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A grandes males, grandes remedios

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Como venimos sosteniendo desde el 10 de diciembre de 2015, el gobierno de Mauricio Macri representa a los monopolios, la oligarquía y el imperialismo. Es el enemigo principal para los trabajadores y el pueblo argentino, que tienen que derrotarlo cuanto antes con el método de la movilización activa.

Cada día que pasa hay nuevas medidas antipopulares de este gobierno, confirmando la tesis de que es el enemigo principal. Sea con sus decretos para modificar la ley de Riesgos del Trabajo, la corriente de despidos que afectan a centenares de miles de empleados, los negociados familiares de los Macri como se repitió en la escandalosa condonación de 70.000 millones de pesos en el Correo, las concesiones a los piratas ingleses en Malvinas, la alianza con el golpista brasileño Temer, etc. Todo eso y mucho más, donde sobresale la tendencia a reprimir cada vez más la protesta social, revela la naturaleza ultrarreaccionaria de quien es un empresario off-shore y corrupto. “Mauricio es Macri”, dijo previsor Néstor Kirchner en 2007.

Este señalamiento empieza a abrirse paso en la conciencia popular, no tan rápido ni tan ampliamente como sería necesario, porque aún sectores intermedios y atrasados del pueblo, que lo votaron con expectativas, no llegan a las mismas conclusiones que nosotros.

Por eso en la militancia política, social, gremial y cultural es importante que el PL busque siempre ejemplos prácticos, vivos y palpables, con palabras comprensibles para todo el mundo, para acercar a más compatriotas a la oposición al macrismo. No pontificamos desde la cátedra ni el dogma; inspirados en el marxismo-leninismo y las tesis antiimperialistas del XIII Congreso Nacional del PL, buscamos la forma concreta de aislar y golpear al gobierno, captando la simpatía de amplios sectores.

Los nuevos tarifazos de luz y el gas tienen que ser nuestros proyectiles disparados al corazón del gobierno y el poder económico, como los despidos y el curro del Correo.

Por eso debemos analizar en detalle cuáles son los argumentos del macrismo y desmontarlos, uno por uno. Ellos tratan de justificar todo con “el desastre que recibimos” y el PL rechaza en general esa excusa, pero no defiende todo lo actuado por el kirchnerismo. Rescatamos lo bueno del gobierno de Cristina, pero no ponemos las manos al fuego por sus contratos de obra pública con Lázaro Báez. Reclamamos la libertad de Milagro Sala, pero no justificamos los autos de lujo comprados aparentemente cash por sus hijos. Le pegamos más duro al ministro Triaca y al forro de Momo Venegas, pero seguimos cuestionando a los Gordos de la CGT, hoy reciclada como triunvirato.

Nosotros somos LIBERACIÓN. Estamos totalmente en contra de Clarín, pero no somos 678 ni Roberto Navarro. ¿Está claro?

 

¿CON QUÉ ALIADOS?

Precisada nuestra caracterización del enemigo principal, el siguiente asunto que debemos tener claro y ponerlo en nuestra agitación, propaganda y trabajo de masas es con quién podemos unirnos y con qué objetivo político.

Con tal de poner obstáculos a Macri no tenemos inconveniente en ser parte de movidas amplias, incluso con partidos con los que nos peleamos casi siempre. Puntualmente, nos pareció bien que distintas bancadas en Diputados negociaran un proyecto de ley diferente al gubernamental para modificar el impuesto a las ganancias.

Pero hasta ahí nomás. No queremos ser parte de un frente político ni de un acuerdo más o menos permanente con los bloques que se involucraron allí: Frente Renovador, Bloque Justicialista, Partido Socialista, Libres del Sur, GEN, FPV, etc. Incluso esa experiencia de unidad en la acción por un punto concreto terminó en fracaso, porque el gobierno negoció otra vez con Massa y logró sacar una ley que no resuelve ni siquiera el problema de ganancias. Sólo un sector del FPV y del FIT se negaron a votar ese proyecto, finalmente aprobado.

No queremos un frente político y tampoco electoral con Massa, Bossio, Pichetto, Stolbizer, Tumini, Abal Medina, Schiaretti, Pérsico, Chino Navarro, Katopodis, grupo Esmeralda, Guillermo Moreno y demás opositores a medias.

Si los amigos de la Unión Industrial y la embajada norteamericana lograran la mayoría política y electoral, estirarían hasta 2019 la agonía del pueblo con el argumento de respetar el mandato popular. Y su eventual gobierno de 2019 sería una reiteración, agravada, de cuando el menemismo reemplazó al alfonsinismo, y del delarruismo reemplazando a Menem. Fueron peores.

Después de semejante catástrofe argentina a causa de Macri, sería lamentable que venga otro grupo gran burgués con Massa y sus aliados. La gravedad de la situación, que será mayor cada año, demanda un gobierno que tome medidas antiimperialistas, como no pagar la deuda externa aumentada por Macri con aval massista y romper con el FMI, hacer una reforma impositiva antimonopolios, nacionalizar la banca y terminar la usura, expropiar Clarín, cortar con el modelo sojero, disolver la AFI-Side, meter en cana a los corruptos comenzando por la familia Macri y echar a medio Poder Judicial, depurando la Corte y la justicia federal.

Con menos no habrá solución a los dramas populares. Aspirinas, para el dolor de cabeza; para grandes males, grandes remedios.

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