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Editorial

¿Esperamos a diciembre o luchamos por soluciones ahora?

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Tanto ajuste contra el pueblo tuvo su merecido: Mauricio Macri fue derrotado en las PASO por 16 puntos. Algo más de 4 millones de votos le sacó la fórmula opositora de los Fernández. Así las cosas, la elección presidencial del 27 de octubre es necesaria, pero debe adelantarse y su resultado está más que cantado, con derrota para el gobierno.

Solamente un demente pudo decir, como Macri en Córdoba, que “estamos convencidos que la elección no existió”. No sólo que existió, sino que la próxima vez tendrá un resultado aún más abultado en contra, porque en los días que siguieron al 11 de agosto no dejó de tomar medidas que agravaron la situación. Sobre todo, con la devaluación del 30 por ciento y la inflación que eso asegura para agosto y septiembre. ¡Se estima que en el año será 57 por ciento y eso quitará más poder adquisitivo a los devaluados salarios, jubilaciones y asignaciones!

Un ejemplo de cómo se agrava la situación es que un cuarto de millón de desocupados y miembros de organizaciones sociales acamparon en Buenos Aires reclamando la emergencia alimentaria y más fondos para comedores escolares y populares. El ministerio de Desarrollo Social no les llevó el apunte. Diputados, en virtual receso, analizaría los cinco proyectos legislativos presentados hace tiempo, para tratar de unificarlos. Aún no lo hizo y Macri se tomará su tiempo para demorarlo y recortarlo como hace siempre que debe poner fondos para los más pobres.

Pese a semejante panorama, los burócratas sindicales de la CGT nacional, Héctor Daer y Carlos Acuña, han manifestado que no está en sus planes decretar ningún paro. Se excusan en la gravedad de la situación para no hacerlo. Es al revés. La realidad es tan grave que apremia para que los trabajadores se movilicen activamente reclamando soluciones ahora.

Que Macri y el co-gobernante Fondo Monetario Internacional traten de demorar y ganar tiempo, derrotados como están, se entiende. Quieren demorar y aguardar un milagro para revertir el resultado de las PASO y en el peor de los casos, llegar hasta el final de su mandato para quedar como la reserva para la derecha revanchista y boicoteadora de cara al próximo gobierno.

A tal fin pontifican sobre la legalidad: que hay que respetar los mandatos, que la institucionalidad es sagrada. O sea, las formas por sobre todo.

El PL es respetuoso de la institucionalidad, aún en la democracia burguesa, pero quien no lo fue antes ni ahora fueron Macri y los suyos, quienes aplicaron un programa de vaciamiento del país completamente distinto al prometido en 2015. Que no iba a quitar las conquistas. Que no iba a devaluar. Que buscaría la pobreza cero. Etc. Hizo todo lo contrario, gobernando en conjunto con el Fondo Monetario e imponiendo una reforma jubilatoria mediante una feroz represión policial. Muy lejos quedaron sus promesas de erradicar la corrupción, siendo el suyo uno de los gobiernos más corruptos de toda la historia (ver aparte “El prontuario de Macri”).

Queda claro que fue Macri quien no respetó la legalidad. Entre otras graves vulneraciones al orden legal está que manipuló a un sector de la justicia para perseguir políticamente a los opositores y ex funcionarios del gobierno anterior. Los mandaron a las cárceles con acusaciones falsas y causas inventadas.

QUE SE VAYA AHORA

Si esta fuera una crisis más del capitalismo dependiente, como tantas otras fabricadas a lo largo de la historia, se podría hacer el sacrificio de aguardar tres meses más hasta el 10 de diciembre próximo, hasta el cambio de gobierno.

Pero esta crisis es muy pero muy profunda, con 663 trabajadores que pierden el empleo cada día, con 50 Pymes que cierran cada 24 horas y con 2 mil millones de pesos por día que el Banco Central paga a los bancos privados por las Leliq. ¡Esto no se aguanta más! ¡Es sufrir mucho hambre, desempleo, pobreza, recesión y usura más si nos quedamos de brazos cruzados hasta el 10 de diciembre!

La historia argentina nos muestra cuál puede ser el remedio para semejante enfermedad. Sucedió en diciembre del 2001: el presidente hambreador, De la Rúa, tuvo que renunciar frente a los reclamos del pueblo en las calles. La Asamblea Legislativa se reunió y eligió un presidente provisional, llamando a elecciones anticipadas, ganadas por Néstor Kirchner ante el abandono de Carlos Menem.

Algo así, en versión mejorada, se debe intentar ahora, con el sólido respaldo del voto popular al Frente de Todos el 11 de agosto. Que renuncie el gobierno de Macri. Que la Asamblea Legislativa se reúna y elija un presidente provisorio y que éste comience a tomar algunas medidas anticrisis y llame a comicios cuanto antes. Así se pueden ganar dos meses. Y dos meses pueden ser la diferencia entre la quiebra y la continuidad para mucha gente, la diferencia entre el ajuste y la democracia, entre el FMI y la Patria, entre la vida y la muerte para quienes penden de un hilo.

El PL ha votado y volverá a hacerlo al Frente de Todos. Con esa autoridad le reclama a la fórmula ganadora, de Alberto Fernández y Cristina de Kirchner, que deje su táctica de “no hacer olas” y hacer la plancha. Se tienen que poner a la cabeza de soluciones ya para salir del fondo del mar. Nos tapa el agua y necesitamos sacar la cabeza del agua, respirar y vivir. Cuando está en juego la vida, los argumentos leguleyos están de más. 

Tanto ajuste contra el pueblo tuvo su merecido: Mauricio Macri fue derrotado en las PASO por 16 puntos. Algo más de 4 millones de votos le sacó la fórmula opositora de los Fernández. Así las cosas, la elección presidencial del 27 de octubre es necesaria, pero debe adelantarse y su resultado está más que cantado, con derrota para el gobierno.

Solamente un demente pudo decir, como Macri en Córdoba, que “estamos convencidos que la elección no existió”. No sólo que existió, sino que la próxima vez tendrá un resultado aún más abultado en contra, porque en los días que siguieron al 11 de agosto no dejó de tomar medidas que agravaron la situación. Sobre todo, con la devaluación del 30 por ciento y la inflación que eso asegura para agosto y septiembre. ¡Se estima que en el año será 57 por ciento y eso quitará más poder adquisitivo a los devaluados salarios, jubilaciones y asignaciones!

Un ejemplo de cómo se agrava la situación es que un cuarto de millón de desocupados y miembros de organizaciones sociales acamparon en Buenos Aires reclamando la emergencia alimentaria y más fondos para comedores escolares y populares. El ministerio de Desarrollo Social no les llevó el apunte. Diputados, en virtual receso, analizaría los cinco proyectos legislativos presentados hace tiempo, para tratar de unificarlos. Aún no lo hizo y Macri se tomará su tiempo para demorarlo y recortarlo como hace siempre que debe poner fondos para los más pobres.

Pese a semejante panorama, los burócratas sindicales de la CGT nacional, Héctor Daer y Carlos Acuña, han manifestado que no está en sus planes decretar ningún paro. Se excusan en la gravedad de la situación para no hacerlo. Es al revés. La realidad es tan grave que apremia para que los trabajadores se movilicen activamente reclamando soluciones ahora.

Que Macri y el co-gobernante Fondo Monetario Internacional traten de demorar y ganar tiempo, derrotados como están, se entiende. Quieren demorar y aguardar un milagro para revertir el resultado de las PASO y en el peor de los casos, llegar hasta el final de su mandato para quedar como la reserva para la derecha revanchista y boicoteadora de cara al próximo gobierno.

A tal fin pontifican sobre la legalidad: que hay que respetar los mandatos, que la institucionalidad es sagrada. O sea, las formas por sobre todo.

El PL es respetuoso de la institucionalidad, aún en la democracia burguesa, pero quien no lo fue antes ni ahora fueron Macri y los suyos, quienes aplicaron un programa de vaciamiento del país completamente distinto al prometido en 2015. Que no iba a quitar las conquistas. Que no iba a devaluar. Que buscaría la pobreza cero. Etc. Hizo todo lo contrario, gobernando en conjunto con el Fondo Monetario e imponiendo una reforma jubilatoria mediante una feroz represión policial. Muy lejos quedaron sus promesas de erradicar la corrupción, siendo el suyo uno de los gobiernos más corruptos de toda la historia (ver aparte “El prontuario de Macri”).

Queda claro que fue Macri quien no respetó la legalidad. Entre otras graves vulneraciones al orden legal está que manipuló a un sector de la justicia para perseguir políticamente a los opositores y ex funcionarios del gobierno anterior. Los mandaron a las cárceles con acusaciones falsas y causas inventadas.

QUE SE VAYA AHORA

Si esta fuera una crisis más del capitalismo dependiente, como tantas otras fabricadas a lo largo de la historia, se podría hacer el sacrificio de aguardar tres meses más hasta el 10 de diciembre próximo, hasta el cambio de gobierno.

Pero esta crisis es muy pero muy profunda, con 663 trabajadores que pierden el empleo cada día, con 50 Pymes que cierran cada 24 horas y con 2 mil millones de pesos por día que el Banco Central paga a los bancos privados por las Leliq. ¡Esto no se aguanta más! ¡Es sufrir mucho hambre, desempleo, pobreza, recesión y usura más si nos quedamos de brazos cruzados hasta el 10 de diciembre!

La historia argentina nos muestra cuál puede ser el remedio para semejante enfermedad. Sucedió en diciembre del 2001: el presidente hambreador, De la Rúa, tuvo que renunciar frente a los reclamos del pueblo en las calles. La Asamblea Legislativa se reunió y eligió un presidente provisional, llamando a elecciones anticipadas, ganadas por Néstor Kirchner ante el abandono de Carlos Menem.

Algo así, en versión mejorada, se debe intentar ahora, con el sólido respaldo del voto popular al Frente de Todos el 11 de agosto. Que renuncie el gobierno de Macri. Que la Asamblea Legislativa se reúna y elija un presidente provisorio y que éste comience a tomar algunas medidas anticrisis y llame a comicios cuanto antes. Así se pueden ganar dos meses. Y dos meses pueden ser la diferencia entre la quiebra y la continuidad para mucha gente, la diferencia entre el ajuste y la democracia, entre el FMI y la Patria, entre la vida y la muerte para quienes penden de un hilo.

El PL ha votado y volverá a hacerlo al Frente de Todos. Con esa autoridad le reclama a la fórmula ganadora, de Alberto Fernández y Cristina de Kirchner, que deje su táctica de “no hacer olas” y hacer la plancha. Se tienen que poner a la cabeza de soluciones ya para salir del fondo del mar. Nos tapa el agua y necesitamos sacar la cabeza del agua, respirar y vivir. Cuando está en juego la vida, los argumentos leguleyos están de más. 

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