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El que no cambia todo, no cambia nada

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Como el ajuste del gobierno es sufrido en carne propia por nuestro pueblo, no es necesario abundar en pruebas. Con decir que desde que Macri asumió hay 82.000 empleos industriales menos, que con represión policial se impuso una reforma jubilatoria para recortar haberes y que 57 universidades protestan contra el recorte del presupuesto, es suficiente. Eso fue tremendo desde el 10 de diciembre de 2015 hasta hoy. Y todo indica que empeorará, de la mano de los acuerdos con el Fondo Monetario.

Queda claro que el tipo gobierna en contra de los pobres. El suyo es un gobierno de, por y para los ricos; para los monopolios, para ser más precisos.

Algunos datos y conceptos para tenerlo más claro.

Los bancos vienen ganando fortunas; aunque ya lo hacían con el gobierno anterior ahora tienen más ganancias. En mayo pasado, según el Banco Central, ganaron 14.555 millones de pesos, 40,4 por ciento más que el mes anterior y con una mejora interanual del 76,1 por ciento. Ese aumento tuvo que ver con la corrida bancaria, porque las entidades tienen parte de su capital y depósitos en dólares, etc, y se vieron favorecidos por la corrida comenzada en abril y que impactó en los resultados de mayo. Como pasaron cuatro meses de aumentos, hasta llegar a 42 pesos, ahora con leve baja, sus ganancias siguieron en alza.

En los doce meses anteriores a diciembre de 2017 los bancos acumularon una ganancia de 83.083 millones de pesos, según el Banco Central. En ese entonces no aumentaba tanto el dólar y la ganancia vino por las elevadas tasas de interés y negocios financieros con las Lebac.

Como eso se repite a lo largo de nuestra historia, el PL insiste en la propuesta de estatizar la banca, controlar las divisas y poner esos capitales en función de las necesidades del pueblo y obras necesarias para el desarrollo independiente.

La servidumbre macrista con los monopolios también se vio en los beneficios para los exportadores. A días de asumir cesó las retenciones que pagaban los agroexportadores, mineras e industriales. El Estado dejó de percibir 5.000 millones de dólares en 2016 y sumas similares en los dos años siguientes. Los beneficiados son los que siempre ovacionaron a Macri en la Exposición de la Suciedad Rural, Grobocopatel, Cargill, Aceitera General Deheza, Nidera y Molinos, más Barrick Gold, Toyota, Volkswagen, Ford, Panamerican y Techint.

Eso tuvo el agravante de no exigir a los exportadores que liquidasen sus divisas sino dentro de un año de plazo, para que puedan especular más con la cotización del dólar y desfinanciar más al Estado.

Recién en estos días de crisis profunda fue que, por consejo del FMI, el presidente tuvo que reponer retenciones, pero en mínima medida: apenas 4 pesos por dólar y sólo por dos años.

Se comprenderá mejor entonces por qué el PL recoge de los programas históricos del movimiento obrero la consigna de nacionalizar el comercio exterior. Eso es urgente. Además, urge comenzar una reforma agraria. La tierra tiene que ser de quienes la trabajan, empresas del Estado, cooperativas, la agricultura familiar y las comunidades originarias. No de los Benetton, Lewis, Etchevehere, Blaquier, La Anónima, Monsanto, etc.

Otro sector que la está llevando en pala, en rigor en transferencias al exterior, son unos pocos operadores financieros. Practican la bicicleta financiera. Aprovechan las altas tasas de interés de las Lebac y luego vuelven a comprar dólares, una o más veces hasta que consideran el escenario peligroso de default y se fugan del país.

Según el informe del Observatorio de la Deuda de la UMET, durante la gestión de Macri la fuga de capitales alcanza a 65.252 millones. Si además se agregasen los intereses de la deuda en el cómputo, entonces la fuga de divisas al exterior es de 88.084 millones de dólares.

Esto reafirma la postura del PL de estatizar la banca, controlar las divisas y romper con el FMI y el Banco Mundial. Es la única manera de impedir el default y el reventón de una crisis total.

Un último ejemplo. Las empresas beneficiadas por los tarifazos eléctricos ganaron en doce meses previos 11.997 millones de pesos. Entre ellas Pampa Energía 4.716 millones, Central Puerto 3.728 millones, Transener $2.300 millones, Edenor $491 millones, Central Costanera $369 millones y EDESAL $193 millones. No es casual que dos amigos del presidente encabecen el ranking: Marcelo Midlin (Pampa Energía) y Nicolás Caputo (Central Puerto).

Semejantes resultados para los monopolios es fruto directo del gobierno de uno de los suyos. Macri fue parte de Socma, IECSA, Itron, empresas agropecuarias, la concesión del Correo, Sevel y muchas empresas offshore, según los Panamá Papers.

Y su gobierno está lleno de CEOs (Chief Executive Officer) de grandes empresas, bancos y multinacionales. El Observatorio de las Élites Argentinas informó que 269 funcionarios del gobierno ocupan 890 cargos en firmas locales y extranjeras. Ellos provienen de Shell, Pluspetrol, Deutsche Bank, JP Morgan, Banco de Galicia, La Anónima, Farmacity, Peugeot-Citröen, Dietrich, General Motors, Clarín, etc.

Para cambiar las cosas no basta un recambio ministerial ni la anulación de un par de leyes y decretos. Hay que derrotar a Macri y su gobierno de monopolios, con la rebeldía popular democrática, y a partir de allí construir una nueva Argentina con elecciones y Asamblea Constituyente.

SERGIO ORTIZ

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