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Editorial

El bloque de poder que debemos derrotar

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El 27 de octubre fue una fiesta para la mayoría de la población por la victoria electoral del Frente de Todos frente a la pesadilla del macrismo. Ocho puntos de ventaja hubo entre la fórmula de los Fernández y Macri-Pichetto. Y era festejar.

El 8 de noviembre el festejo fue doble pues salió en libertad de Lula da Silva, confinado en prisión en Curitiba desde abril del año pasado, condenado por la justicia que era bolsonarista antes que el neonazi llegara al Planalto.

El marco regional se completaba con factores positivos como las rebeliones de los pueblos de Haití, Ecuador y Chile contra las políticas de ajuste implementadas por sus respectivos presidentes y acuerdos con el FMI. En esas puebladas sus protagonistas hicieron gala de una valentía impresionante, sin ceder frente a represiones alevosas que dejaron gran número de muertos, heridos y presos. Surgidas de reivindicaciones concretas, habían ingresado de plano al terreno político. Lo graficó la consigna en Chile: “no son 30 pesos (del subte), son 30 años (de neoliberalismo)”.

Estas buenas noticias del país y la región no significan que la lucha haya alcanzado sus objetivos inmediatos y mucho menos los estratégicos. Eso nos exigirá a los pueblos y a sus organizaciones revolucionarias un esfuerzo cuantitativo y cualitativo mayor.

Si algún ingenuo quería quedarse a festejar largo tiempo, ya el domingo 10, el golpe de Estado cívico-militar contra Evo Morales en Bolivia (ver nota aparte), demostró que el camino a recorrer es muy largo. Que nadie nos regalará nada y los enemigos de nuestros pueblos no están derrotados.

ENEMIGOS EN ARGENTINA

El PL rechaza el apotegma peronista-kirchnerista-massista de que la solución “es con Todos”. Falso. Debe ser con todos los que defendemos intereses populares, excluyendo y enfrentando al imperialismo yanqui, su embajada, sus multinacionales de la AmCham, sus socios de la UIA, la Suciedad Rural y la Asociación de Bancos, el FMI, el Banco Mundial y el BID.

Esa enumeración de los enemigos no es taxativa porque son muchos más, pero alcanza para dimensionar el poderío de las clases dominantes. Ellos asfixian al país mediante la deuda externa, aumentada desde 2018 con el FMI, lo que supondrá el pago anual de 30.000 millones de dólares a privados y a esa entidad imperialista, lo que resulta ruinoso.

Ellos son los dueños de los bancos privados que según el BCRA, durante el primer semestre de 2019, tuvieron una ganancia de $117.798 millones, 219,5% más respecto del mismo lapso del año pasado.

Ellos detentan el comercio exterior y los dólares, que valían 9.50 pesos en 2015 y hoy cotizan a 64 pesos, con lo que acrecentaron su capital 673 por ciento. Eso con el agravante de que no lo invirtieron ni depositaron acá sino que lo fugaron al exterior, evitando pagar impuestos.

Ellos se vieron favorecidos por la dolarización de las tarifas de los servicios públicos. Los dueños de trece petroleras, gasíferas y eléctricas tuvieron entre 2017 y 2018 una ganancia de 5.786 millones de dólares, según la OETEC.

Ellos son parte de los 200 monopolios formadores de precios, que remarcan y ganan fortunas sin siquiera respetar una ley de góndolas ni los precios cuidados ni los esenciales. Son los ganadores de una inflación que era del 25 por ciento cuando empezó Macri y que llegó al 60 por ciento en su final, con la reducción de la capacidad adquisitiva de los salarios y jubilaciones.

El poder económico-financiero tiene además una rama de creciente importancia en tiempos modernos: los medios de comunicación. Así se desinforma a la población, se blinda a los gobiernos del ajuste, se miente para acallar opositores, se justifica la persecución política y sobre todo se machaca la cabeza de los lectores, oyentes y televidentes para moldear su ideología y su comportamiento político y social. El ejemplo más crudo es Clarín, con las 237 licencias audiovisuales que pretendió limitar Cristina y fracasó en el intento.

¿Por qué fracasó la ley de medios? Además de las medias tintas del gobierno K en tantos temas, esa derrota tuvo que ver con la fuerte resistencia del monopolio. También con la ayuda de sus amigos en la justicia: tiene gran parte de la justicia cooptada, comprada y/o aliada y operativa a su servicio.

No queremos ser aguafiestas. La derecha fue derrotada, aunque mantuvo el 40 por ciento de los votos; su remontada desde las PASO contó a su favor con el parate del Frente de Todos y su desmovilización callejera por orden dirigencial. Es una anécdota saber si esa oposición derechosa tendrá de jefe a Macri o a Larrata junto con Vidal y algún radical. Lo cierto es que tendrá poder de fuego político y bancadas importantes en ambas cámaras, como para frenar leyes y condicionar otras.

¿El nuevo gobierno embestirá contra estos enemigos? No lo hará. En principio buscará acuerdos con el FMI, la oposición, la UIA, la CGT, Trump, la Unión Europea, etc.

El PL puso su grano de arena para vencer a Macri. Ahora se propone aportar a un frente político antiimperialista que sirva para luchar en el país y a nivel regional contra esa derecha, los monopolios, el FMI y la deuda externa, el golpismo reavivado en Bolivia y el imperialismo. Lo haremos, les guste o no les guste a los Fernández, claro que con una táctica flexible y de paso a paso.

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