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BREVES INTERNACIONALES
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VENEZUELA: VERGÜENZA DAN LOS TIBIOS Y “PROGRES”
Las recientes elecciones en Venezuela siguen dando lugar a grandes confrontaciones políticas. De un lado su digno gobierno y pueblo bolivariano, apoyado por medio centenar de países del mundo que han reconocido la victoria de Nicolás Maduro, y del otro el imperialismo y varios gobiernos reaccionarios que desconocen ese resultado, agravian al proceso electoral como “fraudulento”. Varios de ellos directamente reconocen como “presidente” al derrotado candidato de la derecha, Edmundo González Urrutia (mascarón de proa de María Corina Machado).
Acá agregamos algunos elementos y sobre todo analizamos el indigno comportamiento de buena parte del “progresismo” regional, en particular la conducta de Lula da Silva (Brasil) y Gustavo Petro (Colombia), y en menor medida la de la expresidenta Cristina de Kirchner.
En la noche del 28 de julio, el presidente del Consejo Nacional Electoral, Elvis Amoroso, dio a conocer un primer boletín, basado en el 80 por ciento de las actas, donde ganaba Maduro por 51 contra 42 por ciento, unos 700.000 votos (ver nota aparte). La derecha venezolana y mundial clamó con que se trataba de un fraude y pidió el reconocimiento de la victoria de la derrotada Plataforma de Unidad Democrática (PUD).
El 2 de agosto, Amoroso dio el segundo boletín, sobre el 96,87% de las actas, indicando que Maduro alcanzó 6.408.844 votos (51,95 % de los sufragios); mientras que Edmundo González 5.326.104 (43,18 %), casi un 1.1 millón de votos de diferencia. Los otros ocho candidatos restantes tuvieron, sumados, 4,86 % de los votos. La participación en estos comicios fue del 59,97 %; es decir, 12.386.669 personas.
En apoyo a un supuesto fraude y presunto triunfo de la derecha venezolana se expresaron rápidamente Antony Blinden, del Departamento de Estado yanqui, y los presidentes del arco derechista regional como el facho Javier Milei, la golpista peruana Dina Boluarte, los presidentes derechistas de Panamá, Uruguay, Paraguay, Ecuador y, como furgón de cola, el socialdemócrata chileno Gabriel Boric, todos articulados por Blinden y la OEA del reaccionario Luis Almagro.
Hasta ahí no cabían sorpresas porque todos los mencionados, y otros más, ya tenían una posición tomada contra la Venezuela bolivariana, considerada una “dictadura” similar a las “dictaduras” de Cuba y Nicaragua.
La sorpresa vino por el lado del progresismo. Lula, Petro y Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, y sus respectivos cancilleres tuvieron algunas reuniones y declaraciones seudo centristas, que no dejó conformes a ninguno de los dos sectores enfrentados ante la situación en Venezuela. Por un lado exigían a Maduro la presentación de las actas, como si la demora en hacerlo supusiera parte de un fraude. Y por otro lado no llegaban al extremo de desconocer a esas elecciones ni las descalificaban de “fraude”. El presidente mexicano fue el único que manifestó cabía esperar hasta que el sistema electoral del país sudamericano diera a conocer los resultados definitivos, como expresando confianza en que así sería. Por su influencia, la nota de los cancilleres de Brasil, Colombia y México dijeron que mantendrán sus consultas de “alto nivel”, pero con pleno respeto a la “soberanía y la voluntad del pueblo venezolano”.
Cristina de Kirchner, en línea con estos tres mandatarios, en una conferencia en México exigió a Maduro la publicación de las actas, “no sólo por el pueblo venezolano y la oposición, sino por el propio legado de Hugo Chávez”, como si el mismo estuviera siendo defraudado en esta elección.
El titular del CNE había reiterado la denuncia de que habían sufrido “ataques informáticos masivos, desde distintas partes del mundo, contra la infraestructura tecnológica del Poder Electoral y de las principales empresas de telecomunicaciones del Estado venezolano, lo que provocó el retardo de la transmisión de las actas y el proceso de divulgación de resultados”.
Ante la gravedad de la situación creada por la derecha con sus falsas denuncias y guarimbas (violencia callejera) que dejaron cerca de 20 muertos y 1.200 detenidos, el presidente Maduro se presentó ante la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia con un recurso de amparo para que analice todo lo relacionado con el comicio, la documentación del CNE y las actas en poder de cada uno de los diez partidos intervinientes.
El canciller venezolano Yvan Gil declaró que esa Sala se encuentra abocada a ese estudio “de conformidad con nuestras leyes y culminará en un veredicto final”.
En ese marco hizo mucho ruido la declaración de Lula a una radio de Brasil donde no sólo reiteró sus críticas al gobierno de Maduro sino que también le propuso dos barbaridades: que llame a nuevas elecciones o que se invite a la oposición derechista a un gobierno de coalición.
Textualmente dijo Lula: “Hay varias salidas. Una es un gobierno de coalición, un gobierno de coalición con la oposición. Hay mucha gente que está en mi gobierno que no votó por mí y otros sí. Todo el mundo va a participar de un gobierno (de coalición)”. Acotó: “Ahora hay un desacuerdo (…) entre aquellos que quieren que diga que la oposición fue victoriosa, yo no puedo decir que fue victoriosa porque no tengo datos y mucho menos puedo decir que Maduro fue victorioso porque no tengo datos”. Agregó: “Maduro tiene seis meses de mandato. Si tiene sentido común, incluso podría convocar unas nuevas elecciones, creando un comité electoral con miembros de la oposición y observadores del mundo entero”. Su par colombiano se sumó rápidamente a ese doble pedido, incluso recomendando el fracasado y nefasto “Frente Nacional” de Colombia.
Esa oferta de Lula y Petro fue rechazada por Machado, diciendo que el pueblo venezolano ya votó.
Y por supuesto fue rechazada también por el gobierno venezolano.
La Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad (REDH)-Capítulo Argentina, que la cuestionó como “Una mediación sospechosa”.
Más concluyente fue el comunicado de ALBA Movimientos, que comparte el Partido de la Liberación: “El respeto a la soberanía y la autodeterminación de los pueblos es un principio que cualquier proyecto revolucionario debiera tener como prioridad. Debe hacer de esta una bandera política en las relaciones internacionales, incluso en medio de la presión externa de matiz reaccionaria, que siempre pretende desconocerla. Los movimientos sociales y populares que conocemos, amamos y defendemos al pueblo bolivariano, rechazamos, por insólita y extemporánea, la más mínima idea o sugerencia, como la planteada por algunos sectores “progresistas” de la región de desarrollar intervenciones diplomáticas, políticas, militares o de cualquier tipo en Venezuela dirigidas a desconocer, de facto, el resultado de un proceso electoral ya concluido. Estas insinuaciones no son otra cosa que el desconocimiento de su soberanía, y una falta de respeto a la voluntad de su pueblo expresada en las urnas el 28 de julio”.
SECRETARÍA DE RELACIONES INTERNACIONALES