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LA LÍNEA DIVISORIA ES CON O CONTRA LOS MONOPOLIOS Y EL FMI

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Es prioritario reagrupar a los antiimperialistas en un Frente

            En el campo popular hay variedad de posiciones y matices, pero también coincidencias, aunque a veces el sectarismo impide valorarlas en su justa dimensión.

            La variedad está a la vista: peronistas en diversas tendencias, marxistas ídem, progresistas, socialistas, independientes, militantes sociales, cristianos y de otras religiones, etc. Esa es la realidad y hay que reconocerla. Algunos lo hicieron sólo un cierto tiempo, cuando hablaron de la “transversalidad” y que se abrieran “mil flores”. Pero sólo a condición de mantener su hegemonía y ninguneando a los demás. Así no. Hay que respetar a todas las fuerzas del campo nacional y popular. Siempre, pero mucho más cuando se viven crisis como la actual, donde hay que sumar el aporte de todas.

            En Argentina hay muchos enemigos peligrosos, como el imperialismo y sus aliados de la gran burguesía y oligarquía. Entre ese bloque imperialista-oligárquico y las fuerzas populares más consecuentes hay sectores intermedios, nacional burgueses y pequeño burgueses, que fluctúan entre los dos polos según conveniencias políticas e influencias de los grandes antagonistas.

            Frente al enemigo principal el error capital sería no ponerlo en el centro de los blancos a golpear y derrotar. Es el enemigo central a abatir.

            Respecto al campo intermedio, en disputa, hay dos errores posibles. Hacer oportunismo y seguidismo, enganchándose como furgón de cola de la gran burguesía nacional. O hacer sectarismo y negar todo acuerdo con este sector, como si una coincidencia parcial fuera una traición a los principios. ¡Ni seguidismo a la burguesía ni sectarismo!

Lo dijo el Che

            En su “Mensaje a los argentinos” del 25 de mayo de 1962, Ernesto Che Guevara sostuvo que “no importa si uno es socialista, peronista o comunista; la línea divisoria es con o contra los monopolios”. Esto tiene una validez extraordinaria, casi 60 años después.

            Han pasado las elecciones del 14 de noviembre (ver NOTAS POLÍTICAS).

            Y continúa la crisis económica  legada por el gobierno neoliberal de Mauricio Macri y multiplicada por la pandemia de 2020 y buena parte del 2021. Sobre esa base, se agudizó por el ajuste del gobierno del Frente de Todos, que hizo buena letra con el Fondo Monetario Internacional en varios aspectos.

            Por un lado pagó los intereses y las primeras cuotas del principal, del crédito fraudulento contraído por Macri en 2018 por 45.000 millones de dólares.

            Por otro lado fue realizando un duro ajuste fiscal y del gasto público. En 2021 estaba previsto por el Presupuesto Nacional un déficit de 4,5 por ciento, pero a agosto sólo llevaba uno de 1.8 o 2 por ciento, según evaluaciones distintas. Por eso no hubo cuota 4 del IFE, ni bonos a los jubilados, ni aumentos de salarios y jubilaciones que permitieran recuperar los 20 puntos perdidos en el macrismo y en 2020. La jubilación mínima recién será de 29.062 pesos a partir de diciembre, siendo de 70.000 la línea de pobreza.

            Y la otra muestra de disciplina al FMI es que, si bien aún no se firmó el acuerdo de renegociación autorizado por ley del Congreso (votada vergonzosamente por todas las bancadas menos el FITU), el gobierno del FDT ha dicho que va a acordar con la entidad. Sólo están discutiendo plazos, tasas y otros detalles, pero que se va a firmar, se va a firmar. Y va garpar una deuda inmoral, ilegal, ilegítima y fraudulenta, según la calificó “Autoconvocatoria por la Auditoría y la Suspensión de Pagos”.

            La mayor prueba de que el gobierno se encamina a una claudicación final la dio el presidente Alberto Fernández en su mensaje del domingo 14/11, al informar que en la primera semana de diciembre va a enviar un proyecto de ley con un plan plurianual que contenga los acuerdos con el FMI. Convoca a un  pacto con la oposición, los empresarios y los gremialistas, alrededor del pago de la deuda. Lo reiteró en Plaza de Mayo el 17/11.

            El gobierno no quiere quedar escrachado ante la historia como el exclusivo responsable del pago de la deuda al Fondo. Quiere compartir la responsabilidad con Juntos con el Cambio. No sólo el hecho grave de firmar un acuerdo entreguista sino también lo que sigue: nuevos ajustes del gasto público, devaluaciones, menos subsidios estatales en energía y transporte, vaciar más reservas del Banco Central para pagar a Kristalina Georgieva, etc.

            Un ajuste de ese tipo tendrá un combativo repudio obrero y popular. Y el peronismo del Frente de Todos no quiere pagar solo ese enorme costo político. Busca que el larretismo y macrismo lo acompañen, para no dejarles el camino expedito a un retorno al gobierno en 2023.

            El convenio quiere enganchar a las cámaras monopolistas UIA, AEA, ABA, CAC, Mesa de Enlace, etc, para que no pidan más concesiones de las extraordinarias que ya les concedió el oficialismo en ramas como automotriz, gas, petróleo y exportación, sumadas a los 130.000 millones de pesos pagados cada mes a los bancos por las Leliq.

            El convite llegará a los burócratas sindicales de la CGT, para que acepten retrasos salariales y recortes en las condiciones de vida de los trabajadores, incluso reformas laborales, con la “devoción y patriotismo” de los Vandor y Rucci.

Frente antiimperialista

            ¿Tendrá éxito el gobierno en ese “gran acuerdo nacional”?

            Si fuera por la afinidad antipopular de los invitados se podría pensar que sí. Pero hay intereses políticos y electorales conflictivos entre el peronismo y el macrismo. Este último no quiere quedar pegado al gobierno del FDT. Quiere que el costo del ajuste lo pague total y solamente la dupla Fernández. Por eso Juntos por el Cambio no quiere firmar el acuerdo con el Fondo; buscará demorarlo todo lo que pueda y poner objeciones y/o salvedades.

            Esas son especulaciones sobre lo que puede ocurrir “por arriba”. Hay que tenerlas en cuenta, pero lo esencial es qué puede suceder “por abajo”.

            El PL estima que habrá protestas obreras y populares desbordando a la burocracia sindical y los Cayetanos, en contra del pago y ajuste negociado con el FMI. Las calles van a inundarse de pueblo, con reclamos inicialmente pacíficos pero que pueden aumentar de temperatura. Está presente diciembre de 2001 cuando se echó a De la Rúa, pese al estado de Sitio y la represión policial que dejó 39 muertos.

            Hay hambre, pobreza e inflación; lucha y protestas sociales habrá también. Lo que hoy falta, y es urgente construirlo, es un Frente político Antiimperialista, que debemos conformar los peronistas combativos, los marxista-leninistas, los antiimperialistas, progresistas avanzados, militantes sociales, pueblos mapuches, independientes de izquierda, los católicos y de otras religiones, el feminismo popular, el ecologismo diferente a Greenpeace, etc.

            Todos estos sectores, corrientes y personalidades debemos autoconvocarnos de urgencia y en pie de igualdad para debatir la crisis argentina, un programa de soluciones populares y la unidad antiimperialista para luchar y hacerlas realidad.

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