Liberación - Órgano de Prensa
Crisis en el “Partido Obrero”: Todos los troscos no son lo mismo, pero son muy parecidos
El 29 de junio el Comité Central del Partido Obrero publicó oficialmente sus acusaciones contra la fracción de Jorge Altamira y Marcelo Ramal, dando por sentado que estos dirigentes habían abandonado la organización. Por el contrario, ese dúo y 778 militantes trotskistas afirmaban lo contrario. El fundador, Altamira, dijo que no se iría, aunque lo quisieran sacar “a los tiros”.
La acusación de la dirección del PO hacia esa fracción tiene un aspecto político y otro metodológico.
El primero fue acusar a Altamira de proponer la consigna “Fuera Macri” para la campaña electoral del PO y del FIT, lo que es visto como una concesión y algo funcional al kirchnerismo.
El reproche metodológico es que Altamira no estaba cumpliendo con las resoluciones aprobadas por el XXVI Congreso partidario. Desacataba la línea y organización.
Los echados del PO hicieron su descargo y una serie de críticas. Niegan el rupturismo porque según ellos conforman una fracción, algo permitido en las organizaciones trotskistas. En los partidos marxista-leninistas no se permite la existencia de fracciones, pues allí rige el centralismo democrático.
En lo político Altamira ratifica que el FIT debería hacer su campaña con la consigna de “Fuera Macri”. Para defenderse de las acusaciones de que eso sería coincidir con el kirchnerismo, agrega que deben sumarse las consignas de “Asamblea Constituyente” y un gobierno de trabajadores.
Esa fracción considera que la dirección del PO y el resto de los partidos del FIT tienen una visión reflujista y derrotista de la situación política. Dice que les echan a las bases obreras las culpas de los límites que encuentra la izquierda trosca, lo que no sería correcto. En mayo el fundador del PO, en su Facebook revolvió el cuchillo en la herida de su partido y la Pyme electoral trotskista, tomando como eje las elecciones de Córdoba, donde entre 2015 y 2019 habían perdido 40.000 votos.
A propósito de elecciones, Altamira cuestiona al FIT como un frente electoralista, que a su juicio sólo tendría un contenido positivo limitado como “democratizante”, pero que no prepara a los trabajadores ni a sí mismo para el reventón de la crisis profunda que vive el país.
En esa crítica no descubre nada nuevo. El Partido de la Liberación viene hace años diciendo que la política del FIT es reformista y que es una mera cooperativa electoral, ahora con un nuevo socio, el MST. A veces esas políticas son reaccionarias. Altamira coincide en un punto con el PL, al señalar las posiciones nefastas de los socios del FIT que apoyaron a sectores proimperialistas en Libia, Ucrania y Venezuela. Bueno, Altamira apoyó la contrarrevolución en Alemania Democrática y la implosión de la URSS, valorando eso como una “revolución obrera y democrática”. Y atacó repetidamente a Cuba y Fidel Castro, negando condición socialista a la primera y tildando de burócrata stalinista al segundo.
TRES TRISTES TROSCOS
La principal crítica política que hace esa “fracción pública” al PO es que se limita a consignas inmediatas, pretextando que la situación política y de las masas es de reflujo y derrota. Lo correcto, dicen los altamiristas, es aprovechar la campaña para agitar ante esas bases la necesidad de un nuevo gobierno socialista y obrero.
En este punto el PL no coincide en absoluto, porque tanto en las elecciones como en las crisis políticas de fondo, que maduran, pero aún no se produjeron, se debe agitar un programa de reivindicaciones populares y de una solución antiimperialista a la crisis. Y esto, el antiimperialismo, no lo plantean ni Altamira ni sus rivales “tres tristes troscos”: Pitrola, Del Pla y Solano.
Sí tiene algo de razón esa fracción cuando cuestiona que el PO y el FIT han incurrido en una postura seguidista del feminismo pequeño burgués, separando las reivindicaciones del movimiento de mujeres de las consignas propias de la lucha de todos los trabajadores, hombres y mujeres. La mayoría trosca del PO lo hizo en acuerdo con sus socios de la cooperativa electoral. En Córdoba la principal propaganda en mayo eran los grandes afiches de las tres candidatas mujeres con el pañuelo verde: Olivero (IS), Díaz (PO) y Vilches (PTS). Ahora serán cuatro, con Echevarría (MST).
Lo inédito de esta crisis del trotskismo es que se acusan mutuamente de usar métodos muy poco proletarios, tales como practicar la censura previa en “Prensa Obrera”, proscribir a Ramal y otros candidatos, quedarse con rentas casi vitalicias, mismos diputados desde hace 15 años con sueldo, hacer espionaje de correos electrónicos y cambiar cerraduras de locales, etc. Altamira dice que la censura del PO es brutal y más grosera que la del Estado capitalista. ¿Peores que la AFI y tantos servicios?
La pelea no es sólo política. Ha llegado a niveles de bajeza increíble, según sus reproches recíprocos. Los troscos son en esto, como en tantos otros aspectos, unos “maestros por la negativa”, diría Mao. No hay que parecerse en nada a ellos si un partido quiere ser revolucionario.
Disimulando esas crudas realidades, Gabriel Solano le decía a Clarín (4/7), que “el PO es el partido trotskista más importante del mundo”. ¡Cómo serán los otros!
Las posiciones de Altamira no son sólidas en lo histórico ni en la actualidad. Respecto a la historia, en un momento de la polémica dijo que “este partido atravesó dictaduras”. El PO no enfrentó a la dictadura militar-cívica. El propio Altamira decía a Página/12 del 24 de marzo de 1996, en el suplemento dedicado a los 20 años del golpe, que él recordaba mucho a dos amigos suyos desaparecidos. Con eso confesaba que su organización no tuvo ningún desaparecido. Muchos de sus dirigentes, él incluido, se exiliaron.
La fragilidad y contradicciones de sus posiciones quedaron expuestas en el reportaje que le dio a la Agencia Paco Urondo. Allí, para estirar la discusión interna del PO, dijo: “no está por ocurrir nada terrible en la Argentina, tenemos tiempo para hacer estos debates”.
¿Cómo? ¿No era que criticaba a la dirección del PO por no advertir que estamos a las puertas de una catástrofe por la tremenda crisis política y económica argentina y mundial? Altamira había planteado, en su polémica con la dirección: “en la presente campaña electoral planteamos Fuera Macri, Constituyente Soberana, Gobierno de Trabajadores, ligadas al derrumbe económico y a la crisis política”. Por un lado, pronostica crisis y derrumbe, y por el otro minimiza la crisis y dice que hay mucho tiempo para seguir discutiendo.
COSA DE TROSCOS
Como el contraataque de Altamira también pegaba sobre el PTS, podía creerse que este último, socio del FIT, saldría en defensa de Pitrola-Del Pla-Solano. Se suponía un principio elemental de unidad en la cooperativa electoralista. Pero no, en su análisis (Ver, “A propósito de la crisis del PO: ¿cuál es el camino para la izquierda trotskista?”), si bien apuntan sobre todo contra el viejo líder, le pegan a todo el PO, en bloque.
Le cuestionan que no quieren un partido unificado trotskista, le reprochan tener un manejo clientelar de los planes sociales del movimiento piquetero, critican sus alianzas con sectores de la burocracia sindical peronista y dicen que en la universidad tienen un manejo poco honesto en cuanto a los fondos de las fotocopias en los centros de estudiantes. Textualmente: “Nos referimos al “modelo FUBA” inaugurado luego de 2001, que consiste en hacer todo tipo de alianzas oportunistas para mantener la conducción de una organización de masas vaciada de participación estudiantil y dedicada a administrar bares y fotocopiadoras con una enorme cantidad de militantes rentados, ´ejemplo´ heredado de la Franja Morada, brazo universitario de la UCR. Recordemos que hoy en día, sin que esto sea cuestionado por ninguna de las fracciones del PO, esta organización co-dirige la FUBA en alianza con La Cámpora y La Mella”.
Con aliados como el PTS, ¿quién necesita enemigos?
Analizada la crisis del PO bajo la óptica del PL, parece positivo que aquel partido trotskista haya entrado en crisis porque no representa a la verdadera izquierda. De los dos sectores, el que más daño hace es la dirección del PO, porque es mayoría y tiene alianzas con otros tres grupos en el FIT-U. Altamira está en minoría y en decadencia, por eso hace menos daño, no por falta de empeño.
No apoyamos a los “tres tristes troscos” Pitrola-Del Pla-Solano ni a Altamira-Ramal, aunque tenemos algunas pequeñas coincidencias con este último sector. Parafraseando y contradiciendo a Nicolás Del Caño en 2015, la mayoría del PO y Altamira “no son lo mismo”. Son muy parecidos, pero no son iguales.
Como somos marxista-leninistas, no tenemos que elegir ni vamos a optar entre ambos. En la ficción, si estos dos sectores troscos fueran a elecciones, en primera vuelta votaríamos en blanco y recién en balotaje, contrariando a Del Caño y todo el FIT, le daríamos un voto muy crítico a Altamira-Ramal, tan crítico que también éstos dos nos cuestionarían por “stalinistas, maoístas y castristas”. ¿Se entiende la ironía?Z
Carlos Ferreyra
24 julio, 2019 a 19:55
Excelente análisis, me encantó.