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China sigue combatiendo la epidemia de coronavirus

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Para cualquier ser humano es doloroso que, en un país cualquiera, en este caso China, haya miles de enfermos y muertos. Las autoridades sanitarias informaron que hasta el 13 de febrero el total de enfermos confirmados en China eran 52.526 y 1.367 personas habían fallecido por la enfermedad ahora denominada COVID-19.

Y habrá nuevos contagiados y muertos, aun cuando la ola vaya disminuyendo de amplitud y nivel. Habrá esas complicaciones porque ni los chinos (ni ningún otro país o laboratorio del mundo) ha logrado dar todavía con las vacunas y remedios para impedir el contagio o curar la enfermedad.

Eso sí, los laboratorios y universidades chinas están trabajando a full para buscar esos remedios, combinando su medicina tradicional con la occidental, usando fármacos contra otras neumonías como el Remdesivir, Lopinavir y Ritonavir, para ver si por sí y combinados con otros remedios pueden dar en la tecla. Por lo menos siete medicamentos de moléculas pequeñas están en proceso de investigación clínica, en tanto seis compañías de biotecnología en Hubei han desarrollado nuevos productos para detectar el coronavirus.

El gobierno de Xi Jinping no ha mezquinado apoyo financiero. Hasta el 2 de febrero había asignado 47.000 millones de yuanes (6.800 millones de dólares) para la prevención y control. Además de esas partidas hay que añadir el esfuerzo de construir en un tiempo récord de diez días dos hospitales que hubieran insumido dos años cada uno.

El Hospital Huoshenshan (Montaña del Dios de Fuego) con 1.000 camas para enfermos fue entregado el domingo en Wuhan. Y ayer se hacía lo propio con el Hospital Leishenshan (Montaña del Dios del Trueno), con capacidad de 1.600 camas.

Médicos y enfermeros sobre todo de unidades militares han acudido a Wuhan, epicentro de la epidemia. Más de 6.000 trabajadores médicos y 52 equipos médicos de todo el país se encuentran ahora trabajando a destajo. Además de los establecimientos sanitarios fijos en esa ciudad y la provincia de Hebei, Beijing despachó 20 hospitales móviles.

Las pérdidas humanas son las que más cuentan y pesan mucho para un gobierno socialista. Por supuesto, también duelen las pérdidas económicas, porque poner en cuarentena a más de 50 millones de habitantes, ampliar los feriados del Nuevo Año Chino, prolongar las vacaciones de las escuelas, sacrificar el turismo nacional e internacional, lentificar el trabajo en las fábricas y oficinas, etc, tiene un alto costo. Un reflejo menor de esto son las caídas de las bolsas el 3/2. La de Shanghai cerró con una merma del 7,72% y la de Shenzhen, la segunda más importante, perdió 8,41%.

EE UU AL ACECHO

La economía china tendrá un crecimiento menor en el primer trimestre. Y eso puede implicar perder un punto del crecimiento del Producto Bruto Interno para 2020. Es serio, pero no desesperante para una economía que sigue creciendo al 6 por ciento anual, todos los años. Entre 1990 y 2014 el PIB per cápita aumentó un 730%, mientras el PIB mundial lo hacía sólo un 63%.

Ese gran país con una planificación estatal es capaz de tomar medidas urgentes. Lo destaca Gustavo Girado, director del posgrado Especialización en Estudios en China Contemporánea: “ellos planifican el futuro y ponen muchos recursos para eso. Y cuando aparecen situaciones como éstas, tienen resortes bastante aceitados”. Añadió en un reportaje radial: “lo más impresionante es que cierren la frontera de una ciudad de 11 millones de personas el día del año nuevo chino y cuando están planificados 350 millones de viajes, la migración interna más grande del mundo, y todo eso se suspendió. Es una festividad muy importante para ellos, con relación con la cultura milenaria china”.

Ese progreso de la nación asiática viene preocupando a los norteamericanos desde la década del ‘80 (China comenzó sus reformas económicas y su progreso en 1978), pero ninguna fue más agresiva que la administración Trump, con sanciones comerciales y guerras tecnológicas, disputas en el mar de China, redespliegue militar en el Pacífico, etc.

Por eso, cuando detonó el brote de coronavirus hubo muchas sospechas sobre la posible implicación de Washington. Sitios cubanos de Internet publicaron artículos tratando de fundamentar esas sospechas, como “El coronavirus y la probable mano oculta de EE UU”, de Arthur González (Cubasi.cu). La nota enumera las enfermedades plantadas por el imperio en la patria de José Martí, pero no aporta ninguna prueba concreta para sostener una acusación igual respecto al COVID-19.

Los chinos estarán investigando esas hipótesis porque ingenuos no son. Pero hasta ahora no han dicho una palabra acusatoria de que fuera algo plantado; al contrario, enviaron 30 comunicaciones oficiales a EE UU de todas las novedades de su campaña sanitaria. No incurrieron en paranoides.

Lo que sí denunció la cancillería china es que EE UU tuvo actitudes muy poco amigables: aconsejó que ninguno de sus ciudadanos viajara a China y prohibió el ingreso por 14 días a todos los extranjeros que hubieran estado en ese país.

Y lo peor de todo, el secretario de Comercio de Estados Unidos, Wilbur Ross, dijo que “el virus podría ayudar a llevar empleos de regreso al país norteamericano”. Quieren sacar ventaja de la desgracia ajena. No saben que los chinos veneran a Sun Tzu, autor de “El Arte de la Guerra”. Entre sus máximas le adjudican ésta: “Siéntate a la orilla del río y verás pasar al cadáver de tu enemigo”.

FUENTE: DIARIO LA ARENA

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