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La impagable Deuda Externa

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Tan sólo en el último año, el gobierno de Macri incrementó la Deuda Externa en casi u$d 45.000 millones. Según el INDEC, la deuda externa total alcanzó a fin de año los u$d 277.921 millones, un 19,7% más que el año anterior, a pesar de que en la mayor parte del año el mercado financiero internacional estuvo cerrado para la Argentina. Sumando el resto del endeudamiento del Estado nacional se llega a 400.000 millones.

El principal origen de esta nueva deuda fue el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, que concedió el mayor préstamo (ellos les llaman “ayudas”) de la historia de ese organismo.

En total, desde que asumió Macri la deuda creció más de u$d 91.000 millones; a fines del año pasado ya representaba el 86,2% del PBI (en 2015 era sólo del 52,6%).; esa proporción puede aumentar por la devaluación del peso y por la recesión.

Semejante toma de créditos no redundó en infraestructura para el país, ni en planes de desarrollo, salud, educación o vivienda. En cambio, la fuga de capitales sumó u$d 59.489 millones entre enero de 2016 y diciembre de 2018, a lo que se sumaron otros u$d 1.721 millones en enero de este año y otros u$d 965 millones en febrero. Además, el gobierno privilegió a los “fondos buitre” (a los que se les pagó u$d 9.300 millones) y endeudó al Banco Central y al Tesoro mediante instrumentos financieros (Lecop, Leliq, LECAP, etc.) a altísimas tasas en beneficio de bancos y otros especuladores financieros.

La enorme mayoría de la deuda está en dólares, lo que significa que su valor en pesos creció enormemente el año pasado, donde el valor de la moneda nacional se redujo a la mitad. La desmesura de este endeudamiento se puede ver en la magnitud de vencimientos afrontados en los primeros dos meses de este año: $88.900 millones, lo que significa más de $1.500 millones por día, o más de $1.000.000 por minuto.

Esos números, destacados en un informe de la Universidad de Avellaneda, cobran mayor relevancia comparándolos con los montos asignados para salud, educación o ciencia: lo destinado al pago de intereses equivale al 39% de la partida destinada a Educación, casi el doble del de Ciencia y Tecnología, y el triple de lo que va para Vivienda y Urbanismo.

Es que el pago sólo de los intereses representa la segunda erogación del Estado, de acuerdo con el presupuesto aprobado para este año, con un total de $596.000 millones. Esa cifra es más del doble de lo que se prevé para Educación y más de 12 veces la cantidad asignada para toda la función de Ciencia y Técnica.

Entre 2020 y 2023 están previstos vencimientos por u$d 131.000 millones; una cifra que representa alrededor del 20% del PBI. Entre los compromisos que deja el gobierno actual se incluyen los u$d 57.000 millones que deberían comenzar a pagarse desde 2021.

Reconocer este brutal endeudamiento dejaría sin chances a un futuro gobierno para desarrollar una política en favor de las condiciones de vida de las mayorías, que impulse la economía nacional y recupere a la salud y a la educación públicas.

Es claro que el Fondo Monetario apuesta a la reelección de Macri como primera opción; el plan B sería alguien del mismo espacio, aunque tampoco descartan alguna versión que hoy se plantee como opositora pero que ha actuado como garante de las medidas de ajuste del gobierno y no tendrá problemas en continuar por el mismo sendero (el caso de Lavagna y Massa).

Esta enorme masa de compromisos agranda una deuda que en su enorme mayoría se tomó desde la Dictadura para favorecer a monopolios y especuladores, mediante estatizaciones de deuda privada, canjes de bonos y fuga de capitales. El pueblo argentino no debe hacerse cargo de esta deuda ilegítima de origen y que en los años macristas se multiplicó de manera inaceptable: costeando la fuga de los monopolios locales y extranjeros y las ganancias de los capitales especulativos.

Varios candidatos, incluyendo a referentes del kirchnerismo, adelantaron su posición de no romper relaciones con el Fondo Monetario, apostando a algún tipo de renegociación. Las cifras en juego, el origen ilegítimo y la identidad de los beneficiarios del endeudamiento hacen no sólo inviable sino también inaceptable el pago de esta deuda. La consigna es “Pueblo o FMI”.

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