Sindical
NOTICIERO GREMIAL

El Paro General de la CGT del 10 de abril tuvo alta adhesión, en un contexto en el que se desarrollan luchas importantes de muchos sectores, aunque con escasa coordinación y sin programas unitarios.
Para los trabajadores registrados, el poder adquisitivo de los salarios cayó un 9% en promedio desde que asumió Milei, según calculó el centro de investigación CIFRA (CTA) , tomando en cuenta algunas deficiencias que tiene el IPC que publica el INDEC.
Ese mismo informe señala que la licuación salarial ha sido mucho mayor en el sector público, donde la capacidad de compra es ahora un 18,4% menor que en noviembre de 2023.
Las jubilaciones mínimas, en tanto, perdieron un 4% en el mismo período, lo que se suma a sucesivas reducciones desde diciembre de 2015. Respecto de aquel tiempo, las jubilaciones mínimas valen hoy un cuarto menos.
Este escenario, sumado a los más de 42.000 despidos en el Estado, a los más de 100.000 puestos de trabajo perdidos en el ámbito privado; la disolución o achicamiento de reparticiones públicas, el desmembramiento de herramientas y políticas públicas orientadas a las necesidades de sectores más afectados; la destrucción paulatina de los sistemas científico, educativo, de salud nacionales; y la entrega de recursos estratégicos a manos de monopolios foráneos y algunos locales, requiere de la respuesta de los trabajadores y el pueblo, que ha venido expresándose de diversas maneras aunque sin coordinación ni pliegos que reúnan las demandas comunes.
En ese marco, la CGT se vio en la obligación de suspender su quietud y complicidad, convocando a un Paro General el pasado 10 de abril que, aún con la defección de la UTA, tuvo un impacto significativo en todo el país.
La cúpula de la central sindical más grande terminó definiendo la medida ante el creciente malestar entre las bases y frente a la represión alevosa perpetrada por el gobierno contra jubiladas y jubilados durante casi todos los miércoles del último año, especialmente el 12 de marzo pasado.
El impacto de la medida general no fue el mero resultado del poder de convocatoria de una cúpula cegetista que viene de consentir reformas antitrabajadores impulsadas por el gobierno.
A continuación hacemos un breve repaso de algunas de esas expresiones de lucha.
El ataque contra las estructuras estatales y contra los trabajadores del sector público chocó contra la resistencia de gremios y organizaciones de trabajadores de diversos niveles en ese ámbito.
En distintos puntos del país, trabajadores del ARCA (ex AFIP) ocuparon dependencias de ese organismo, no sólo en demanda de mejoras salariales, sino también en contra del cierre de sucursales.
Los trabajadores de las Universidades Nacionales realizaron ya 2 paros, en los que coincidieron todas las representaciones sindicales de docentes y no docentes. ATE también dispuso un paro nacional a todos los niveles, pero en fechas diferentes. ATE de Córdoba cortó la ruta 9 y camino a Interfábricas.
En el área de la Salud, hubo importantes manifestaciones de trabajadores del Hospital Laura Bonaparte y del Garraham, una protesta en Rosario en defensa de la Obra Social (que contó con la participación de los gremios de salud, la CTAA, AMSAFE, la Bancaria y otros), entre muchas otras expresiones que no cuentan con visibilidad de parte de la prensa dominante.
En varias provincias también hay luchas docentes, como en Tierra del Fuego y Misiones, acá también de trabajadores y productores yerbateros.
También hay resistencias en el sector privado.
Hay empresas que cierran o disponen despidos masivos, ante la brutal caída del consumo y la asfixia de los tarifazos, dando pie a que algunos empresarios pretendan imponer peores condiciones laborales y salariales, o directamente dejar sin trabajo a toda una planta.
La gráfica Morvillo (provincia de Buenos Aires), se declaró en quiebra súbitamente dejando a más de 200 personas sin trabajo. Ante ello, los trabajadores resolvieron ocupar la planta, una medida que ya lleva más de 40 días (con sus noches). Medidas de este tipo son las que criminaliza la reforma laboral del gobierno.
El sindicato del Neumático, SUTNA, también llevó adelante un “paro total” contra los despidos y en contra de la embestida patronal, por caso FATE-Aluar, que intenta imponer acuerdos individuales con los trabajadores para obligarlos a perder conquistas laborales y sacarlos de los marcos establecidos en los convenios colectivos acordados por sindicatos y empresarios. El SUTNA también cortó la Autopista Panamericana por ese conflicto con FATE.
En Neuquén, frente a los tarifazos disparados por la eliminación de subsidios y el encarecimiento de la distribución energética, la Cerámica Neuquén -administrada por sus propios trabajadores- sufrió el corte de suministro eléctrico de parte de la empresa local CALF. El 7 de abril último realizaron un corte en la ruta 7, acompañados por organizaciones sociales. El Estado no ha brindado ninguna solución.
El paro general de la CGT, aislado y sin un marco de plan de lucha, deja sabor a poco. En el documento que emitió la central se marcan algunas demandas que, sin dudas son sentidas por muchas argentinas y argentinos, como el reclamo de paritarias libres, aumento de emergencia a las jubilaciones, cese de los despidos, aumento de presupuesto en salud y educación, rechazo a las privatizaciones del Banco Nación, Aerolíneas y “todas las empresas amenazadas”; una política exterior “convergente con los intereses nacionales”; la reivindicación de Malvinas y el repudio a “todo alineamiento automático con políticas y decisiones foráneas”, rechazando las imposiciones del FMI.
Ese esbozo programático es demasiado genérico, y sus firmantes no constituyen garantía para avanzar en ese sentido. Necesitamos recuperar, actualizándolos y debatiendo desde abajo, aquellos programas históricos del movimiento obrero (Huerta Grande, La Falda, CGT de los Argentinos, SITRAC-SITRAM, etc.), que entre sus muchas coincidencias rechazaron “los compromisos financieros firmados a espaldas del pueblo”.
El 1 de mayo de 1968, la CGT de los Argentinos decía: “El aplastamiento de la clase obrera va acompañado de la liquidación de la industria nacional, la entrega de todos los recursos, la sumisión a los organismos financieros internacionales”. Podría haber sido escrito hoy, cuando el gobierno se ufana de acordar un nuevo préstamo del FMI y de adoptar nuevas medidas antipopulares y antinacionales, reiterando que el ajuste continuará.
JORGE RAMÍREZ