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La docencia universitaria arranca 2025 con paros

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            Las organizaciones sindicales de la docencia universitaria, junto al gremio no docente, anunciaron un paro nacional de 48 horas para los días 17 y 18 de marzo. Los salarios de todxs lxs trabajadores de las universidades volvió a caer frente a la inflación en los últimos 5 meses.

            Comienza así un nuevo año de conflictos en el sector, que durante el 2024 desarrolló una lucha de amplio alcance, a pesar de las divisiones internas y de la falta de apoyo suficiente de parte de las centrales sindicales.

            Conviene repasar los sucesos del año pasado, porque deben constituir una enseñanza para el conflicto que empieza.

            El gobierno de Javier Milei arrancó con dos meses de suba brutal de precios (más del 51% acumulado entre diciembre ‘23 y enero ‘24), de la mano de la violenta devaluación inicial de la moneda y el aplastamiento de los salarios. En los meses siguientes, la caída se redujo levemente, pero siempre lejos de recuperar el poder adquisitivo de noviembre del ‘23.

            En el caso de los salarios de las universidades, sólo en febrero, mayo, julio y septiembre las subas de los salarios superaron a la de la inflación, aunque siempre en pequeña proporción.

            Esos pocos meses con alguna recuperación salarial fueron el resultado de la lucha. El 23 de abril se desarrolló una gran marcha  en todo el país, que puso en la agenda la situación de las Casas de Estudio, rompiendo el silencio de los grandes medios y el hostigamiento en las redes del ejército de trolls mercenarios. El gobierno de Milei se vio obligado a actualizar (aunque parcialmente) el presupuesto de las Universidades, que había quedado sepultado entre los recortes presupuestarios.

            El aumento de septiembre intentó frenar la Segunda Marcha Federal, centrada en este caso en la demanda de recuperación salarial, y en el marco de cuya convocatoria los legisladores aprobaron una Ley de Financiamiento que podía retrotraer el ajuste al menos hasta noviembre del ‘23.

            La marcha se hizo, fue multitudinaria y plural, pero el gobierno respondió vetando la ley. Los legisladores no fueron capaces de insistir con el proyecto, demostrando nuevamente que  la gran mayoría dejó sus principios bien afuera del edificio del “Honorable” Congreso.

            Ambas movilizaciones tuvieron como convocantes al Frente Sindical de las Universidades Nacionales, donde confluyeron las Federaciones Gremiales Docentes (CONADU Histórica, CONADU, FAGDUT, FEDUN, CTERA y UDA) con la representación no docente (FEDUN).

            Frente a ese nuevo escenario, se multiplicaron las tomas y ocupaciones de Facultades en todo el país, se conformaron asambleas interclaustros masivas en numerosas universidades, en las que el elemento novedoso fue la participación activa de muchísimos estudiantes. Hasta ese entonces, la participación del movimiento estudiantil había sido mínima.

            Lamentablemente, en los días siguientes no hubo articulación entre el Frente Sindical y esos espacios de base. Las conducciones de los Centros de Estudiantes, en general, se mostraron hostiles hacia ese movimiento de carácter fuertemente basista, donde sectores de izquierda de varias tonalidades tuvieron un papel destacado.

            En ese escenario, la movilización fue disminuyendo, en medio de las acusaciones sobre todo de los sectores trotskistas contra todas las conducciones gremiales, y la escasa actividad del Frente Sindical en su conjunto. Ese cuadro puso de relieve las limitaciones de las estrategias basadas en los acuerdos de direcciones, así como las debilidades de enfoques basistas con poca o nula capacidad de articular con otros actores.

            En este mes comienzan las clases en las mayoría de las universidades y el escenario es tan o más alarmante que a comienzos del año pasado. Desde septiembre último, los precios medidos por el IPC aumentaron un 12,6% mientras los haberes (otorgados unilateralmente, sin paritarias) se incrementaron un 8%. Contando desde noviembre de 2023, los precios crecieron un 70% más que los sueldos.

            El gobierno se aseguró que volviera a prorrogarse el Presupuesto de 2023, lo que le da la potestad de manejar los ingresos fiscales a su antojo y continuar los recortes donde lo desee. Las universidades están entre las afectadas, por lo que varios rectores ya han manifestado su preocupación.

            El conflicto de este año debería partir de un balance del 2024, para no reincidir en algunos errores. Entre ellos, es fundamental elaborar un pliego que contemple lo salarial (esencial para la continuidad de la universidad pública) y lo presupuestario, junto con demandas de los distintos sectores de la comunidad (becas, boleto gratuito, estabilidad laboral docente, bibliografía, equipamiento, etc.). Y que los sectores combativos y democráticos articulen con las demandas más amplias de lxs trabajadorxs y el pueblo en general, y adopte estrategias que potencien la participación sin dejar de lado la conformación de instancias más amplias. Retomando la expresión del Mariscal Helmuth von Moltke (y tomada por Lenin y otros líderes revolucionarios), “golpear juntos, marchar separados”.

JORGE RAMÍREZ

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