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Juventud

El sintético legado del camarada Roberto Cristina

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            Roberto Luis Cristina, alias Cabezón, alias Guillermo Juárez, fue desaparecido por el Ejército el 15 de agosto de 1978 en el centro de tortura y exterminio “El Vesubio”, localizado en el partido bonaerense de La Matanza. Allí, al igual que otros camaradas de VC, actual PL, Roberto fue brutalmente torturado. Uno de esos militantes, Luis Pérez, delegado del banco de Tokio, murió en la tortura.

            Durante el juicio a los ex comandantes de las primeras tres ex Juntas Militares, en 1985, tres testigos declararon que mientras era brutalmente torturado, Roberto gritaba “Viva la clase obrera, Viva la Patria, Viva la Revolución”. Con esos métodos criminales no pudieron sacarle ningún dato. Doy fe, porque Roberto conocía mi casa en Córdoba.

            Esas tres consignas finales que se conocen del camarada pueden ser tomadas como su legado. En forma sintética, claro, porque a lo largo de su vida hay muchísimas otras enseñanzas políticas e ideológicas para los revolucionarios en general y los militantes de nuestro partido en particular.

            Él dijo: “Viva la clase obrera”. Y esa es una orientación válida para nuestra militancia, para hacer más agitación y propaganda en esa clase social, concebida en sentido amplio, o sea además de la clase obrera fabril incluimos a los docentes, personal de salud, etc. Los antimarxistas quieren borrar del mapa a la clase obrera, por su disminución relativa en número y nuevas modalidades del trabajo. Aducen que, por momentos -en los ‘90 – aparece más nítido el rol de los jubilados o más recientemente el de los desocupados. Debemos atender a todo ese contingente, como lo prueban hoy las luchas del SUTNA, Aceiteros, docentes de todos los niveles, movimientos piqueteros, etc. Porque estos últimos son trabajadores que perdieron el trabajo o no fueron empleados registrados, del mismo modo como los jubilados son trabajadores que llegaron a los 65 años o 60 si son mujeres.             Ganar más activistas obreros, trabajadores, maestros, jubilados y piqueteros para nuestro partido, captarlos para nuestras propuestas sindicales y políticas, hoy del Frente Antiimperialista y Antifascista, es parte del legado de nuestro referente histórico.

            Él dijo “Viva la Patria”. Y esa es también parte fundamental de nuestra militancia, cuando Argentina viene siendo convertida en semicolonia o directamente en colonia yanqui y de otras potencias imperialistas miembros de la OTAN. Se quedan con nuestros dólares vía el pago de la deuda externa y ahora con el RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversores) se adueñarán aún más de nuestro petróleo, gas, litio, cobre, etc.

            A diferencia de otras organizaciones, por ejemplo trotskistas, Roberto y los fundadores de VC fueron claros en que la revolución tenía etapas. La primera es nacional, popular y democrática, de liberación nacional y social, que bajo la dirección de la clase obrera debía conducir al socialismo. Luchaba y luchamos por una Patria Liberada. Roberto era un destacado internacionalista y patriota a la vez, de esos que buscaba disparar la flecha del marxismo leninismo al blanco concreto de la Argentina capitalista dependiente, sin dogmatismos.

            Bajo el gobierno proimperialista de Milei ese legado patriótico es más valioso que nunca antes. Es Patria o FMI. Son Malvinas argentinas o Falklands inglesas. La deuda es con el pueblo y no con BlackRock y el Fondo. Obvio, cuando decimos Patria no incluimos a los fascistas que se visten de patrioteros, como antes Astiz, Rico y Seineldín, y ahora Victoria Villarruel y los que torturaron a nuestros soldados en Malvinas.

            El dijo “Viva la Revolución”. Ese era y es el objetivo primordial y más elevado de aquella militancia setentista y también de la actual, que no baja los brazos ni reniega de aquella lucha como hacen tantos tibios, reformistas y renegados. En momentos en que los genocidas estaban a punto de quitarle la vida, no pudieron confundirlo ni rendirlo a Roberto en sus convicciones revolucionarias como en su tiempo los colonialistas tampoco pudieron quitárselas a Mariano Moreno, Juan José Castelli, Manuel Belgrano y José de San Martín, ni al Che Guevara ni a la Generación del ‘70.

            Clase obrera, Patria y Revolución, dijo Roberto. Seguimos su legado, con orgullo y obstinación revolucionaria, en una larga marcha, sin perder la memoria ni los principios ni olvidarnos de los 30.000 mártires ni de la organización partidaria que hace ondear juntas a la bandera roja, la whipala y la celeste y blanca.

SERGIO ORTIZ        

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