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Netanyahu reanuda la masacre en Gaza

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            Con el evidente apoyo de Trump y la excusa de la no liberación de los rehenes, Netanyahu reanuda la masacre en Gaza. ¿Cómo explica Ramzy Baroud en su texto publicado en substack “Guerra civil en el horizonte? El conflicto ashkenazi/sefardí y el futuro de Israel “no es la primera vez que las necesidades internas del gobierno israelí lo impulsan a la guerra en el exterior. Nosotros lo sabemos muy bien cuando Galtieri ocupó Malvinas con el fin de perpetuarse en el poder.

            El Likud de Netanyahu es el partido político que expresa una amplia alianza sefardí y de grupos extremistas religiosos y reaccionarios, con 2 ministros que abandonaron el gobierno por la firma del cese al fuego, y al retomar la ofensiva militar, los 2 ministros retornaron al gobierno.

            Desde 1996 el Likud fue progresivamente desplazando a los laboristas ashkenazis que habían ocupado mayoritariamente todos los espacios del Estado pues fueron los primeros sionistas occidentales de Ben Gurion.

            La investigación sobre la financiación catarí a Hamas para que realice el ataque del 7O salpica a Netanyahu. Como se reveló en el escándalo de la conexión catarí. “El portavoz de Netanyahu para asuntos militares, Eli Feldstein, y Urich fueron arrestados en el marco de una investigación sobre lo que se ha presentado como una colaboración directa entre la oficina del primer ministro y Qatar.

            Netanyahu no ha permanecido callado ante todo esto y describe toda la situación como una “caza de brujas” que ha llevado a sus ayudantes a ser “tomados como rehenes”, enmarcando toda la situación como un complot del Shin Bet (la agencia de inteligencia y seguridad doméstica israelí) contra él.”

            El primer ministro acusa a la agencia de seguridad nacional de atacarlo y que finalmente terminó con la expulsión del titular de la agencia Ronen Bar por primera vez en la historia de Israel. Tal medida fue bloqueada por la Corte Suprema de Israel.

Tal es la gravedad del enfrentamiento entre las dos principales fracciones políticas en Israel, los orientales liderados por Likud qué quieren seguir la guerra a cualquier precio y los sionistas occidentales que quieren terminar con el gobierno extremista de Netanyahu.

            La guerra nuevamente como unificador nacional para acallar la disidencia y guerra civil, tal es la estrategia de Netanyahu para proseguir a toda costa en el gobierno cada día más cuestionado.

800 PALESTINOS MUERTOS EN EL PRIMER DÍA DE BOMBARDEOS

            Día antes para provocar la huida de los gazatíes, bloquearon la entrada de alimentos, cortaron la luz y el agua.

            La estatal Mekorot que corta el agua desde hace años a los palestinos para forzar su desplazamiento es la misma que tiene firmados convenios en más de la mitad de las provincias argentinas, que le garantiza la propiedad intelectual de sus exploraciones en el país. Y con nuestro presidente sionista, Milei, que quiere privatizar Aysa.

            Como explica el autor citado anteriormente en otro texto titulado “Fallas árabes”, el gobierno israelí cuenta con la complicidad de los estados árabes prosionistas como Arabia Saudita y Catar cuyo principal enemigo en la región es Irán y consideran al genocidio palestino como conveniente a sus intereses pues debilitan al eje de la resistencia liderado por Irán.

            Sin embargo, las cosas no le salieron a Netanyahu como lo pensaba.

            Yemen respondió a la agresión israelí con ataques de misiles que vulneraron al supuestamente invulnerable domo de hierro qué había sido reforzado por EEUU para minimizar los daños. También volvieron a bloquear el mar rojo prohibiendo el paso de buques hacia Israel.

            Inmediatamente Trump mando una flota al Mar Rojo para levantar el bloqueo.

La respuesta con drones y misiles de corto alcance obligó a Trump a mandar dos portaaviones más que no lograron su misión.

            La situación enfureció a Trump que amenazó a Irán por estar supuestamente atrás de Yemen, al proveerle previsiblemente el armamento. Además dijo que borrarían del mapa a Yemen, enviando bombarderos a la base más cercana qué tienen para respaldar sus amenazas.

            Es palpable la fuerza del movimiento mundial antigenocida: como dice Roger Waters “nosotros tenemos razón, el genocidio está mal”.

            De nada sirvió la detención ilegal de Mahmoud Khalil, el activista contra el genocidio de la universidad de Columbia, a quien quieren expulsar del EEUU a pesar de ser un residente legal permanente. La expulsión fue bloqueada por un juez al ser violatoria de la constitución nacional. Muchos analistas argumentan se trata de maccartismo puro y duro.

            Como señalamos más arriba lo que queda de racionalidad en la justicia de EEUU e Israel enfrentan las medidas ilegitimas de sus gobiernos. Los pueblos de EEUU e Israel también se movilizan contra el genocidio y sus gobiernos carniceros. Hay manifestaciones masivas en todo el mundo contra el genocidio y de millones en Yemen apoyando a su gobierno solidario con Gaza.

            Por otra parte una investigación de The Independent ha revelado las graves violaciones que sufren los palestinos en las cárceles israelíes, incluidas torturas y abusos físicos y psicológicos.

            Esto contrasta totalmente con el trato que recibió el rehén israelí liberado por Hamas qué agradeció públicamente y fue debidamente escondido.

            En otro texto de Craig Murray titulado “La podredumbre en el núcleo de la democracia” se señala que Trump 2.0 es genocidamente sionista porque recibió 100 millones de dólares de Miriam Adelson cuyo marido Sheldon Adelson trabajó para la CIA en Londres espiando a Julian Assange. Como señala el autor “es un ejemplo más de la falta de sentido de la democracia en EEUU donde los ultrarricos, las grandes empresas y las agencias estatales secretas se fusionan contra el pueblo”. Recordar los vínculos de Trump como empresario en las Vegas y las mafias israelíes en la zona (Sheldon Adelson fue dueño de un casino e inmuebles en las Vegas).

            En resumen, los grandes auspiciantes del genocidio palestino son Trump y Netanyahu quienes subieron al poder como Hitler en el momento de máxima descomposición política en Alemania tras la derrota en la Primera Guerra Mundial y los sufrimientos alemanes por la aplicación del infame tratado de Versalles por las potencias triunfadoras en esa Guerra.

            Al igual que Hitler que prometió mil años del Tercer Reich y la gloria alemana, Trump con su movimiento MAGA y Netanyahu con su gran Israel serán los artífices del más grande descalabro nacional y humano y pagarán por ello. La foto de ambos en la Casa Blanca dio asco.

MARTÍN GUEVARA

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