Internacionales
Desde Venezuela avanza la Internacional Antifascista
“Entonces, ¿de qué sirve decir la verdad sobre el fascismo que se condena, si no se dice nada sobre el capitalismo
que lo origina? Bertolt Brecht.
El 10 de setiembre de 2024, se inauguró en Caracas, Venezuela, el Congreso Mundial contra el Fascismo, el Neofascismo y otras expresiones similares, donde participaron delegaciones de 93 países. La vicepresidenta bolivariana, Delcy Rodríguez, expresó que el fascismo “es la amenaza más grave que tiene el planeta y no puede haber objetivo más sublime que la defensa del ser humano”. Posteriormente, el 27 de noviembre, delegados de todo el mundo participaron en la instalación de la Internacional Antifascista ¡Por un mundo mejor!
Esa iniciativa se plasmó también en el Foro Parlamentario Mundial Antifascista con la presencia de más de 700 participantes de 70 países. Más allá del importante número de participantes hay que destacar las definiciones políticas y las propuestas para hacer hacer efectiva la propuesta. El Partido de la Liberación (PL) de Argentina viene señalando desde hace más de un año y en soledad la importancia de construir en nuestro país un Frente Antiimperialista y Antifascista con un análisis similar al planteado en Venezuela. A nivel mundial, el fascismo se equipara actualmente a las fuerzas de la ultraderecha que operan coordinadamente con el terrorismo de los grupos del poder económico, político, militar, capitalista, para someter al pueblo y obturar cualquier resistencia. Pretenden extender su dominación por la vía de la violencia extrema como la que ejerce Israel contra Palestina o con métodos que aparecen como algo menos criminales y autoritarios.
¿Qué es el fascismo? En 1935, la III Internacional Comunista expresaba que el fascismo en el poder es la dictadura abierta y terrorista de los elementos más reaccionarios, más chovinistas y más imperialistas del capital financiero que para proteger sus intereses estratégicos utiliza las variantes nacionalistas, el apoyo de las clases medias descontentas y sectores desclasados de las clases subalternas. El fascismo concibe una forma de gobierno totalitario y antidemocrático y promueve el racismo, el anticomunismo y exalta el miedo y el odio hacia el distinto y al que se le opone. Benito Mussolini construyó la consigna “Muerte a los socialistas” y la puesta en práctica cobró más de 860.000 víctimas. Hitler con su consigna “Muerte a los judíos” más la guerra contra el resto de los países de Europa, masacró a más de 16 millones de hombres, mujeres y niñxs. En España, Francisco Franco, expresó el fascismo con su consigna “Muerte a los Republicanos” que costó 500.000 muertos en la Guerra Civil y más de 48.000 durante su dictadura.
El fascismo es muerte, odio y destrucción y dejó una impronta en la historia del siglo XX. En el período entre las dos guerras “mundiales”, Europa fue un caldo de cultivo para las ideologías de extrema derecha, racistas y de formaciones estatales, genocidas y totalitarias y encontró adeptos en Alemania, Italia y España fundamentalmente. Pero también llegó a América Latina con regímenes que adoptaron sus prácticas discursivas, sociales y políticas y la persecución, tortura, desapariciones y muerte de los que se oponían. Las dictaduras de Pinochet, Videla, Trujillo, Somoza y Stroessner dan cuenta de ello.
El fascismo del Siglo XXI, se presenta como más difuso y complejo porque ha encontrado nuevas formas de organización, propaganda y lavado de cerebros a través de las redes sociales, que en un mundo globalizado tienen un impacto más significativo.
La polarización política y las crisis económicas inducidas crean un territorio fértil para los discursos y prácticas de odio que evocan un supuesto pasado glorioso y demonizan a las clases históricamente desposeídas y a los líderes populares. Por eso, la Internacional Antifascista llama a redoblar los esfuerzos para dar la batalla comunicacional, un terreno donde la extrema derecha ha sacado ventaja promoviendo campañas contra quienes enfrentan el discurso y el accionar fascista y sionista.
Y también hay que tener definiciones claras y comprometidas contra el fascismo. Quienes creemos en la necesidad del Frente Antiimperialista y Antifascista, no estamos en “una vía muerta” ni atrasamos un siglo como afirma Horacio Verbitsky en su nota de El Cohete a la Luna. Trata de descalificar a todxs quienes creemos en la importancia de un frente de ese tipo y sostenemos que el gobierno de Javier Milei es fascista porque entrega el territorio a las corporaciones y al imperialismo, gobierna con decretos, aplica una violencia cotidiana contra jubiladxs, trabajadores, estudiantes, científicxs, pueblos originarios, mujeres y diversidades y todxs los que se oponen a su plan de destrucción, hambre, represión y dependencia. Además ha pedido la incorporación a la OTAN, llama “héroes” a los grandes empresarios evasores y fugadores de capital, quiere dar una base al Comando Sur yanqui en Ushuaia, quiere firmar un Tratado de Libre Comercio con EE UU, niega los crímenes de lesa humanidad cometidos por la dictadura militar-cívica y avala el genocidio de Israel contra los palestinos.
Si todo eso no es fascismo, ¿qué es Verbitsky?
ELENA RIVERO