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El prontuario de Luis Majul

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En el año 1992 se publicó “Los Dueños de la Argentina”, donde Luís Majul relataba algunos de los negocios que permitieron que Amalia Lacroze de Fortabat, Carlos Bulgheroni, Franco y Mauricio Macri, Roberto Rocca y Jorge Born aumentaran su riqueza gracias al Estado.

Sobre Macri, Majul repasó la polémica renovación -en 1990- del contrato de Manliba, a cargo de la recolección de residuos en la Ciudad de Buenos Aires. La aprobación de los concejales porteños estuvo sospechada de coima; se comprobó que un grupo de ediles se habían reunido con Macri y trascendió que allí se ofreció un aporte para aceitar la aprobación. Entre los concejales involucrados estaba Federico Pinedo, actual presidente provisional del Senado.

En ese libro, Majul también se refería a los contactos del actual presidente y su familia con la Dictadura, en particular el importante beneficio que consiguieron gracias a la estatización de su deuda.

Desde entonces, mucha agua pasó bajo el puente y mucho dinero corrió en torno al autodefinido periodista y escritor. Durante la gestión de Macri en el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, recibió $15 millones en concepto de pauta. Y según el diputado nacional Rodolfo Tailhade, la cifra llega a los $24 millones desde 2012 hasta 2018.

La pareja de Majul también fue favorecida por la gestión macrista: María Conte Grand fue designada por Gabriela Michetti como personal del Senado.

Así, de aquel escritor crítico de los grandes magnates, se convirtió en uno de los operadores mediáticos más destacados del macrismo.

Desde su programa de televisión, La Cornisa, dio espacio permanente al oficialismo y canalizó operaciones contra opositores políticos, muchas basadas en escuchas telefónicas ilegales o información sesgada y seleccionada para presentar una visión determinada.

Fue uno de los que ayudaron a crear la imagen de Aníbal Fernández -entonces candidato a gobernador bonaerense- como autor intelectual del Triple Crimen de General Rodríguez, asesinato vinculado al tráfico de efedrina.

En enero de 2017 difundió audios de conversaciones entre Cristina Fernández de Kirchner y Oscar Parrilli; dichos audios fueron obtenidos entre junio y julio de 2016, y difundidos por Majul en su programa en Radio La Red. Según la legislación vigente, las escuchas deben ser ordenadas por un juez, deben transcribirse y debe eliminarse todo aquello que no tenga directa relación con una causa. El origen de las mismas era necesariamente ilegal. Sin embargo, la primera relación de la justicia apuntó contra la ex presidenta: el fiscal Marijuan la denunció por “abuso de autoridad”.

Otra de las operaciones en las que intervino Majul, según denunció la abogada Gisselle Robles, fue en la conversión del mediático Leonardo Fariña en arrepentido denunciante en una causa sobre Obra Pública. La preparación de su testimonio incluyó una reunión entre el ministro Garavano, la abogada mencionada y Fariña, organizada por Majul.

Entre sus entrevistas estelares estuvieron, precisamente, Ibar Pérez Corradi -imputado por el Triple Crimen- y Fariña.

Recientemente, el conductor de La Cornisa fue denunciado por Hugo Moyano como “partícipe necesario” de las maniobras con las que intentaron meter en prisión al dirigente camionero. Según el abogado Llermanos, Majul aportó la “pata periodística” que complementó los aprietes de la AFI a un juez, difundiendo audios de conversaciones entre el sindicalista y el ex presidente Duhalde, entre otras.

La difusión de conversaciones privadas se convirtió en uno de los métodos frecuentes para instalar agenda, y Majul tuvo un rol central en esa tarea.

Cuando, por la investigación del Juez Ramos Padilla, empezó a conocerse la red de espionaje y extorsión que involucra a servicios de inteligencia, jueces, fiscales, funcionarios y periodistas, Majul defendió a los acusados apelando a captaciones ilegales de conversaciones entre presos vinculados al gobierno anterior; se trata de charlas con familiares y amigos que nada tenían que ver con alguna causa judicial. Habían sido obtenidas por pedido del juez Villanueva en una causa en la que ninguno de los espiados tenía relación alguna y que -según dijo el propio juez- debieron haber sido destruidas.

En la investigación de Ramos Padilla, el ex agente de inteligencia “Rolo” Barreiro involucró a Majul y a otros periodistas en el entramado que armaba causas, filtraba información personal, orientaba declaraciones de imputados, y usaba los medios para apretar.

Según el sitio SEPRIN, Majul tiene una larga relación con Servicios de Inteligencia. No obstante, la actuación de periodistas (por denominarlos de algún modo) en coordinación con espías constituye una práctica habitual en la que ambos lados obtienen beneficios.

Majul está en las antípodas de grandes del oficio como Emilio Jáuregui o Rodolfo Walsh, quienes hacían de la práctica periodística una espada de liberación del pueblo. Este pequeño mercenario de la palabra vende su pluma al mejor postor.

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