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El pulpo Techint sigue con los despidos

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El 31 de marzo se publicó en el Boletín Oficial el DNU 329/2020 prohibiendo por 60 días los despidos sin justa causa o aduciendo “fuerza mayor”, así como las suspensiones por “causales de fuerza mayor o falta o disminución de trabajo”.

La norma no frenó la decisión de Techint de desvincular a 1450 empleados, aduciendo la paralización de obras y tomando como base el particular Convenio Colectivo de los trabajadores de la construcción (y su legislación específica, emanada del menemismo) que contempla un “fondo de cese laboral” en lugar de las indemnizaciones previstas en la Ley de Contrato de Trabajo.

La decisión de la empresa que lidera Paolo Rocca fue anunciada pocos días antes de que se publicara el DNU, pero debió quedar sin efecto ante la Conciliación Obligatoria dictada por el Ministerio de Trabajo el 30 de marzo.

Los despidos quedaron en pie, luego de que la UOCRA los aceptara ante Techint, a cambio del pago de una gratificación” de entre $24.000 y $33.000, y la promesa (verbal) de reincorporarlos en el futuro. El acuerdo fue homologado por la Secretaría de Trabajo de la Nación, a cargo del abogado Marcelo Bellotti.

En un artículo publicado en El Cohete a la Luna, Jorge Elizondo (titular de la Asociación de Abogados Laboralistas de Rosario) pone de relieve que las desvinculaciones violan no sólo el DNU mencionado al comienzo, sino todo “el plexo normativo de la Emergencia”, conformado por el Decreto que establece el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (DNU 297/2020) y las distintas resoluciones de la propia cartera laboral que brindan un marco protectorio de las relaciones laborales.

Logo Techint

Esto significa que, frente a la resolución unilateral de un monopolio, las disposiciones presidenciales quedan en letra muerta.

Chantajista reincidente

Rocca es el hombre más rico de la Argentina y es el CEO del gigantesco Grupo Techint. Según el ranking que publica periódicamente la revista Forbes, él y su familia reúnen un patrimonio de más de u$d 8.000 millones.

Ratificando la famosa frase que años atrás lanzara el burócrata Luís Barrionuevo, Rocca no hizo la plata trabajando: el grupo que fundó su padre contó con numerosas exenciones impositivas, subsidios estatales (mediante políticas de “promoción industrial”), y aprovechó diversos contratos de obra con el Estado, a través de diferentes gobiernos.

Durante la Dictadura, Techint estuvo entre las grandes beneficiarias de la estatización de la deuda privada. Esos beneficios económicos tuvieron su correlato con el terrorismo de Estado, incluso desde antes del Golpe de Estado del ‘76. Sólo en la empresa Propulsora Siderúrgica (perteneciente al Grupo y ubicada en Ensenada, luego llamada Siderar) hubo tres secuestros de dirigentes sindicales cuyos cuerpos aparecieron dinamitados unos días antes de la asunción de la Junta Militar. Durante la Dictadura, hubo al menos 6 asesinatos, 19 desaparecidos y 11 presos políticos. Los datos corresponden al libro “Responsabilidad Empresarial en Delitos de Lesa Humanidad”, publicado en 2015.

En el gobierno de Duhalde volvió a obtener brutales beneficios de las arcas públicas, esta vez mediante la “pesificación” de la deuda 1 a 1 (reconociendo 1 peso por 1 dólar de deuda, pagando el Estado la ya enorme diferencia con la cotización del billete verde).

En tiempos del menemismo, el Grupo fue favorecido por las privatizaciones; en ese aspecto sobresale SOMISA, empresa metalúrgica estatal que fue enajenada a un 10% de su valor. María Julia Alsogaray y Jorge Triaca fueron los últimos interventores que se la sirvieron en bandeja, despidiendo antes a 8.000 empleados.

A pesar de tan grandes beneficios obtenidos del erario público, Techint no se privó de amenazar y chantajear a los gobiernos de turno cuando lo consideró conveniente para sus planes de negocio. A comienzos de 2009, en el marco de la crisis financiera internacional, el Grupo decidió despedir a 1.000 trabajadores, con la amenaza de desvinculara 1.400 más. El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner impuso entonces la conciliación obligatoria, luego de la cual los despidos se convirtieron en suspensiones rotativas.

A pesar de los enormes beneficios obtenidos de la mano del macrismo, el año pasado Techint demandó judicialmente al Estado argentino por la quita de subsidios en Vaca Muerta. Según el economista Álvarez Agis, el grupo se hizo con u$d 300 millones en subsidios durante 2019.

Los despidos de estos días vuelven a mostrar cómo actúa el monopolio. La sociedad en su conjunto, el pueblo argentino -a través del Estado- sostuvo el crecimiento del Grupo; pero ante cualquier riesgo de moderar sus ganancias, despliega su poder coercitivo, con los trabajadores como rehenes.

El de Techint es un caso testigo; detrás de los despidos del Grupo vinieron las suspensiones en Acindar, los recortes salariales en McDonald’s, Burger, las automotrices, los pulpos mediáticos, entre otros.

No hay medias tintas. O se toma el toro por las astas, o los monopolios impondrán sus reglas de explotación y precarización. La expropiación de un pulpo como Techint en la siderurgia y el petróleo no sería confiscatorio: a estas alturas, el pueblo argentino ha pagado con creces.

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