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Eva Perón condenaba a los traidores de adentro del peronismo

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No pretendemos idealizar a Eva Perón, pero sí rescatar muchas cosas de su actuación política y de sus mensajes. Una grandísima pena que esta mujer, de lo mejor dentro del peronismo, muriera de cáncer a los 33 jóvenes años, un 26 de julio de 1952.
Entre esos conceptos, que deberían ser reflexionados y recuperados por los peronistas de hoy, y también por los marxista-leninistas, queremos poner énfasis en la necesidad de ir a fondo en las luchas contra el régimen oligárquico-imperialista, y de limpiar el frente interno de traidores, sobre todo de los burócratas sindicales de siempre, hoy más traidores que nunca.
Por ejemplo, en la “Historia del peronismo”, pág. 83, ella plantea: “la oligarquía del 17 de octubre, la que derrotamos ese día, para mí está muerta. Por eso le tengo más miedo a la oligarquía que puede estar dentro de nosotros que a esa que vencimos el 17 de octubre. Porque a aquella ya la combatimos, en tanto ésta puede nacer cada día entre nosotros. Por eso los peronistas debemos ser soldados para matar y aplastar a esa oligarquía donde quiera que nazca”.

En realidad, la vieja oligarquía no estaba muerta. Y Eva lo sabía. Por eso en la película “Eva Perón”, con notable actuación de Esther Goris, ella le recrimina al general Perón todas las concesiones que viene haciendo a esa derecha, desde negarle el lugar de vicepresidenta ante el veto militar, hasta su negativa a armar a los obreros contra el peligro de golpe militar. Primero hubo un golpe, el de Menéndez, derrotado en 1952 y luego, aunque ella no llegó a verlo, el exitoso de 1955, la tristemente célebre “Fusiladora”.
Evita compra por su cuenta 75.000 pistolas a Holanda y las pone en manos del movimiento obrero, por entonces el sector más combativo con Espejo como secretario, el mismo que la había mocionado, con gran apoyo de masas, para vicepresidenta. Y el Ejército denunció ese “armamento” a Perón, quien lo desactivó, reprendiendo a su mujer y a la CGT.

El resultado es conocido: el golpe de Estado gorila pasó sin resistencia del Ejército “legalista” y la clase obrera sufrió las mayores consecuencias del revanchismo patronal y militar. Perón se fue al Paraguay de Stroessner, a la República Dominicana de Trujillo y a la España de Franco, todos dictadores. El cadáver de Evita fue profanado, sacado del país y enterrado clandestinamente en Italia.

Quiere decir que ella tenía razón en esas cosas fundamentales. Como le dice su personaje a Discépolo en la película mencionada, “esta es una guerra y no se puede ganar con buenos modales”.

La mujer tenía en claro el enemigo. Y no buscaba reconciliarse con él. “Con sangre o sin sangre la raza de los oligarcas explotadores del hombre morirá sin duda en este siglo”, expresaba como su mayor anhelo. Buscaba priorizar el objetivo de una sola clase de hombres, “los que trabajan”.

La acusaron de sectaria y hoy volverían a acusarla de lo mismo, en medio de tanto oportunismo y acuerdismo que se trenza dentro del peronismo versión 2019. Eva contestaba: “soy sectaria, sí. No lo niego y ya lo he dicho. ¿Pero alguien podrá negarme el derecho? ¿Podrá negarse a los trabajadores el humilde privilegio de que yo esté más con ellos que con sus patrones?” (La razón de mi vida,pág. 122).
Con tantos políticos traidores, panqueques, oportunistas y burócratas sindicales dentro del peronismo, que buscan encubrir sus traiciones con el manto de la supuesta “unidad”, viene bien recuperar conceptos de Evita para desenmascararlos.

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