. Véase “Sobre la rectificación de las ideas erróneas en el Partido”, nota 2, Obras Escogidas de Mao Tse-tung, t. I. [pág. 319]
[11]Conocidos líderes de levantamientos campesinos de comienzos del siglo XII, durante la dinastía Sung; Sung Chiang actuaba en los límites entre las provincias de Shantung, Junán y Chiangsú, y Pang La actuaba en Chechiang y Anjui. [pág. 319]
[12]En el año 1351, se produjeron insurrecciones populares en diversas partes del país contra la dinastía Yuan. En 1352, Chu Yuan-chang se incorporó a las fuerzas campesinas insurrectas dirigidas por Kuo Tsi-sing y, a la muerte de éste, llegó a ser su caudillo. Finalmente, consiguió derrocar a la dinastía mongola en 1368 y se convirtió en el primer emperador de la dinastía Ming. [pág. 319]
[13]Véase “Sobre la rectificación de las ideas erróneas en el Partido”, nota 3, Obras Escogidas de Mao Tse-tung, t. I. [pág. 319]
[14]Véase “Sobre la táctica de la lucha contra el imperialismo japonés”, nota 35, Ibíd. [pág. 319]
[15]De 1856 a 1860, Inglaterra y Francia sostuvieron conjuntamente una guerra de agresión contra China, y los Estados Unidos y la Rusia zarista les prestaron ayuda. El Gobierno de la dinastía Ching, que entonces concentraba sus esfuerzos en reprimir la revolución campesina del Reino Celestial Taiping, adoptó una política de resistencia pasiva a los agresoras extranjeros. Las fuerzas aliadas anglo-francesas ocuparon sucesivamente una serie de importantes ciudades, entre ellas, Cantón, Tientsín y Pekín, saquearon e incendiaron el Palacio Yuan Ming Yuan de Pekín y, finalmente, obligaron al Gobierno de la dinastía Ching a firmar los Tratados de Tientsín y de Pekín. En sus puntos principales, estos Tratados estipularon la apertura al comercio exterior de los puertos de Tientsín, Niuchuang, Tengchou, Taiwán, Tanshui, Chaochou, Chingchou, Nankín, Chenchiang, Chiuchiang y Jankou, y la concesión a los extranjeros de privilegios para viajar y predicar sus religiones en el interior del país, así como el privilegio de navegar por las aguas interiores de China. De este modo, las fuerzas extranjeras de agresión se extendieron a todas las provincias costeras de China y penetraron tierra adentro. [pág. 321]
[16]En 1882-1883, los franceses invadieron el Norte de Vietnam. En 1884-1885, extendieron la guerra a las provincias chinas de Kuangsí, Taiwán, Fuchién y Chechiang. El corrompido Gobierno de la dinastía Ching, aun cuando había ganado la guerra, firmó con Francia el humillante Tratado de Tientsín. [pág. 321]
[17]En 1900, ocho potencias imperialistas (Inglaterra, Estados Unidos, Alemania, Francia, Rusia, Japón, Italia y Austria) atacaron conjuntamente a China con el propósito de aplastar el Movimiento Yijetuan, un movimiento del pueblo chino contra la agresión extranjera. Nuestro pueblo les opuso una heroica resistencia. Las fuerzas aliadas de las 8 Potencias tomaron Taku y ocuparon Tientsín y Pekín. En 1901, el Gobierno de la dinastía Ching firmó con los ocho países imperialistas un tratado de paz, con arreglo al cual China se comprometió a pagarles 450 millones de taeles de plata por concepto de “indemnizaciones”, y les concedió el privilegio de acantonar tropas en Pekín y en la zona de Pekín-Tientsín-Shanjaikuan. [pág. 321]
[18]Uno de los privilegios que las potencias imperialistas arrancaron a la vieja China mediante tratados desiguales. Fue estipulado por primera vez en el Tratado Chino-Británico de Jumen en 1843; y en el Tratado Chino-Norteamericano de Wangsia en 1844. La jurisdicción consular significaba que, si un ciudadano de cualquier país que gozara de este privilegio en China era acusado en un proceso, civil o criminal, no lo juzgaban los tribunales chinos, sino el cónsul de su propio país. [pág. 322]
[19]A partir de fines del siglo XIX, las diversas potencias imperialistas agresoras dividieron a China en diferentes esferas de influencia de acuerdo con el poderío económico y militar de cada una en el país. Así, por ejemplo, las provincias de los cursos medio c inferior del río Yangtsé quedaron dentro de la esfera de influencia inglesa; Yunnán, Kuangtung y Kuangsí, dentro de la francesa; Shantung, dentro de la alemana; Fuchién, dentro de la japonesa, y las tres provincias del Nordeste (hoy Liaoning, Chilin y Jeilungchiang), dentro de la rusa. Después de la guerra ruso-japonesa de 1905, la parte meridional de las tres provincias del Nordeste quedó bajo la influencia japonesa. [pág. 322]
[20]Zonas ocupadas por los países imperialistas en los puertos que el Gobierno de la dinastía Ching se vio obligado a abrir al comercio. En estas “concesiones” se implantó un régimen colonial imperialista, completamente independiente de la administración y la legislación de China. Desde ellas, los imperialistas ejercían, directa o indirectamente, su control político y económico sobre el régimen de la clase feudal y de la burguesía compradora china. Durante la revolución de 1924-1927, las masas revolucionarias, dirigidas por el Partido Comunista de China, iniciaron un movimiento por la recuperación de las “concesiones”, y en enero de 1927 recuperaron las “concesiones” inglesas en Jankou y Chiuchiang. Pero, con la traición de Chiang Kai-shek a la revolución, los imperialistas lograron conservar sus “concesiones” en diversos lugares de China. [pág. 322]
[21]Véase “Análisis de las clases de la sociedad china”, nota 1, Obras Escogidas de Mao Tse-tung, t. 1. [pág. 322]
[22]Cita de las tesis “Sobre el movimiento revolucionario en los países coloniales y semicoloniales” adoptadas por el VI Congreso de la Internacional Comunista. [pág. 322]
[23]J. V. Stalin: “la revolución en China y las tareas de la Internacional Comunista”, discurso pronunciado el 24 de mayo de 1927 en la VIII Sesión Plenaria del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista. [pág. 323]
[24]J. V. Stalin: “Las perspectiva, de la revolución en China”. [pág. 327]
[25]Véase V. I. Lenin, “El programa agrario de la socialdemocracia en la primera revolución rusa de 1905-1907”