Beatriz Perosio
Desaparecidos de Iglesia de la Santa Cruz, ¡Presentes, Ahora y Siempre!
Entre el 8 y el 10 de diciembre de 1977 un grupo de tareas de la Armada, que operaba desde la ESMA, secuestró a doce integrantes de movimientos de derechos humanos que venían denunciando los crímenes de la dictadura militar-cívica y reclamando la aparición de los desaparecidos.
Ellos se reunían en la Iglesia de la Santa Cruz, barrio San Cristóbal de CABA. El cura Mateo Perdía, familiar del dirigente montonero Roberto Perdía, les abría las puertas. Además allí también estaban dos monjas de la orden Pasionista, Alice Domon y Leonie Duquet, francesas, solidarias con los oprimidos. Recalaron primero en Perugorría, Corrientes, y tuvieron relación con los perseguidos de las Ligas Agrarias. Ante el riesgo de secuestro y muerte, se fueron a Buenos Aires y siguieron con su labor solidaria. Domon atendió incluso en un establecimiento de Montes de Oca a un hijo oligofrénico del general Jorge R. Videla.
Entre los procedimientos de la Armada de Emilio E. Massera en la Iglesia de la Santa Cruz, más el allanamiento en un atelier de la Boca, otro en el bar “Comet”, ubicado en Paseo Colón y Belgrano, otro procedimiento en Ramos Mejía donde levantaron a Duquet, y en Sarandí, donde capturaron a la dirigenta de Madres, Azucena Villaflor, en total doce personas fueron secuestradas. Llevaron a la ESMA las dos monjas, Domon y Duquet; las Madres de Plaza de Mayo Villaflor de De Vicenti, Esther Ballestrino de Careaga y María Ponce de Bianco; el artista Remo Berardo y Julio Fondovilla, que tenían familiares desaparecidos. Y los cinco camaradas de Vanguardia Comunista, actual Partido de la Liberación: Ángela Auad, que tenía a su esposo preso; Raquel Bulit, Patricia Oviedo, que tenía a un hermano de la JP secuestrado; Horacio Elbert y Eduardo Gabriel Horane (alias Turco Lelel) estos dos últimos históricos dirigentes de la agrupación universitaria TUPAC, uno en Filosofía y otro en Ingeniería de la UBA. También iba a ser subida la joven Cecilia Vázquez, también de VC, con un hermano desaparecido, Martín, pero la bajaron porque no había más lugar en el auto, y salvó su vida de milagro.
El que orientó a los genocidas fue el teniente Alfredo Astiz, que se había infiltrado en el grupo de la Iglesia como “Gustavo Niño”, haciéndose pasar por familiar de un desaparecido. Para reforzar esa coartada, se hacía acompañar por una secuestrada en la ESMA, Silvia Labayrú, como si fuera una familiar. Cómo habrá sido de efectiva esa mentira, que aún en la ESMA, Domon preguntaba angustiada qué había sido de la vida del “Ángel Rubio”.
¿Por qué se produjo ese operativo en diciembre de 1977? La mayoría de las opiniones coincide en que fue porque los familiares estaban reuniendo dinero para publicar el 10 de diciembre una solicitada en el diario La Nación denunciando las miles de desapariciones y violaciones a los DD HH. Astiz estaba al tanto de esa iniciativa y quería impedirla.
En cambio el abogado de las dos monjas francesas, Horacio Méndez Carreras, en reportajes, opinó que no era tanto por la solicitada sino más bien por los antecedentes de las dos hermanas pasionistas que venían perseguidas por su labor con las Ligas Agrarias.
Por supuesto, todo influye. Y también hay que tener en cuenta la campaña de la dictadura en contra de nuestra organización que en ese momento se llamaba PCML, ex VC. Una nota de Clarín, el 8/1/2012, aseguraba que Astiz, “por un panfleto, metió a Domon y Duquet en una conspiración marxista”. La nota dice: “Como loco”, en diciembre de 1977, Alfredo Astiz entró al centro clandestino que funcionaba en la ESMA con un volante en la mano del Partido Comunista Marxista Leninista. Con ese panfleto que le habían dado en un atelier de la Boca y otras “pruebas” que había obtenido convenció a sus jefes del grupo de tareas que debían actuar rápidamente. Creía que había “probado” que “el marxismo internacional” estaba detrás del incipiente movimiento por los derechos humanos que funcionaba alrededor de la iglesia de Santa Cruz, para “destruir la imagen” de la dictadura en el exterior. El panfleto desencadenó la masacre de la Iglesia de Santa Cruz, según el testimonio de la ex detenida Silvia Labayrú y otras pruebas que destacó el Tribunal Oral Federal 5 que condenó a Astiz y otros 11 represores a cadena perpetua”.
Los genocidas llevaron a sus víctimas a la ESMA y las torturaron brutalmente a todas, incluidas las dos monjas. Ante el escándalo internacional que se produjo, optaron por fotografiarlas debajo de un cartel de Montoneros y enviar una gacetilla trucha de esta organización a los diarios que la publicaron (La Nación y La Opinión, entre otros). Luego, posiblemente el 15 de diciembre subieron a todo el grupo, dopado con “Pentonaval” como decía el criminal Jorge “Tigre” Acosta, y en un vuelo de la muerte los arrojaron al río de la Plata. Algunos restos aparecieron luego por Santa Teresita y fueron enterrados como NN en el cementerio de General Lavalle.
Recién en 2005 el Equipo Argentino de Antropología Forense pudo identificar a cinco de los cuerpos. El de la camarada Auad fue clave para poder identificar a otros cuatro (hubo demoras porque su apellido lo habían puesto mal, como Aguad o Ahuad). En suma fueron identificados Auad, Duquet, y las tres Madres: Villaflor, Ballestrino de Careaga y Ponce de Bianco. Los dos cuerpos restantes no pudieron identificarse y los otros cinco no fueron encontrados, entre ellos el de Domon y 4 de nuestros camaradas.
Lo importante es que el 25 de septiembre de 2005, tras la identificación de los desaparecidos por el EAAF, se hizo un gran acto en la Iglesia de la Santa Cruz. Con camaradas del PL nos hicimos presente e interrumpimos al embajador de Francia, Francis Lott, a quien lamentablemente le habían dado el privilegio de abrir la ceremonia. Dijimos que el gobierno de Francia era cómplice de esos crímenes, que no tenía autoridad para hablar pues era socia de la OTAN y parte de la invasión a Irak, que una empresa francesa (Suez) se había adueñado de Obras Sanitarias de la Nación. A la mayoría del público no le gustó nuestra intervención. Salimos hacia el patio de la Iglesia con las pancartas de nuestros cinco desaparecidos, para participar del acto posterior pues allí se enterrarían los restos identificados. Una parte de las cenizas de Villaflor fueron esparcidas también en Plaza de Mayo.
Un par de meses después, en un aparte de reunión con MASCUBA en la cancillería donde él trabajaba, Méndez Carreras, me dio la razón en lo que había dicho contra el embajador francés: “juega al golf todos los domingos con el CEO de Suez”, me dijo con una sonrisa.
Hasta 2011 los únicos condenados por estos “vuelos de la muerte” eran Adolfo Scilingo, en Francia, y Astiz, en ausencia. Gracias a las movilizaciones populares y de organismos de derechos humanos, en el marco favorable de los gobiernos kirchneristas, en octubre de 2011 y al cabo de 22 meses de audiencias, el Tribunal Oral Federal 5 condenó a perpetua a Astiz y 11 genocidas actuantes en la ESMA.
Son los mismos juzgados y condenados que los facho seudo libertarios de Javier Milei y Victoria Villarruel van a visitar y piden audiencias judiciales para solicitar sus libertades o domiciliarias. Éstas deben negarse, saliendo masivamente a las calles en caso de avanzar en esas sucias intenciones. El vínculo del PL con los desaparecidos de la Santa Cruz nadie podrá romperlo.
SERGIO ORTIZ