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No al entreguista acuerdo número 23 con el FMI

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            Desde su incorporación al FMI en 1956, durante la llamada “Revolución Fusiladora” hasta el acuerdo con el gobierno de Fernández-Cristina-Massa en marzo de 2022, el país había firmado 22 acuerdos con aquella entidad que hoy regentea la búlgara Kristalina Georgieva. El viernes 11 de abril el directorio fondomonetarista difundió un comunicado informando que se había acordado un nuevo empréstito con el gobierno de Javier Milei, o sea el acuerdo número 23.

            Al igual que todos los anteriores, se puede anticipar que la operación es muy negativa para nuestro país, porque engrosa el endeudamiento en dólares y al mismo tiempo refuerza la injerencia de ese capital financiero internacional en los asuntos internos de Argentina, para imponer sus recetas contra el salario, las jubilaciones, la obra pública, las partidas de Salud y Educación, las transferencias a las provincias, etc.

            Y ese mayor endeudamiento externo exigirá más miles de millones de dólares para pagar los vencimientos de intereses y amortización del capital, que están lejos de las posibilidades reales. En consecuencia, eso conduce a nuevos endeudamientos y más concesiones, con más pagos, pero también se traduce en que el país endeudado entrega sus recursos naturales, en especial agua, oro, litio, gas, petróleo, tierras raras, etc.

            Eso ya estaba ocurriendo en la Argentina semicolonial de Milei y los gobernadores y legisladores socios y cómplices, que aprobaron el RIGI, Régimen de Incentivo a Grandes Inversores. Sus proyectos para las multinacionales dejarán de liquidar los dólares en el país a partir del cuarto año de la puesta en marcha.

            El préstamo actual es por 20.000 millones de dólares, de los cuales se adelantarán 12.000 en abril y 3.000 en junio próximo sujetos a revisión (la injerencia a la que aludíamos). Como también se anunciaron préstamos del Banco Mundial y del BID, así como de bancos privados, en el ministerio de Luis Caputo se ufanan de que van a ingresar 42.000 millones de dólares, pero de todo eso no hay elementos concretos, fuera del préstamo de 20.000 millones acordado primero por el staff técnico y luego por el directorio o board de la entidad.

            Esto es muy grave porque engorda el endeudamiento externo de Argentina a límites altísimos. Hasta el 28 de febrero de 2025 el país tenía una deuda pública de 471.150 millones de dólares, que ahora superará los 500.000 millones, esto es el equivalente al 82 por ciento del PBI argentino, que en 2024 fue de 604.380 millones de dólares.

            Semejante deuda supondrá sacrificios extraordinarios que, aún así, no alcanzarán a pagar todo, lo que derivará en nuevos endeudamientos y pagos, mientras tanto esa sujeción económica tendrá muchas otras consecuencias políticas de cipayismo gubernamental aplaudidas por la UIA, AEA, Suciedad Rural y la Cámara de Comercio Americana (AmCham).

            Sólo en 2025, y al margen del nuevo endeudamiento, el país deberá pagar 19.000 millones de dólares, según el informe de Pablo Manzanelli y Leandro Amoretti de CIFRA-CTA. Eso incluye los vencimientos de deuda de los sectores públicos nacional y provincial, los BOPREAL del BCRA y las obligaciones negociables emitidas por las grandes empresas.

            El FMI explicó que este nuevo respaldo apunta a que “las prioridades de política se centrarán en mantener un anclaje fiscal sólido, la transición hacia un régimen monetario y cambiario más sólido, con mayor flexibilidad del tipo de cambio, y avanzar en las reformas para fomentar la productividad, la competitividad y el crecimiento”.

            El “anclaje fiscal sólido” significa que va a continuar y profundizarse el ajuste de la motosierra, en contra del pueblo. Eso fue reiterado por Milei y Caputo al proclamar que la meta del superávit fiscal este año no será del 1.3 sino del 1.6 del PBI. O sea “ahorrarán” sobre la base de más ajuste sobre los que menos tienen.

            Un “marco de política monetaria y cambiaria más robusto” es un dólar más caro, que ahora flotará entre los 1.000 y 1.400 pesos, con lo que ha comenzado una nueva devaluación del peso, de entre 20 y 30 por ciento. Va de suyo que los monopolios y banqueros que concentran el poder económico de Argentina irán aplicando esas devaluaciones a sus precios, que siempre quieren dolarizar, para ganar más y pagar menos impuestos. Por eso ya en marzo, cuando se insinuaba esta devaluación que ahora se aceptó con el FMI, aquellos empresarios comenzaron a subir muchos precios y la inflación dio el 3,7 por ciento, en alza. Lo más probable es que la inflación siga subiendo en estos meses, con lo que seguirá afectando gravemente los salarios y jubilaciones de quienes tenemos ingresos fijos en pesos. ¡Solamente traidores como Andrés Rodríguez, de UPCN, pudieron aceptar “aumentos salariales” del 1 por ciento!

            Y tanto o más grave que lo anterior es que cuando el Fondo dice “Profundizar las reformas” está admitiendo que el préstamo está atado a que el gobierno impulse una nueva reforma laboral y otra reforma jubilatoria, aumentando las edades para jubilarse y abriendo otra vez el sistema de jubilación privada o sea la estafa de las AFJP. También quieren una reforma impositiva para bajar los impuestos a las empresas, favorecidas además por los bajos salarios y precarización laboral que ya consagró Milei, los legisladores cómplices y una parte de la burocracia sindical.

            Según Caputo todo esto asegurará reservas suficientes, pero debemos preguntarnos para qué y para quiénes. La respuesta es: reservas para que el gobierno pague vencimientos de esa deuda, dólares para que los monopolios hagan sus negocios y para que los grandes inversores y especuladores sigan con la bicicleta financiera de cambiar dólares a pesos para inversiones especulativas en títulos o letras ligadas a la inflación y luego se puedan cambiar a dólares. El que crea que Caputo cuida los dólares es un imbécil. Desde el 10 de marzo perdió reservas por 3.378 millones de dólares. Y hay que tener en cuenta que en su anterior paso por el cargo y por la titularidad del Banco Central, en tiempos de Macri, fue coautor de la fuga de capitales por 86.200 millones de dólares. Así lo inventarió el Banco Central en su informe de mayo de 2020.

            Última objeción, pero también importante para calificar a esta nueva deuda de ilegítima, ilegal y fraudulenta: se contrajo sin pasar por el Congreso nacional tal como prescribe la Constitución Nacional en su artículo 75 y no tuvo aprobación ni autorización del Congreso vía una ley especial para endeudarse con el FMI (Ley 27.612, Art. 2, del año 2021).

            El FMI sabe de esos vicios de origen, pero confía en que hoy Milei como antes Fernández-Cristina-Massa, y antes Macri (y antes…..) van a reconocer esta deuda como si fuera legítima y van a comprometerse a pagarla. No es nuestro caso y de muchos otros sectores políticos del campo obrero, popular, democrático y patriótico que debemos confluir en un Frente Antifascista y Antiimperialista cuyo punto nodal sea el no pago de la deuda externa y romper con el  FMI.

SERGIO ORTIZ

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