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Federico Sturzenegger, el ajustador de siempre

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            El 5 de julio último, Milei designó a Federico Sturzenegger como Ministro de Desregulación y Transformación del Estado. Se trata de un viejo conocido del Ajuste en Argentina. Fue “Economista Jefe” de YPF en el gobierno de Carlos Menem, durante el proceso que terminó en la privatización de la petrolera.

            Fue Secretario de Política Económica del gobierno de Fernando De la Rúa, en el año 2001, cumpliendo un rol destacado en el llamado “Megacanje”, un operación de reemplazo de títulos de deuda que terminó incrementando el endeudamiento en u$d 50.000 millones y concedió enormes ganancias a un grupo de bancos y operadores.

            Por esa maniobra fue procesado en 2013 por negociaciones incompatibles con la función pública, pero finalmente fue sobreseído.

            Posteriormente revistió como presidente del Banco Ciudad, bajo la gestión de Mauricio Macri como Jefe de Gobierno de la C.A.B.A., donde impuso despidos y deterioros en las condiciones laborales de lxs empleadxs de la institución.

            Con la llegada de Macri a la presidencia, Sturzenegger llegó a la presidencia de la máxima autoridad monetaria argentina: el Banco Central. A fines de 2017 anunció públicamente que la “meta de inflación” para el año siguiente sería de 10% (con un margen de error de 2 puntos), pero finalmente los precios terminaron subiendo un 50%.          La fragilidad de la memoria mediática le permite ahora insistir con pronósticos optimistas, como cualquier futurólogo chanta. En junio de 2018 fue artífice de un nuevo endeudamiento masivo, esta vez el más grande de la historia: el préstamo extraordinario del Fondo Monetario Internacional por u$d 50.000 millones. Esa cifra finalmente serviría sólo para financiar la fuga de divisas, llevando otra vez a la población a soportar compromisos que no asumió y que en nada la beneficiaron.

            El economista está sindicado como responsable en las sombras del aún vigente DNU 70/24, versión que él mismo abonó en las redes sociales desde poco antes de que el mismo fuera publicado. No hay dudas de que es un cuadro destacado de la derecha al servicio de los intereses imperiales.

            Se entiende, entonces, el elogio que le dedicó a Milei, diciendo que éste había logrado en un mes lo que Macri no había conseguido en cuatro años.

            El calvo economista siguió dispensando loas a la gestión ultraderechista, señalando el supuesto “liderazgo” de Milei en el acoso a Venezuela, los golpes contra los movimientos sociales y el fortalecimiento represivo, bajo el eufemismo de “devolverle el orgullo y respeto a las fuerzas”.

            Mientras Sturzenegger lo elogia y Milei festeja logros imaginarios, la economía real y las condiciones de vida de la mayoría sigue cayendo en picada. La producción industrial se desplomó un 12,8% en los primeros 5 meses del año en relación con igual período del 2023, según concluyó el Centro de Estudios de la Unión Industrial Argentina.

            Las ventas minoristas volvieron a retraerse en julio un 15,7% respecto del mismo mes del año pasado, y un nuevo 1.6% (sacando la incidencia estacional). Desglosado por rubros los datos son aún más alarmantes: las compras de alimentos llevan una caída del 21,7% en los primeros 8 meses del año (según la Confederación Argentina de la Mediana Empresa, cuya conducción mira con simpatía al gobierno), dato compatible con el fuerte crecimiento de la pobreza y de la indigencia. Según el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, la primera alcanza al 54,9% de los argentinos, en tanto que uno de cada cinco no llega a cubrir las necesidades más básicas.

            Un dato ilustrativo de este cuadro es que -de acuerdo con datos de la Bolsa de Comercio de Rosario- el consumo de carne vacuna per cápita alcanzó su valor más bajo que en 110 años. En cuanto a los lácteos, este año se consumió un 19,5% menos que el año pasado (dato del Instituto para el Desarrollo Agroindustrial Argentino), previendo que 2024 sea el año con menor consumo de lácteos de toda la historia.

            Y estamos hablando de bienes donde el país cuenta con una producción enorme, que debería garantizar sin ningún problemas el acceso a la población.

            El gobierno de Milei no es sólo una mala gestión de la economía. Encarna el mayor proyecto de entrega de la soberanía, sujeción completa a los intereses del imperio estadounidense y sus aliados, así como a las estrategias del poder financiero internacional. El RIGI, aprobado con la complacencia de los gobernadores que se allanan a los mismos intereses conformándose con negociar algunos beneficios para sus amigos, consagra una legislación que permite la llegada de capitales sin dejar nada a cambio (apenas algunas obligaciones menores durante los primeros cuatro años), y somete cualquier conflicto a tribunales extranjeros que -lo han demostrado- fallarán a favor de los monopolios.

            La destrucción de grandes áreas del Estado, la privatización (entrega) de empresas de importancia estratégica, la eliminación de derechos para trabajadores, jubiladxs y para la población en general, conforman un cambio brutal que sólo traerá más penurias a la mayoría de la población, la cual estará -además- con menos herramientas legales para defenderse.

            No se revertirá este descalabro con simples medidas aisladas u oportunistas, ni con alianzas con sectores de la derecha que ocasionalmente quedan afuera del reparto. Se necesitan cambios realmente profundos, de carácter antiimperialista y anti fascista, con un programa que recupere la soberanía, la dignidad y las herramientas que el pueblo necesita para que el país emprenda un verdadero camino de desarrollo autónomo, plural y justo.

JORGE RAMÍREZ

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