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La lucha de los docentes universitarios

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La docencia de las universidades está protagonizando una lucha histórica por sus salarios y por el presupuesto de las universidades.

Las principales representaciones sindicales -CONADU y CONADU Histórica- decidieron simultáneamente el no inicio de actividades en el segundo cuatrimestre, marcando como fecha del inicio de las medidas el pasado 6 de agosto. El gobierno había suspendido las negociaciones paritarias desde mayo, cuando había insistido con su propuesta de 15% en cuotas, acotado a su “techo” salarial.

Recién el 13 de agosto volvió a funcionar la Mesa de Negociación Salarial, el ámbito paritario de la docencia universitaria. Sin embargo, el gobierno arrancó repitiendo la oferta, para luego empeorarla reduciéndola al 10,8%, aunque con una duración menor.

En tanto, el recorte del presupuesto universitario y las demoras en el envío de fondos por parte del gobierno llevó a que rectores de diversas universidades -algunos, incluso, cercanos a la alianza gobernante- comenzaran a manifestar su preocupación y a coincidir con los reclamos sindicales. A comienzos de este año, la Secretaría de Políticas Universitarias había anunciado una “reasignación” del presupuesto que restaba $3.000 millones para las universidades; varios rectores asumieron una insólita defensa de esa decisión, asegurando que “sólo” afectaba a nuevas obras de infraestructura.

La demora en el envío de fondos llevó a que las autoridades de varias casas de estudio (de las universidades de Comahue, Arturo Jauretche, Tucumán, entre otras) manifestaran su preocupación por la situación. Además, los consejos superiores empezaron a pronunciarse reclamando la solución del conflicto salarial, exigiendo que el gobierno presente propuestas “realistas” para recomponer el salario.

El descontento empezó a reflejarse en crecimiento de las asambleas docentes y en la fuerte adhesión a las medidas de fuerza. CONADU Histórica mantuvo el “no inicio” de clases, mientras CONADU alternó semanas de paro con otras formas de protesta; sin embargo, varias asociaciones de esta federación (ADUM, de Mar del Plata, COAD de Rosario, ADIUC de Córdoba, y otras) también mantuvieron la huelga, de acuerdo a lo decidido en sus asambleas.

El conflicto creció, con dos componentes que le dieron un carácter más profundo al de una lucha reivindicativa salarial: el movimiento estudiantil comenzó a tomar mayor protagonismo, en niveles que no se veía desde hace muchos años; y la comunidad  comenzó a tomar como propia la exigencia de presupuesto y salarios para la universidad pública.

Esto se notó al principio en algunas universidades del conurbano, como la Arturo Jauretche y la de Quilmes; esas casas de estudio, agredidas desde un primer momento por el discurso y por la política  del gobierno de Macri, brindan la oportunidad a miles de personas de menores recursos de acceder a la educación universitaria. Las cifras desmienten rotundamente la expresión de la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal, para quien los pobres “no llegan a la universidad”, justificando así el cierre de las mismas en su provincia.

En las primeras semanas de agosto, el descontento y la creciente voluntad de lucha se expresó a través de los “abrazos”, en los que intervino la comunidad universitaria y -en muchos casos- población.

Así se fue gestando la Marcha Nacional Universitaria del 30 de agosto. Esta movilización fue histórica por su impactante masividad, por la unidad en la lucha que expresó, y por el acompañamiento de otros sectores, particularmente de quienes están en lucha contra el ajuste macrista.

En este momento se discute en las asambleas de las asociaciones de base la aceptación o no de una nueva oferta, que agrega sumas en negro al 15% para alcanzar en octubre un aumento de bolsillo de 24%. Una de las federaciones ya aceptó la oferta, pese a que significa un retroceso para un sector que conquistó el blanqueo completo de los salarios en el 2005, también como resultado de una fuerte lucha.

Más allá de la continuidad o no del paro, se ha gestado un nuevo escenario en las universidades, con importante participación estudiantil y crecimiento en los debates políticos y sindicales. El próximo 13 habrá una marcha impulsada por los gremios docentes de los demás niveles; allí, los universitarios deben sumarse, en una nueva muestra de la fuerza de la unidad en la lucha.

JORGE RAMÍREZ

Secretario general de ADIUNSa

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